MÚSICA CRÍTICA

Orquestra Simfònica de Balears y Marco Mezquida trio: Beethoven ¿telonero?

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

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Pablo Mielgo, director. 

Obras de Beethoven, Ravel y Gershwin

21 de enero 2023

Trui Teatre de Palma

He de reconocer que el título del artículo necesita una explicación, pues situar al segundo músico más influyente de la historia como telonero, resulta como mínimo curioso, cuando no ofensivo. Pero es que eso fue lo que ocurrió el pasado sábado en el Trui Teatre de Palma, cuando la Simfònica propuso un programa en el que, junto a la Segunda Sinfonía del genio de Bonn, se interpretaron otras dos obras maestras del siglo XX como son el Bolero de Ravel (con un perfecto Juan Carlos Murgui a la caja) y la Rhapsody in blue de Gershwin (con un arrollador Marco Mezquida al piano). Beethoven llenó la primera parte de su siempre sugestiva música, pero la vorágine sonora llegó después, en la segunda mitad, cuando apareció sobre el escenario una formación convenientemente aumentada con instrumentos normalmente ajenos al sinfonismo.

Beethoven sonó bien, muy bien. Mielgo optó por unos tempi un tanto lentos, todo un criterio, pero llenos de coherencia. Debemos destacar el segundo movimiento, uno de los Andantes más extensos del sinfonismo del compositor, en el que Beethoven se recrea con esos temas líricos que ahora en la cuerda, ahora en los vientos, nos transportan. Música clásico-romántica, pues con ella se dice adiós al clasicismo para dar paso al romanticismo. Pero esa es otra historia.

Y en eso llegó Ravel, con el Bolero, esa obra única, genial, referente y mucho más. «Ese hombre está loco», gritó una asistente al estreno de la versión orquestal en 1930. Loco, como sinónimo de genial, sí. Pero loco como excéntrico, fuera del sistema, de ninguna manera. Ravel abre nuevas vías al sistema, convirtiendo un Obstinato que en otra manos sería un Obsesionato, en un delicado ejercicio de composición y además enormemente bello y atractivo. Aquí la Orquestra estuvo perfecta. Todos los componentes, convertidos puntualmente en solistas, siguieron las directrices rítmicas, no de Pablo Mielgo, sino de su percusionista: Juan Carlos Murgui, para quien fueron a parar los aplausos del público y de sus compañeros, pues no es nada fácil llevar un ritmo constante durante más de un cuarto de hora y sin ralentizar ni aumentar la velocidad. Gran Murgui.

Y para terminar, otra obra extraordinaria y mostrada de forma muy personal.. Pocas veces, por no decir nunca, en directo, habíamos asistido a una combinación de sonidos que traspasan las formas musicales. Ni jazz, ni música clásica, ni música popular. Nada de eso y todo a la vez, mezclado y muy bien condimentado por ese genio menorquín del teclado que es Marco Mezquida. Muy bien combinado con el director y nuestros músicos, Mezquida y su trío, pero sobre todo él, ofrecieron unas cadencias a la Rhapsody in blue de Gershwin, que hubieran hecho emocionar al propio compositor. La obra sonó completa por parte de la orquesta, con el famoso glisando inicial al clarinete (bravo Eduardo). Ahora bien, las aportaciones jazzísticas la convirtieron en una obra nueva, que quedará en el recuerdo de todos los asistentes. Antes del arranque orquestal, Mezquida, solo ante el piano, improvisó sobre elementos de la música pop, entre los que pudimos imaginar algunas ideas tomadas de The Long And Winding Road de The Beatles. (¿Fue así, Mezquida?)

Y como propina, dos regalos. El Trío de jazz improvisó a partir de temas nuevos y populares, como L’amo de son Carabassa, mezclándolos con ideas tomadas de Gershwin, Ravel y otros grandes del piano romántico.

Noche mágica pues, con Beethoven en segundo plano, a quien imploro perdón por el calificativo inicial.

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