Dictaduras

Los cazadores de la arquitectura fascista de Italia

Un grupo de historiadores italianos realizan el primer mapa del legado arquitectónico fascista

Arquitectura fascista.

Arquitectura fascista.

Irene Savio

Hace seis años, la historiadora Giulia Albanese se hizo una pregunta. ¿Qué ha quedado en Italia del legado conmemorativo fascista? “Me preguntaba cómo avanzar en la reflexión sobre esta época histórica. Muchos italianos conviven con la arquitectura fascista sin polémica, muchos ni saben que lo que ven en sus calles y ciudades está ligado al fascismo”, explica a este diario. Partiendo de ahí, Albanese compartió su idea de realizar un mapeo de esta herencia al Instituto Nazionale Parri, un centro en Milán que conserva documentos sobre la resistencia italiana que luchó contra la dictadura fascista. La propuesta gustó. Y en 2018 se empezó a trabajar en el inédito proyecto. 

Resultado de aquello es hoy un catálogo de más de 1.400 monumentos, monolitos, estatuas y letreros de calles, así como bajorrelieves y placas en edificios públicos en honor al fascismo que no fueron removidos después de la caída de ese régimen (1922-1945) y pululan en el paisaje urbano de toda la península italiana, de sur a norte. Albanese ha podido construir esta peculiar radiografía gracias a la colaboración de un equipo integrado por decenas de investigadores, en su mayoría procedentes de los 63 institutos de la red del Instituto Parri. Ellos ayudaron a localizar, identificar y clasificar las piezas.

Posteriormente, todo el material fue volcado en un mapa de Italia y publicado en una página web, titulada I luoghi del fascismo (Los lugares del fascismo), que aún se va actualizando. Esto se debe a que la investigación no ha terminado, como recientemente también explicaba a la agencia Reuters Igor Pizzirusso, investigador de historia pública y administrador del sitio web. “Es un censo aún parcial. Sabemos que no es completo, es un trabajo en curso”, detalló Pizzirusso. 

Guerra civil

Aún así, el proyecto ya ha puesto en evidencia algunos aspectos menos conocidos. Por ejemplo que, por el mayor grado de intensidad de la guerra civil en el norte de Italia, mucha arquitectura fascista fue removida de esta zona del país casi inmediatamente después de la liberación de Italia, mientras que en el sur aún quedan numerosas vías en homenaje a la monarquía italiana, que colaboró con el fascismo de Benito Mussolini. 

De igual manera, los investigadores también descubrieron que en muchos pueblos y ciudades medianas —más que en las grandes urbes—, la presencia de esta arquitectura es más frecuente. “Es el caso de una estatua de Michele Bianchi (uno de los primeros secretarios del Partido Fascista) en el pueblo de Belmonte Calabro, en Calabria, y de un bajorrelieve de Mussolini en Foggia, en Apulia”, subraya Albanese, profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de Padova. 

Una excepción es Roma. En la capital de Italia, además de una gran cantidad de edificios monumentales que Mussolini levantó en el intento de mostrar el poder y la grandeza de su régimen, también quedan muchísimos otros vestigios de la dictadura. El más famoso de todos: el obelisco de 36 metros de altura y 300 toneladas situado delante del Foro Itálico de capital italiana, donde aparece la inscripción Mussolini Dux

Después del fascismo

Otro es el caso de algunos letreros colocados después del fin del fascismo, en particular a partir de los años noventa, como los tantos en honor a Giorgio Almirante, líder del partido neofascista Movimiento Social Italiano y fallecido en 1988. O incluso un monumento de homenaje a Rodolfo Graziani, un muy controvertido comandante de las guerras coloniales que Mussolini condujo en Libia y Etiopía, que fue instalado en 2012 en Affile, un pueblo de unas 1.500 almas al este de Roma.

Aunque también se han descubierto casos virtuosos, subraya la investigación. “En Bolzano, al lado de un bajorrelieve de Mussolini montado a caballo, ha sido colocada una instalación que invita a tomar distancia de lo que ese régimen representó. Personalmente, creo que es una forma inteligente de lidiar con este legado”, dice Albanese al añadir que, en cualquier caso, su misión principal es otra. “Nuestro objetivo es hacer visible lo invisible”, asevera.

Lo cierto es que Italia tiene aún hoy una relación difícil con el fascismo, una época oscura que aún hoy revuelve heridas y rencores abiertos, de norte a sur, en un país incómodo con su pasado. Y este año ha sido peor, dado que la toma de poder del Gobierno más derechista de la historia republicana de Italia, el de Giorgia Meloni, coincidió con los 100 años de la Marcha sobre Roma, la sublevación golpista que llevó Mussolini al mando de este país europeo.

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