Entrevista

José Martret: «Joan March, que rozaba la psicopatía, llegó a tener empatía con Joan Mascaró»

«Sentí gran responsabilidad con ‘La infamia’, quería ser fiel al secuestro y que Lydia Cacho me ayudase fue un regalo»

José Martret, director teatral de ‘Reis del món’: “Joan March trabajaba desde un lugar no tan luminoso como el de Joan Mascaró”

B. Ramon

Raquel Galán

Raquel Galán

El director teatral José Martret (Palma, 1971) comenzó este lunes los ensayos de Reis del món, la obra basada en la novela homónima de Sebastià Alzamora y adaptada por Josep Maria Miró, el último Premio Nacional de Literatura Dramática. Se representará en el Teatre Principal de Palma los días 17, 18 y 19 de marzo.

¿Cuál es el mayor desafío de dirigir Reis del món?

Que las expectativas están muy altas porque Sebastià Alzamora ha escrito una novela fantástica que la gente ha leído. Y también hablar de dos personajes, sobre todo Joan March, que el público conoce mucho. A Joan Mascaró lo han descubierto con el libro y lo redescubrirán con esta obra, un hombre con una inteligencia prodigiosa que buscaba la luz para el ser humano, que luchaba por liberarlo del dolor intrínseco que tenemos por el simple hecho de estar vivos. En la otra parte está March, un hombre más oscuro, que siempre trabajaba desde un lugar que no era tan luminoso como el de Mascaró, por decirlo de alguna manera.

Es sorprendente que fuesen amigos, ¿verdad?

Sí. Uno se pregunta cómo es posible que Joan Mascaró, que era un pacifista, pudiera respetar tanto y admirar a alguien como March. Cuentan que en su casa tenía una fotografía de él junto a otra de Gandhi porque eran dos de los hombres más inteligentes que había conocido. Joan March tenía una inteligencia increíble y sentía fascinación por quienes también eran así, como Mascaró. La admiración era mutua. March tenía una falta de empatía total, ni siquiera hacia sus hijos o su mujer. Rozaba la psicopatía, pero llegó a despertar su empatía con Joan Mascaró.

La obra es «muy fiel y a la vez una creación nueva», según el autor de la novela. ¿Por qué?

Josep Maria Miró ha creado una dramaturgia para la obra que es un puzle. La historia no ha sido dividida en dos partes, como en el libro, sino que las narraciones van en paralelo a través de los dos personajes satélites, es decir, la mano derecha de March, Emili Tremulles, y la mujer de Joan Mascaró, Kathleen. Se cuenta lo mismo desde otro lugar, aunque evidentemente no todo porque son 600 páginas.

La intención de Josep Maria Miró con sus dramaturgias es «poner el teatro al servicio de un discurso ético». ¿Es lo que se desprende de la obra?

Siempre lo hace así. Para mí su gran exponente fue El principio de Arquímedes y también Temps Salvatges. Aquí Mascaró no se guarda nada en la recámara y le pone a March sobre la mesa los miles de muertos de las guerras en las que él estuvo involucrado. Pero además del discurso ético, se habla de la verdad, la libertad, la palabra y muchas cosas más.

El reconocido director José Martret, ayer en un palco del Teatre Principal de Palma. | B. RAMON

El reconocido director José Martret, ayer en un palco del Teatre Principal de Palma. / B. RAMON

¿Hay algún vencedor en el conflicto dialéctico entre los dos protagonistas?

Hay una guerra dialéctica, de pensamiento, filosófica... y con planteamientos contundentes, pero es cada espectador el que decidirá quién vence.

Como especialista en crear versiones de textos clásicos adaptados a la actualidad, ¿qué lectura contemporánea extrae de Reis del món?

Joan March fue un auténtico señor de la guerra y se enriqueció vendiendo material bélico, como ahora ocurre en Europa. Lo que verá el público sobre el escenario del teatro es la recreación de un aula de una escuela ucraniana bombardeada. Reis del món se desarrolla ahí, no en el despacho de Ginebra que sale en el libro. Con el escenógrafo, Rafel Lladó, también hemos elegido fotos que nos impactaron de la destrucción en Ucrania, como una de árboles quemados. En Europa y EEUU hay señores de la guerra que se están embolsando actualmente miles de millones con la venta de armas, igual que March.

También está de gira con su aclamada La infamia, con varias candidaturas en los Max y que llega a Palma el 6 de mayo. ¿Fue difícil adaptar la historia junto a Lydia Cacho, al ser la víctima y la autora del libro?

Ella ha dejado de sentirse una víctima. Tras todo un trabajo de terapia después del secuestro y otros momentos que vivió, se ve como una superviviente. Para mí tenerla al lado ha sido un regalo. No fue difícil, aunque sí sentía una gran responsabilidad porque quería ser fiel a lo que Lydia vivió y que nos lo contase de primera mano... ¡Tenías la fuente ahí!

Tras las innovadoras La Casa de la Portera y La Pensión de las Pulgas, ¿tiene en mente algún nuevo espacio escénico?

No. Estos espacios me dieron todo lo que tengo ahora. Gracias a ellos me llamaron para hacer la versión de Hedda Gabler y todo lo que vino después. También estoy en el consejo asesor del Centro Dramático Nacional, dirigido por Alfredo Sanzol, que era asiduo y conocía bien nuestro trabajo.

¿Sigue desde Madrid el teatro que se escribe en Mallorca?

Claaaro. En Madrid saben que aquí también se hace buen teatro. Hemos tenido el ejemplo de Joan Yago, con un gran éxito. Es verdad que no se conoce tanto como en Barcelona, aunque estoy seguro de que dramaturgas como Marta Barceló darán el salto.

Lleva más de una década de éxito entre bambalinas. ¿Eso significa que ha dejado atrás su carrera como actor?

Sí, definitivamente.

¿Y se ha planteado dirigir una película?

Tengo el guion de Saturna y ahora estoy moviéndolo con una productora. La protagonista es una mujer de 65 años que decide cortar con todo lo que ha hecho siempre y buscar la manera de darle sentido a su vida.

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