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La antropóloga Rita Segato en Mallorca: «Toda la humanidad se beneficia del derrumbe del patriarcado»

«Lugares como Palma se convierten en escenografías sin vida porque se han vaciado de las historias de quienes los habitaron»

Rita Segato, antropóloga feminista: “El pluralismo nos permitirá un mundo mejor para las mujeres”

Pere Joan Oliver

Raquel Galán

Raquel Galán

La antropóloga feminista Rita Segato, recientemente investida doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca, acaba de clausurar el Encuentro Internacional Feminista celebrado en Madrid y este jueves ofrece una conferencia en Es Baluard Museu, en Palma, en el marco del programa de formación Laboratori d'Art i Pensament (LAP).

Recientemente lamentó que «los partidos se marcan goles por el poder en detrimento del proyecto de transformación del feminismo». Es lo que sucede ahora entre PSOE y Podemos.

Ocurre en todos los países. Las grandes luchas parecen darse en la esfera de la política de Estado, lo que lleva a un distanciamiento cada vez mayor entre el Estado y las gentes. En mis trabajos como antropóloga en Recife (Brasil) vi claramente que la forma de vivir es en comunidad con la puerta semiabierta por si el Estado pasa por un periodo benigno y ofrece derechos como recursos. Sacan la mano, los toman y vuelven a la comunidad lo antes posible. En España y Latinoamérica sucede eso. Están del mismo lado de la historia. A España la veo criolla, es decir, cuando mira al norte es no blanca y no desarrollada, y cuando mira hacia nosotros sí lo es. Está en una posición bisagra, de sociedad transicional, siempre buscando una mayor blancura y modernidad. La conquista es un proceso continuo que configura el mundo. A la perspectiva de la colonialidad del poder del gran pensador Aníbal Quijano, agrego que no hay solo una colonialidad permanente, sino una conquista permanente.

¿Las conquistas actuales son la adquisición de territorio por parte del norte?

Claro, esos mundos que son realmente blancos, escandinavos o anglosajones. Lo he visto desde que he puesto un pie en Palma. Sucede lo mismo en ciudades como Cartagena (Colombia). Su casco antiguo es bellísimo y ha sido totalmente expropiado por la hotelería y el turismo. Igual que en el pueblo de Purmamarca, en Argentina, a 20 kilómetros de donde vivo. Estos territorios se convierten en escenografías sin vida porque se han vaciado de las historias de quienes los habitaron a lo largo del tiempo. Pierden su pátina, un concepto básico que no puede crearse artificialmente, aunque lo intenten. Cuando los espacios son transformados en una fachada, lo sentimos mucho las personas sensibles. Hay que retomar esos lugares por parte de quienes los habitaron para que vuelvan a tener pátina y sentido. Y esto se puede conectar con la cuestión de género.

¿Qué relación tiene?

A veces invertimos cosas en preservar vínculos. Por ejemplo, gastamos en un regalo o una gran fiesta. Sin embargo, muchísimas más veces sacrificamos vínculos, es decir, afectos, reciprocidades, solidaridades, para lograr cosas. Son opuestos y convivimos todo el tiempo entre ambos, aunque hay momentos dramáticos en los que necesitamos optar y ahí gana la cosificación de la vida, bien sea de las ciudades transformadas en escenografías o de las mujeres, que están aún más cosificadas en estos lugares, pero siempre ha sido un problema.

¿Las redes sociales aumentan la cosificación en las jóvenes?

Lo sienten así, aunque muchas no saben ponerle nombre y no lo pueden trabajar políticamente. No pueden elegir, se encuentran capturadas por una forma, por una mercantilización de la vida. Para poder reaccionar contra eso es necesario haber vivido, haber acumulado experiencias, haber visto alternativas. Las jóvenes aún no pueden comparar.

¿Cuáles son las nuevas formas de violencia contra la mujer?

Precisamente todas las formas de desprestigio y abuso que son divulgadas a través de las redes. Es muy difícil protegerse de una imagen que puede ser incluso manipulada. Ese crimen no tiene reversión posible. Nosotras las mujeres no hacemos eso con los hombres. Estoy totalmente en contra de reproducir las mismas herramientas del patriarcado, pero si hiciésemos una incursión táctica quizás retrocederían y se darían cuenta de que su violencia no lleva a ninguna parte. Sería muy fácil y barato, jaja.

