Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antònia Vicens: «Ahora ha sangrado la puñalada de la fetua contra Salman Rushdie»

Cuatro escritores mallorquines censurados, «palabras menores comparado con lo sucedido», alaban la valentía del autor de ‘Los versos satánicos’ desde que el extremismo islámico le condenó

Imagen de archivo de Salman Rushdie durante una conferencia E. Press

El apuñalamiento que sufrió el escritor Salman Rushdie durante una conferencia el pasado viernes «es terrible, aunque también lo son todos los años que ha vivido sabiendo que este ataque podía producirse», lamenta la escritora mallorquina Antònia Vicens. Para la ganadora del Premio Nacional de Poesía, «es como si le hubiesen apuñalado hace muchos años y ahora ha sangrado». Más de tres décadas, las que separan la fetua dictada por el ayatolá Jomeini en 1989 con el objetivo de ejecutar al autor de Los versos satánicos y la mañana en la que el joven de 24 años Hadi Matar le asestó hasta una quincena de cuchilladas en defensa de la causa extremista de Irán. «El terror que ha vivido toda su vida, escondiéndose de estos fanáticos, no tiene nombre. Tener que ocultarse y no poder vivir en libertad es la tortura más grande que puede sufrir una persona», añade la literata.

Como ella, otros escritores de Mallorca han sido víctimas de la censura. «Son palabras menores si se compara con lo ocurrido a Salman Rushdie», según Guillem Frontera. Él también se topó con la religión, en su caso católica, al intentar publicar Tyrannosaurus, y ve «admirable que una persona haya podido soportar lo que ha aguantado» el autor británico de origen indio, que «ha continuado escribiendo, dando conferencias e intentando salir adelante tras tantos años resistiendo la presión de saber que siempre hay alguien que te quiere matar». «Esta es la gran lección que nos da», señala.

La condena a muerte, que sigue vigente en la dictadura islámica de Irán, «no le amedrentó tanto como para dejar de escribir lo que quería», aporta Vicens, quien lo pone como «ejemplo de que los escritores no deben tener miedo, ya que lo contrario fortalece a los violentos. Sabemos que están, pero ellos tienen que saber que escribiremos en libertad y, sobre todo, viviremos en libertad. No podemos dejar de tener la fuerza que otorga decir la verdad. Eso es precisamente lo que les duele. También les mueve, aunque más que nunca hay que decir lo que pensamos», remarca la autora de una novela que sufrió la censura incluso en democracia, recuerda sobre Quilòmetres de tul per a un petit cadàver.

El reciente atentado es «como tirar una piedra en una piscina», compara Guillem Frontera. «Pega en un lugar determinado, pero crea unas olas que llegan a mover todo el agua, lógicamente con una menor intensidad. Lo que le ha ocurrido a Rushdie genera una tensión que afecta a todos los que tenemos la libertad de expresión como primer mandamiento de la escritura. Sin embargo, la consecuencia no tiene que ser sembrar una mala hierba en un terreno, ya que acaba creciendo por todo», concluye sobre los fanáticos que se crecen ante el atentado.

Para el escritor Biel Mesquida, a quien «censuraron L’adolescent de sal por venenoso», lo ocurrido el viernes en Nueva York «es un atentado contra la literatura, que es el lugar donde practicamos las libertades absolutas a través de la lengua». Por ello, «los escritores somos peligrosos para todos los gobiernos autoritarios, ya que nos dedicamos a defender justo lo contrario de lo que quieren ellos: prohibición y censura».

También la sufrió Gabriel Janer Manila e incluso le amenazaron de muerte, por lo que habla con conocimiento de causa al decir que «todo escritor tiene que ser valiente en su obra y acciones. No podemos ser acomodaticios, sino que debemos ejercer de punta de lanza en la sociedad para hacer ver el mundo de otra manera». De ahí su gran aplauso a Rushdie, cuya valentía «es ejemplar y está pagando cara, aunque nunca hay que aflojar frente a la barbarie». Janer Manila se lleva las manos a la cabeza ante esta «bestialidad» ejecutada por el joven extremista. «No hay palabras para definirlo y, aunque desconozco las causas que llevan al fanatismo, vivimos en una época en la que a menudo vemos hechos que no son propios del mundo civilizado», lamenta. Biel Mesquida tampoco halla una explicación, aunque cree que la raíz está en «la manera de actuar de los fascismos, que transmiten el odio a los derechos humanos de generación en generación».

Compartir el artículo

stats