Tomeu Moll-Mas: «Messiaen tiene el don de conectar con quienes no somos ajenos a la espiritualidad»

«Es una obra audible para todos los públicos, muy dulce e incluso con pinceladas románticas»

El pianista mallorquín Tomeu Moll-Mas.

El pianista mallorquín Tomeu Moll-Mas. / P.E.M.

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

Tomeu Moll-Mas es pianista. Este sábado por la tarde interpretará ‘Vingt regards sur l’Enfant-Jésus’, del compositor Olivier Messiaen, en memoria del amigo y obispo Antoni Vadell, fallecido hace poco menos de un año. El concierto tendrá lugar en el Teatre Principal d’Inca a las 19 horas.

Usted ya ofreció esta obra hace siete años. ¿Por qué ahora una segunda versión?

En el fondo esta partitura lleva mucho tiempo acompañándome, pues si bien en público es ciertamente la segunda vez que la muestro, la he tenido muy presente desde hace unos veinte años, primero como interesado en ella y luego como intérprete. Y ¿por qué de nuevo ahora? Pues lo decidí hace 11 meses, cuando nos dejó Antoni Vadell [obispo auxiliar de Barcelona], con quien me unía una gran amistad. Pensé en interpretarla de nuevo a modo de homenaje.

¿Cómo definiría esta obra?

Sin duda es una de las piezas para piano más importantes del siglo XX, no puedo decir que sea la más importante pues entre ella, de 1945, y ahora han aparecido obras también trascendentes. Para mí es una obra meditativa, una auténtica contemplación musical y que va muy bien para honrar la memoria de un amigo creyente.

¿Qué pretende Messiaen con esta lectura musical de la Biblia?

El compositor estructura la pieza en base a tres elementos o temas: el tema de Dios, el tema de la estrella y la cruz y el tema de los acordes. Son como tres leitmotiv que se nos aparecen durante esos veinte movimientos para hacer un recorrido simbólico sobre los primeros textos del Nuevo Testamento. Él mismo lo explica en la introducción que redactó al respecto y según la cual la pieza «es una contemplación y unas miradas hacia el Jesús niño que acaba de nacer. Miradas que van desde la del mismo Dios hasta la múltiple de la Iglesia de Dios». Estas son sus palabras. No podemos olvidar que Messiaen era una persona muy creyente, católico convencido y practicante, al mismo tiempo que organista en París. Para esta obra, aparte de los textos bíblicos, el compositor se basó en otros de Santo Tomás, San Juan de la Cruz y algunos más.

Como persona que busca vías alternativas a la religión tradicional, el discurso sonoro y el extramusical de Messiaen me llega y me interpela mucho. Messiaen, como Bach, tiene el don de conectar con las personas que no somos ajenas a la espiritualidad.

¿Cómo ha cambiado su visión de la obra en estos siete años que han pasado desde su primera interpretación en público?

Sin duda no será la misma versión, la he seguido estudiando y por tanto he encontrado nuevos matices que me han llevado a relacionarme con ella de otra manera. Hace siete años tenía la creencia de que me implicaba en un proyecto épico, ahora veo este concierto de una forma más meditativa, más íntima, más contemplativa, más calmada, más madura, en definitiva.

Son casi dos horas de música para piano. ¿Cómo debe disponerse el oyente ante una obra de tal envergadura?

Es una obra perfectamente audible para todos los públicos, en realidad es muy dulce, incluso tiene algunas pinceladas románticas. El espectador no necesita ninguna preparación previa. Si bien en algunos momentos hay disonancias, globalmente la obra es muy agradecida y apta para cualquier oyente. Es larga, sin duda, pero voy a dividirla en dos partes con una pequeña pausa de unos minutos, que será buena también para mí. No es obra para iniciados, sino que puede agradar a cualquier persona que ame la música.

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