¿Por qué dice que antes que feminista es pluralista?

Creo que lo que nos debe guiar para construir un mundo mejor es el valor del pluralismo. Sin él, un proyecto democrático acaba convirtiéndose en una dictadura de la mayoría y eso también es un problema para el feminismo, ya que sabemos que las mayorías aún obedecen, a veces sin pensar y como rebaño, a consignas que ni entienden. El pluralismo es la posición que nos permitirá llegar a destino con nuestro proyecto de un mundo mejor para todos, que necesariamente es un mundo mejor para las mujeres.

Rita Segato

Rita Segato / Pere Joan Oliver

¿Tiene algún límite?

El límite para el pluralismo son las posiciones que pretenden monopolizar la idea de verdad y que hablan al mundo desde una posición de superioridad moral. Por ejemplo, en mi país, con la ley del aborto, se contrapusieron el pañuelo verde y el pañuelo azul. El primero es por la soberanía de las mujeres sobre su cuerpo, o sea, la libertad de abortar, frente a la otra postura. Es una posición pluralista porque no impone el aborto a quienes no lo desean, sino que la mujer puede actuar de acuerdo a su conciencia. Por el contrario, quienes levantaban el pañuelo azul tenían una posición monopólica, que obliga a todo el mundo a una misma convicción.

En el feminismo están muy interiorizados términos como sororidad y empoderamiento. ¿Cuáles añadiría?

No uso mucho esos términos. Creo que en las mujeres tiene que haber una hermandad, aunque me asusta cuando sororidad se utiliza aproximándose a lo que yo llamo la ‘corporatividad’ propia de la masculinidad. No podemos copiar esa misma estructura, no debe ser simétrica, un espejo de la fraternidad de los hombres. En cuanto a empoderamiento, es otra palabra que veo peligrosa. Comprendo lo que quiere decir y en su momento puso nombre a algo importante. Pero el poder siempre es sobre otras personas y no quiero dirigirme hacia ahí. En el Encuentro Internacional Feminista celebrado en Madrid terminé diciendo que debemos imaginar un mundo sin poder, sin hegemonía. Para mí el poder es el verdadero problema. El término o frase que añadiría es: Abajo el mandato de masculinidad, ya que hace estragos entre mujeres y hombres. Toda la humanidad se beneficia con este derrumbe del patriarcado que testimoniamos.

Una palabra muy difundida por usted es ‘dueñidad’, sobre la concentración de la riqueza. ¿Tiene una lectura feminista?

Sí. Hay una gran afinidad entre la ‘dueñidad’ y el patriarcado. Quizá se puede llegar a decir que la patriarcal es la primera forma de adueñamiento, en este caso del cuerpo de la mujer por parte del proyecto masculino de poder. Por eso, cuando han visto que el patriarcado se tambalea, y si cae se derrumba también el edificio de poder, nuestros antagonistas de proyecto histórico han sacado sus rebaños a la calle para gritar, de norte a sur, contra la ideología de género, contra el aborto... sin comprender tan solo lo que están diciendo, aunque con un enorme desasosiego, miedo, casi diría que en un estado de horror. Esto nos da la medida de cuánto hemos avanzado con la amenaza a su adueñamiento.

Pero la extrema derecha ha entrado en las instituciones.

Lo que veo en España, y vengo bastante, es un franquismo que nunca desapareció. La rigidez y el autoritarismo de cierta gente se mantenía latente. Ahora este país debería ponerse un espejo ante sus ojos porque la verdad de lo que ocurrió todavía no ha sido exhumada, fue cubierta con un manto de olvido. Empieza a salir a la luz, tanto lo bueno como lo malo, y ahora se ve más claro este antagonismo. Tras el periodo de apaciguamiento con la muerte de Franco, la grieta aflora con toda su fuerza y expresa también dos posiciones adversarias sobre las mujeres, sobre su sexualidad y su libertad. Volvemos al pluralismo, ya que pluralismo y libertad son sinónimos.

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