Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Obituario

Muere Alain Tanner: se apaga la luz del cine suizo de autor

El director de 'Jonás, que tendrá 25 años en el año 2000', fallecido a los 92 años, fue el principal impulsor del nuevo cine suizo de los 70

El director suizo Alain Tanner.

Como ocurrió con pequeñas cinematografías que en una época concreta se pusieron de moda, caso del cine iraní en los 90 y el rumano a partir de 2007, el cine suizo tuvo su momento de esplendor en la década de los 70 con nombres como Claude Goretta ( ‘La encajera’) y Daniel Schmid (‘La paloma’). Pero quien mejor representó aquella pequeña cinematografía fue, sin duda alguna, Alain Tanner, nacido en Ginebra en 1929 y fallecido este domingo en la misma ciudad, a los 92 años.

No solo es el director de los filmes más conocidos del cine suizo, como ‘Charles vivo o muerto’ (1969), ‘La salamandra’ (1971), ‘Jonás, que cumplirá los 25 años en el año 2000’ (1976) y ‘Messidor’ (1979). También fue el máximo impulsor de una renovación teórica y práctica de la cinematografía de su país, aunque trabajó igualmente en Francia, Irlanda –donde rodó ‘A años luz’ (1981)–, Portugal –‘En la ciudad blanca’ (1983), uno de sus filmes más preciados– o España: en el Cabo de Gata filmó en 1991 ‘El hombre que perdió su sombra’, con Francisco Rabal y Ángela Molina, y en Barcelona y diversas localizaciones catalanas hizo en 1992 ‘El diario de Lady M’, con Myriam Mézières y Juanjo Puigcorbé.

Con Goretta formó a principios de los 50 un cineclub en Ginebra y coincidió después con él en una larga estancia en Londres, donde realizaron el corto ‘Nice time’ (1957), encuadrado en las sesiones que darían pie al movimiento del Free Cinema. Tanner y Goretta ejercieron de ‘voyeurs’ de la realidad cotidiana londinense, filmando con cámara oculta la actividad en Piccadilly Circus.

Cine suizo independiente

De regreso a Suiza, ambos fueron los impulsores del denominado Grupo de los 5, completado con Jean-Jacques Lagrange, Michel Soutter y Jean-Louis Roy. La idea era reactivar un cine suizo independiente, ideológicamente comprometido y estéticamente rompedor. Pero Roy y Lagrange apenas dirigieron dos largometrajes, Soutter tuvo algo más de repercusión y llegó a trabajar con Jean-Louis Trintignant en dos filmes y Goretta se eclipsó después de ‘La encajera’, aunque siguió trabajando hasta su muerte en 2019. Solo la obra de Tanner trascendió.

Quizá sean ‘La salamandra’, un retrato generacional protagonizado por la etérea Bulle Ogier y Jean-Luc Bideau (el rostro más conocido de aquel cine suizo), y ‘Jonás, que tendrá 25 años en el año 2000’, sobre la resaca y la frustración post-mayo de 1968, las que mejor describan la obra de este cineasta que siempre se mantuvo firme en sus convicciones sobre la diferencia de clases, el desarraigo intelectual, el autoexilio, el choque cultural entre el primer y el tercer mundo y el aburguesamiento de la sociedad suiza.

En estos primeros años trabajó con algunas de las actrices francesas más radicales de la época, como Juliet Berto y Anne Wiazensky, ambas en ‘Le retour d’Afrique’ (1973). En ‘Messidor’ cristalizaron sus ideas sobre la diferencia de clases al relatar el viaje ‘on the road’ de una estudiante universitaria y la empleada de una tienda. ‘En la ciudad blanca’, protagonizada por Bruno Ganz en Lisboa, trazó los límites nihilistas del realizador. A partir de 1987, con ‘Una llama en mi corazón’, entró en su cine y en su vida la actriz y cantante francesa Myriam Mézières, con la que codirigió ‘Flores de sangre’ (2002). Volvió al personaje de Jonás en ‘Jonás y Lila’ (1999), cuando el protagonista está a punto de cumplir los 25 años anunciados en el anterior filme. Cerró su obra con ‘Paul s’en va’ (2004), sobre la desaparición de un antiguo militante de izquierdas de los años 70.

Compartir el artículo

stats