La Fornal, 20 años de teatro en expansión

La compañía de Manacor que alterna obras familiares y para adultos suma 44 producciones y una sala escénica abierta a nuevos talentos

Raquel Galán

Raquel Galán

Cuando la compañía de teatro La Fornal se sumerge en una obra para adultos, parece que nada con la corriente de la actualidad, pero es el texto el que ha surgido antes. Ocurrirá en marzo con el estreno de Loquis, coproducida con el Teatre Principal de Palma y cuyo hilo conductor es «la presión de la sociedad a la hora de decidir qué pasa en el útero» de dos mujeres, las protagonistas, que se tienen que «enfrentar a las críticas, los consejos, el patriarcado y la violencia obstétrica». En septiembre la compañía de Manacor tratará de nuevo sobre las tablas un tema vigente y preocupante, el avance de la extrema derecha. «Llevamos a escena la conversación que mantuvieron los intelectuales Stefan Zweig y Georges Bernanos en 1942 en Brasil, donde estaban exiliados por la dominación del fascismo en Europa. Días después Zweig se suicidó», explica Joan Gomila, el director de La Fornal, sobre la obra que interpretará con el actor catalán Òscar Intente. También se adelantó hace más de una década con la representación de La història robada, basada en el libro de Antoni Tugores sobre el alcalde republicano de Manacor asesinado y que «fue pionera en memoria histórica, ahora un tema muy habitual», destaca.

La compañía que nació como productora hace 20 años suma en todo este tiempo 44 creaciones propias y cerca de 3.000 funciones entre espectáculos para adultos y familiares. Muchos la conocen por sus obras infantiles, como las que tienen ahora en cartel, entre ellas La pingüina viatgera; Tina, la bruixa fina y Grúmic, un somni de tardor, aunque alterna los dos tipos de público por varios motivos. «Antes de dedicarme profesionalmente al teatro trabajaba con gente joven y de ahí empezó mi interés en que las artes escénicas lleguen a ellos desde que son niños. Nos gusta mucho cuidar estos espectáculos, pero también cambiar de destinatario de vez en cuando, porque a menudo la creatividad se estimula más así. Si estoy inmerso en un trabajo para adultos, encuentro descanso y frescura pensando en una obra para el público familiar y al revés», afirma Gomila. El tercer factor de la combinación es que «amplías el mercado y puedes llegar a más sitios, sobre todo con las obras de formato pequeño», tal como señala el responsable de la compañía.

Uno de los grandes reconocimientos le llegó muy pronto, con la producción de Tape (2005), dirigida por Álex Tejedor. Estuvo nominada a los Max como mejor Espectáculo Revelación y se llevó el Premi Ciutat de Palma de Teatro. Narra una noche en la habitación de un motel de EEUU en la que una chica y dos antiguos compañeros de colegio se enfrentarán a la amistad, el amor y los recuerdos. Respecto a las obras familiares, Gomila destaca sobre todo El retorn de Robin Hood, «de formato grande y que consiguió rodar por numerosos festivales».

Entre este público infantil y el adulto hay un vacío generacional donde la compañía no se ha adentrado. «Falta teatro dirigido a los jóvenes porque es un espectador muy minoritario y por eso mismo apenas se les dedica atención, por lo que es el pez que se muerde la cola», dice el actor y director de La Fornal. Uno de los motivos, añade, es que «el teatro es caro para ellos, de ahí que el reto más inmediato tendría que ser incentivar su asistencia mediante los bonos culturales. Estamos perdiendo una generación y no nos lo podemos permitir», tal como advierte.

La sala La Fornal

En 2015 se produjo un hito en la compañía, la apertura de la sala escénica La Fornal, y se inició con ella una expansión diferente a la llevada a cabo hasta entonces con producciones y giras. «Crecimos en calidad y hemos dado voz a compañías jóvenes que necesitan un espacio para darse a conocer y a muchas de fuera que no se pueden ni plantear llamar a la puerta de una sala más grande», valora. El pequeño auditorio con capacidad para 50 espectadores forma parte de la Red de Teatros Alternativos, con escenarios en toda España, y «tiene un nivel de asistencia que hace que pueda seguir adelante. No era nada fácil conseguir que el público te respetase y apoyase, pero si ofreces un buen producto, tienes más posibilidades», concluye.

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