Entrevista

Rubén Tejerina: «Hay que saber servir las bromas para no traspasar líneas rojas»

El exitoso espectáculo ‘Corta el cable rojo’ llega al Auditorium de Palma este jueves y viernes

Rubén Tejerina y sus compañeros cantan, bailan, actúan e inventan sobre el escenario

Rubén Tejerina y sus compañeros cantan, bailan, actúan e inventan sobre el escenario / raquel galán. palma

Raquel Galán

Raquel Galán

El actor Rubén Tejerina forma parte del trío que improvisará durante hora y media, junto a Mai Boncompte y Manu Pradas, con las propuestas del público en el espectáculo Corta el cable rojo, que llega al Auditorium de Palma este jueves y viernes tras su éxito en Madrid y Barcelona.

El objetivo del espectáculo es muy audaz: «Reír lo máximo posible». ¿Se logra siempre?

Sí, claro, porque ofrecemos al público diferentes estímulos para conseguirlo. Hay mucha variedad y cuando el espectador cree que ya sabe de qué va el show, se lo cambiamos por completo. Tras 11 años representándose en la Gran Vía de Madrid y más de uno en Barcelona, está claro que la obra cuaja entre el público. Una pareja que vino el pasado fin de semana y estaba en primera fila empezó con los ojos como platos y terminó a carcajada limpia y aplaudiendo de pie.

¿Una buena improvisación debe estar muy bien preparada?

Nosotros decimos que todo lo tenemos muy atado, excepto lo que es improvisado. El detalle es que el 95% es improvisación, no hay dos funciones iguales. Solo se mantienen las presentaciones de cada una de las ocho escenas en las que se divide Corta el cable rojo. Los espectadores son los verdaderos directores, quienes lo guían hacia donde quieren con sus peticiones.

¿Cuál es el mayor riesgo de una obra que depende en gran parte del público?

Te diría que no hay riesgos, nos adaptamos a lo que sea. A veces son más colaborativos y otras no tanto, por lo que dependiendo del grado de participación que tengamos, la aprovechamos o buscamos nuevos caminos, pero nunca obligamos a nadie a que intervenga si no quiere.

¿Y si nadie participa?

Nunca ha ocurrido y llevamos muchísimas funciones encima. Al inicio del espectáculo creamos una sintonía para acercarnos a ellos y siempre, siempre, acaban aventurándose a colaborar.

Supongo que el mayor apoyo son los compañeros de escena.

Sí. Además de los intérpretes Manu Pradas y Mai Boncompte, tenemos un músico, Modesto Lai, y un técnico de imágenes y sonido, Lorenzo Ruiz, que deben improvisar también con lo que nos piden los espectadores. En un musical, los actores tienen que saber cantar y bailar. Aquí añade a eso tener capacidad para crear al momento letras que rimen y para inventar historias. Hay que saber hacer de todo.

¿Qué ocurre cuando no se corta el cable rojo?

Se acaba cortando siempre. Alude a la sensación que tienes justo antes de una explosión, la incertidumbre y nerviosismo por lo que pasará. Porque el público lanza propuestas y piensa «ahora a ver qué harán con esto». Por ejemplo, en una de las escenas deben elegir un acontecimiento histórico y nosotros hacemos una versión de esos hechos. Y puede ser desde el descubrimiento de América, la toma de la Bastilla o la ruptura de Shakira y Piqué.

Además de cables rojos, hay líneas rojas. ¿Cuáles son las que el humor no puede traspasar?

Nosotros nos movemos en el marco de un humor muy blanco. Es un espectáculo para todos los públicos que no entra en temas muy marcados por la política, aunque pueden surgir historias de actualidad.

¿Los cómicos han dejado de estar en el punto de mira?

Es normal que los humoristas se aprovechen de cualquier tema que forme parte de la sociedad y de la actualidad, ya que es donde nos relacionamos. Sin embargo, en ocasiones puede ser muy fácil traspasar líneas rojas. Para tratar de evitarlo, hay que saber servir las bromas. Nosotros lo hacemos sin faltar el respeto a nadie.

¿Le atraen otros géneros?

Aunque esté especializado en la comedia, he hecho y continúo haciendo de todo.