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Escritora
Entrevista

Margalida Munar: «En el mercado está el mejor recetario posible»

Esta experta culinaria presenta 'Senzill, sa i bo. Menjam juntes', su nuevo libro en el que priman las elaboraciones con pocos ingredientes y de temporada

Margalida Munar recomienda que las familias cocinen en grupo y que la cocina sea una asignatura más en los colegios. | P. ESTELRICH I MASSUTÍ

Esta tarde, a las 18.30 horas, se presenta en la sede del Estudi General Lul·lià de Palma el libro de Margalida Munar Senzill, sa i bo. Menjam juntes, publicado por El Gall Editors, que es mucho más que recetas de cocina.

Sencillo, sano y bueno ¿son compatibles?

Claro. Recuerde alguna comida de cuando era más joven y verá cómo en muchos casos se le pueden aplicar los tres calificativos. Lo que pasa es que con el auge de concursos de televisión parece que estas tres cosas están reñidas.

¿Está en contra de los programas de cocina?

De los concursos, sí, pues no permiten ni la colaboración ni la ayuda, cosa totalmente contraria a lo que he querido destacar en ese libro: el hecho de que las personas es mejor que cocinen juntas, para así poder conversar y trabajar en común. ¿No solemos comer juntos en la familia? Entonces ¿Por qué no cocinar en casa en grupo? Mi mensaje sería este: cocinemos mirándonos a los ojos, diciéndonos algo, sin exhibición ni superioridad de uno frente al otro. Pero volviendo a la televisión, otra cosa son los espacios dedicados a comentar y a mostrar recetas concretas. Esos sí creo que aportan. Los concursos, no.

¿Productos kilómetro cero?

En lo posible, sí y de temporada. No compremos productos a destiempo, pues con los que se corresponden con las diferentes estaciones del año podemos comer mucho más sano. Elaborar tumbet en el mes de enero es un anacronismo. Ni los tomates ni los pimientos ni las berenjenas son verduras de invierno. El tumbet, como el trampó, deben comerse en verano. Y además, si siempre comes lo mismo, puedes llegar a desequilibrar tu organismo. Un nutricionista no aconsejará comer de todo, todo el año. Recomiendo ir al mercado o a la tienda de la esquina, seguro que se encuentran ideas para elaborar platos con productos frescos. En el mercado está el mejor recetario posible, pues siempre encuentras a alguien que recomienda un plato u otro.

Portada del libro. Pere Estelrich i Massutí

La imagino de pequeña cocinando en casa.

No, ¡que va! Fue cuando empecé a vivir sola. Mi madre era buena cocinera, pero no tuve la suerte de poder ir tras ella para aprender. Así que cuando empecé, cocinaba cosas que mi madre no hacía, ya que no me atrevía a preparar sus platos. Empecé cocinando cosas más simples, con la ayuda de recetarios varios.

¿Utiliza aún hoy libros de cocina?

Sí. Y muchos. Tengo en casa una gran colección de libros de cocina que utilizo a menudo. Me gustaría citar dos en concreto: uno de Antònia Serrano, Les receptes de na Tonina, y otro de Antoni Tugores, Memòria de la cuina mallorquina. Dos ejemplares muy pero que muy recomendables, hechos por gente de aquí. Y otra cosa importante: debemos atrevernos, sin miedo, a cambiar algo de las recetas de los maestros que salen en los libros, experimentar es crear.

Pero si usted ya tenía su propio libro de cocina.

En efecto y este nuevo ha sido posible gracias al hecho de tener un hermano menor que es el volumen Menjar ràpid, sa i bo. Cuando el editor me comentó que deberíamos publicar una tercera edición, fue entonces cuando pensé que mejor sería redactar otro nuevo, pues después de quince años, mi idea de la cocina había cambiado y además pensaba que podía aportar otras propuestas.

Rápido y sencillo ¿Retórica?

Lo de titular mi anterior libro con la palabra rápido, ahora visto con el tiempo, no me parece adecuado, pues podía llevar a confusión dando a entender que quería promocionar la comida medio preparada o la que ya viene prefabricada, cuando realmente mi tesis va por otro camino contrario. Por eso, ahora he cambiado a sencillo, que en según qué casos puede ser sinónimo de rápido, pero no siempre. Para mí, sencillo, aplicado a la elaboración de un plato, es equivalente a decir que no tenemos que utilizar muchos ingredientes.

Comemos por los ojos.

Algo de cierto hay. En el libro cada plato tiene su foto, muchas son mías, hechas incluso con el móvil, otras de amigos y las más artísticas son de Jaume Rebassa, que ha querido acompañarme en esa aventura editorial. De todas maneras, todas las fotos tienen en común el hecho de intentar proyectar la proximidad, de estar hechas en nuestra cocina o en nuestra mesa de casa.

En casa tengo los libros de cocina manchados de aceite.

Como debe ser, pues eso quiere decir que se utilizan. Ya me gustaría que ese, con el tiempo, también quedara manchado, significaría que le ha servido para algo.

Usted ha sido profesora e incluso ha formado parte de equipos directivos de centros escolares ¿Comer en el colegio? ¡No, qué asco!

La verdad, no se come bien en los centros escolares. Tampoco no se educa en el aspecto de implantar hábitos saludables de comida. En cuanto a la elaboración creo que se debería hacer la comida en el propio centro, así se sabría perfectamente qué es lo que se come. Y si un centro puede, pues que cuidara su propio huerto, así los alumnos podrían ver crecer las hortalizas y verduras de temporada. Y si además los alumnos pudieran participar en la elaboración de algún plato, entonces ya sería tocar con un dedo en el cielo. Y déjeme ir todavía un poco más lejos: se debería contemplar, por ley, la posibilidad de introducir alguna asignatura de cocina en el currículum, sería una manera de reforzar y valorar el hecho de cocinar juntos platos equilibrados.

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