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Rif Spahni revela las manchas olvidadas de Miró en Son Boter

La exposición del fotógrafo y una selección de obras del artista universal protagonizan a partir del viernes la reapertura del Espai Estrella de Moneo en la Fundació Pilar i Joan Miró de Palma

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Exposición del fotógrafo Rif Spahni en la fundación Pilar i Joan Miró de Palma Manu Mielniezuk

Los restos de pintura de la obra Fuegos artificiales, que Joan Miró creó en 1973, gotearon hasta el suelo de Son Boter y allí quedaron olvidados para siempre mientras el tríptico es visitado por miles de personas en la Fundació Miró de Barcelona. El fotógrafo Rif Spahni se fijó en esas manchas cuando estaba realizando un trabajo de documentación en el estudio del artista. «Me llamaron la atención, busqué más y comencé a retratar otras manchas. No me parecía justo que, de un mismo bote de pintura y una misma brocha, unas estuviesen en los lienzos de los mejores museos del mundo y las demás acabasen en el olvido». Con el proyecto Imaginaire les ha dado «el protagonismo absoluto en la búsqueda de la simplicidad, por pura belleza»; y ahora cierra el círculo de esta iniciativa con la pieza Archipiélago, que nació del mismo modo y ha sido tratada con la técnica del fotograbado en el mismo lugar donde Joan Miró hacía sus estampaciones.

Todas estas fotografías podrán verse en la exposición Instant i memòria a partir del viernes a las 19 h. con motivo de la reapertura del edificio Moneo tras un año de obras. Y su sala más importante, el renovado Espai Estrella, tendrá la muestra El Miró de Son Boter con una selección de 88 pinturas, grafitos, esculturas, dibujos, objetos y recortes del artista que han habitado las paredes y estancias del estudio situado en la possessió del siglo XVIII. La Fundació Pilar i Joan Miró de Palma celebra de este modo no solo la reapertura, sino también el 30 aniversario de su creación con un evento por todo lo alto y con la presencia del arquitecto Rafael Moneo.

Para Spahni, acceder al taller donde el genio creaba las grandes obras fue un proceso paulatino. «Al principio me sentía como un intruso, me movía tímidamente, porque no puedes hacerlo con pretensión; y poco a poco me fue descubriendo sus secretos y un nuevo lenguaje en Son Boter que iba apareciendo solo», cuenta el fotógrafo. Ahora el público podrá conocerlo junto a una destacada representación de las piezas del artista, un universo mironiano rescatado del olvido.

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