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Sebastià Portell: "Ismael Smith nunca llegó a salir de ningún armario porque nunca estuvo dentro"

"El título ‘Les altures’ me servía no solo para hablar de los momentos de gloria, sino también de la caída de un artista", explica el autor

Sebastià Portell ahonda en la figura del artista Ismael Smith

Sebastià Portell ahonda en la figura del artista Ismael Smith M. Mielniezuk

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Sebastià Portell ahonda en la figura del artista Ismael Smith Montse Terrasa

¿Quién fue Ismael Smith, el protagonista de Les altures?

Fue un escultor, pintor y grabador catalán que trabajó sobre todo a principios del siglo XX, que fue una pequeña promesa del arte local de aquel momento y que fue destronado y prácticamente destrozado por aquellos que le habían enaltecido, por los mismos críticos, por algunos de sus colegas artistas, aunque otros se mantuvieron fieles a esta afinidad... Fue un creador profundamente libre y excéntrico, en el sentido literal de la palabra, siempre alejado del centro.

¿Qué le atrajo de él?

Ismael Smith es para mí, como le pasará a la inmensa mayoría de lectores de Les altures, un desconocido, una figura que conozco en 2017 en una exposición en el Museu Nacional d’Art de Catalunya que me sorprende, me interesa, pero que en aquel momento queda ahí, yo estaba escribiendo otra novela y ni me pasaba por la cabeza acabar escribiendo sobre una figura como Ismael Smith. Cuando vi que había llegado el momento de explicar una nueva historia, no dudé en ningún momento que la tenía delante. Y no solo por su arte, que naturalmente me interesa mucho, sino por toda la vida, preguntas, vacíos, matices, ambigüedades que hay detrás.

¿A qué se refiere con el título?

El título Les altures, que curiosamente lo encontré volando en avión, me servía no solo para hablar de los momentos de gloria, sino también de la caída de un artista, en una novela en la que hablo de éxito, de fracaso artístico, de cómo lo construimos, de cómo lo destruimos... Creo que la idea de altura y cuestionarla era interesante.

¿Cuánto de verdad y cuánto de ficción hay?

Para escribirla me he tenido que creer que todo era verdad. Y dentro de la novela, todo lo que el lector se encontrará, dentro del sistema de ficción que es, es válido, es cierto, quiere ser coherente, quiere funcionar. Por lo que respecta a los referentes reales, la inmensa mayoría de tramas y relaciones, personas y, sobre todo, las obras y hechos históricos, tienen sus referentes demostrables. Incluso algunas de las réplicas, frases de Ismael y de personajes son citas de sus cartas, de escritos suyos y notas personales. Y esto, por un lado, fue muy difícil porque implicó un proceso de documentación...

¿Cómo fue?

Fue larguísimo, prácticamente me ha ocupado más tiempo que escribir la novela. Pero lo que me ha costado más, una vez que me había documentado, es recordar que debía ser una novela, que no todo tenía que salir, que no todo interesaba, porque es un dispositivo artístico, lo que quiere es entretener y crear belleza, no solo debe contar una verdad, que si la cuenta, mejor. La documentación me fue muy útil para delimitar los personajes, pero por otro lado tuve que desprenderme de ello y volar libre.

Hay una obra de Smith en la que él sale vestido de torero y eso aparece en el libro.

En esta escena, en que él decide disfrazarse de torero cuando vive en París, porque desde Barcelona dicen que es un amanerado, que se disfraza, que intenta asustar a la gente, él, en un gesto muy queer, muy contemporáneo, dice: ¿me insultas? Pues cogeré tu insulto y haré la bandera de mi orgullo.

¿Le habría ido diferente hoy día, como persona y artista?

Es muy difícil responder. Como persona no dudo de que sí, porque es una persona que nunca llegó a salir de ningún armario porque creo que nunca estuvo dentro, nunca sabremos si deseaba solo a hombres, si deseaba tanto a hombres como a mujeres, personas de todos los géneros, qué tipo de sexualidad ponía en práctica, no lo sabremos y no sé hasta qué punto nos tiene que interesar. Hemos avanzado, no nos podemos complacer ni descansar un solo momento, porque la violencia existe, pero viviría mejor. Como artista, tengo mis dudas.

Lleva medio año presidiendo la Associació d’Escriptors en Llengua Catalana. ¿Cuál es su balance?

Hasta ahora es buenísimo. He aprendido una cosa que intuía, que un cargo como este quiere tanto trabajo como le puedas dar. La buena noticia es que la dedicación es muy provechosa. Este otoño comenzarán a salir proyectos en los que hemos estado trabajando y comenzará a verse los frutos.

Reside en Barcelona, ¿cómo ve la crisis política de Mallorca desde esa perspectiva?

La miro con perplejidad, porque venimos de ocho años de gobierno de progreso que podrían haber ido muy bien y los partidos podrían estar bien orgullosos, y parece que no lo están, que desde hace meses y creo que hasta el día de las elecciones, los socios de gobierno se dedican más a sabotearse los unos a los otros para arañar cuatro votos que por consolidar el trabajo que han hecho. La alternativa es cualquier gobierno con apoyo de la extrema derecha y esto no nos lo podemos permitir.

¿Y la saturación turística?

Es urgente legislar, pienso que tanto por lo que respecta a la cuestión turística como medioambiental, que están muy vinculadas, hace años que entramos en un error, sobre todo influidos por la esfera de Estados Unidos, que es responsabilizar individualmente a las personas. Yo quiero que me prohíban ir en coche por determinadas calles, quiero que me prohíban circular con determinados coches, coger cierto número de aviones, no quiero que dependa de cada persona, porque si depende de eso, los que siempre han estado concienciados continuarán haciendo un buen trabajo, y los que no, continuarán haciendo un desastre. Las instituciones deben ser más valientes que nunca.

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