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MÚSICA CRÍTICA

Orquestra Simfònica de Balears: Una B mayúscula y una en cursiva

Orquestra Simfònica de Balears ★★★ ½

Trui Teatre de Palma (29 de septiembre)

  • Barbara Moser, piano
  • Alexey Stadler, violoncel
  • Joji Hattori, violín y director 
  • Obras de Takemitsu, Beethoven y Brahms 

En los manuales de divulgación artística se suele indicar que existen tres ‘B’ principales en la historia de la música: Bach, Beethoven y Brahms. Poca discusión hay en torno a esa elección, pues sin duda los tres nombres son capitales de la composición de todos los tiempos.

Pues bien, dos de esas B se incluyeron en el concierto que el pasado jueves inauguró la temporada de abono de nuestra orquesta: Beethoven y Brahms, que fueron mostrados con desigual fortuna.

Pero antes de analizar las dos obras fuertes del programa, una observación entre paréntesis: ¿Era realmente necesario incluir una, aunque breve, obra de Takemitsu? Sin discutir el valor musical del compositor japonés, que muchos relacionamos con el cine de Kurosawa, esa pieza inicial no pegaba ni con cola en un programa que bien podría haberse considerado como pedagógico, pues Brahms admiraba a Beethoven y para no pocos es el gran continuador de la obra orquestal del genio de Bonn. Cerramos paréntesis.

El Triple Concierto de Beethoven es una obra singular y muy difícil para los solistas, pues requiere para cada uno de ellos, primero una disposición y un trabajo muy serio en solitario, pero también otro igualmente necesario de acople con los demás solistas y con la orquesta, ya que, en el fondo, se trata de una obra de cámara combinada con una formación sinfónica.

En la versión que comentamos y sin poner en duda la profesionalidad ni la musicalidad de los tres intérpretes, debemos indicar que el resultado fue de notable, pero no de sobresaliente. A la interpretación le faltó ese punto de genialidad que convierte lo bueno en sublime. Faltó «duende», magia, conexión incluso con el público. Los tres intérpretes tienen sobrado currículum para llevar a buen puerto esa obra magna, aunque quizás el hecho de que Hattori dirigiera casi de espaldas a la orquesta y estar más pendiente del trío, hizo que la versión no luciera lo que podría haber lucido. Todo bien, controlado y ensamblado, pero sin ese buen sabor de boca que dejan los dulces que no son solamente buenos, sino que también son excelentes.

En cambio la otra B, la de Brahms, sí que sonó de forma sobresaliente. Cierto que nuestra formación siempre ha sabido entender el sinfonismo del músico de Hamburgo. Incluso cuando era joven y no disponía de la plantilla actual, con Remartínez al frente, la Simfònica ofrecía un Brahms de primer nivel. Y así ha continuado. Hattori realizó, sin batuta y con las manos, una dirección segura, eficiente, compacta y muchos calificativos más, de una de las grandes sinfonías de todos los tiempos. Remarcó los temas que para él son importantes, como el del pizzicato, el del solo de violín o el del gran himno del cuarto movimiento; enfatizó las trompas y el coral de los trombones y controló el ritmo de los timbales, tan importante en esa sinfonía. Pequeños, pero no banales, detalles, que convirtieron su versión en una de las mejores escuchadas en directo aquí. Gran Brahms, en definitiva. Así que Una enorme B mayúscula para la segunda parte y una B en cursiva para la primera.

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