La antigua librera de Espirafocs y la actual provienen de familias que regentaron establecimientos de alimentación durante varias generaciones, una carnicería y un horno de pan. Sin embargo, ellas decidieron alimentar el espíritu de los aficionados a la literatura, ya que tienen en común su amor por la lectura. «Cuando salía de la escuela iba a la biblioteca y antes me paraba a mirar el escaparate de la librería. Me decían: ‘Se te ha pegado la nariz al cristal’», relata Paula Valriu. «Siempre recuerdo mi infancia con un libro en las manos y de adulta he sido clienta habitual de esta librería», cuenta Catalina Navarro.

Ahora está al frente del negocio de la avenida Bisbe Llompart 127, la tienda de libros más antigua de Inca, desde que Valriu se jubiló hace cuatro años y le cedió el testigo casi por casualidad. Ambas celebrarán este viernes, 11 de noviembre, el Día de las Librerías, una con cierta añoranza y la otra animando a leer a los jóvenes del instituto de la capital del Raiguer con un puesto de publicaciones para adolescentes.

Un cliente espera el libro reservado en la librería de la avenida peatonal Bisbe Llompart. | P. J. OLIVER

Dentro de una semana Inca se llenará de paseantes con motivo del Dijous Bo y, como casi todos los que llegarán en tren bajarán por la calle peatonal, puede que muchos miren el escaparate de Espirafocs. Las marionetas que lo llenarán en breve son personajes de las rondalles mallorquinas, igual que el nombre de la tienda. «Nos gustó la palabra, que estaba en la recopilación de cuentos, y también la protagonista porque tiene chispa», señala Paula Valriu, cuya hermana, Caterina, es muy conocida por divulgar la cultura popular de la isla.

Este homenaje a la literatura infantil continúa en el interior, ya que el local tiene una sala reservada a los niños. «Hay una gran selección de libros para ellos. He querido potenciar este género porque de pequeños es cuando cogen el hábito de leer y el gusanillo permanece», tal como destaca Navarro.

Además, adora sus cuidadas ediciones ilustradas, por lo que escoge las publicaciones que ve «especiales y que enganchen»; y no deja de lado al cada vez mayor número de jóvenes aficionados a los cómics manga ni a los adultos que leen novela gráfica. En líneas generales, tiene «un poco de todo. Hay que ofrecer los solicitados best sellers, aunque es curioso la cantidad de clientes que piden ensayos y filosofía», en palabras de la librera. Según añade Valriu, «el público define hacia dónde va el negocio». Ella le ayudó en los inicios con los contactos de los proveedores para crear un nuevo catálogo, aunque Navarro tuvo que «encajar varios goles» debido a su inexperiencia en el sector. «Me espabilé y ahora trabajo con una docena de proveedores de forma habitual porque prefiero tener menos y más controlados», explica sobre un oficio «difícil, pero poco a poco sale adelante», dice satisfecha.

Su día a día consiste en atender a los clientes esporádicos y sobre todo a los habituales, muchos de ellos procedentes de los pueblos de la comarca, como ayer Joan Guasp, que vino desde su Consell natal para recoger un encargo y solicitar otro. Una labor esencial que realiza cuando el local está tranquilo es la selección de libros de los numerosos anunciados en los catálogos de las editoriales. «Las grandes tienen uno al mes y las pequeñas publican catálogos para las campañas de Navidad, Sant Jordi y verano», enumera quien a mediados de noviembre empezará a recibir las visitas de los comerciales.

Para hacer honor a la función no solo cultural, sino también social de las librerías, la inquera se pone en contacto con escritores mallorquines para que presenten sus libros en la tienda. El último fue Sebastià Portell con el reciente Les altures. «Le eché morro y le escribí por Instagram. Vino el pasado sábado y acudió bastante gente», se congratula. Otra tarea es alimentar las redes sociales para difundir novedades y actos que organiza, como clubes de lectura y cuentacuentos, para que la literatura siga provocando todo tipo de emociones.

Cuentacuentos y clubes de lectura para atraer al lector

La librería Espirafocs dedica la semana a los más pequeños de la casa, los niños de cero a tres años, con un sorteo en Facebook de libros para ellos y un cuentacuentos el sábado a cargo de Bàrbara Dalià. Habrá dos turnos, a las 11 y las 11,45 horas, con inscripción previa. Esta es una de las actividades habituales, como los cada vez más exitosos clubes de lectura del establecimiento.

Tiene uno general cada mes o mes y medio, empezó otro en septiembre centrado en filosofía (el primer jueves de mes) y en mente está poner en marcha un tercero dirigido a los niños. En colaboración con el ayuntamiento de Inca, inició un club de lectura feminista que prevén continuar en la librería y la biblioteca de la localidad, por lo que Catalina Navarro no para. «Me gusta que haya este tipo de actividades, como un centro cultural. Estoy contenta con la aceptación, aunque lleva mucho trabajo y algún que otro dolor de cabeza», reconoce la actual librera de Espirafocs.