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Literatura
Entrevista

Yadira Segura: «La violencia no permite ver la belleza de Colombia, donde también hierve la vida»

La autora colombiana se ha proclamado ganadora de la trigésima edición del Premio Juan March Cencillo de Novela Breve con ‘Una secuestrada ejemplar: la niña que olía a humo’

Yadira Segura, escritora

Ha publicado ensayos, cuentos, poemas y novelas. ¿Qué busca en la literatura?

En la literatura busco Ser —en mayúsculas— desde mi propia identidad, busco crear belleza para que quien me lea pueda ver, a través de las palabras, una ilusión, una alegría o, quizás, puedan tocar la piel del mundo con un poco más de sensibilidad.

Nació en Colombia hace 55 años y desde hace 20 reside en Sevilla. ¿Qué le trajo hasta España?

Me trajo el amor, mi alma gemela. Un amor que la vida me permitió disfrutar durante 21 años de mi existencia.

¿Qué significa para usted ganar un premio como el Juan March Cencillo de Novela Breve, con 30 ediciones a sus espaldas?

Es un honor para mí que el jurado [integrado por Manuel Borrás, Fernando G. Corugedo, Bibiana Fierro March, José Luis de Juan y José Carlos Llop] tuviera en consideración mi novela como ganadora. Pero más allá del honor, en este premio reside un sentimiento profundo de mi vida personal y literaria.

¿Por qué?

Terminé de escribir esta novela, Una secuestrada ejemplar: la niña que olía a humo, en el tiempo de la pandemia. Mi marido la leyó y le gustó mucho. Eso me animó a escribir una segunda novela, llamada Territorio covid, un relato real de tres historias de amor donde dos de los protagonistas somos mi marido y yo. Él también leyó esta novela y también le gustó. No había pensado realmente en presentarlas a concursos aunque sí pensé en publicarlas. Pero para infortunio y desgracia mía y de mis hijas mi marido murió el 19 de septiembre de 2021 en un accidente de tráfico. A partir de ahí se me acabó el mundo y la vida, y empezó una lucha inimaginable, intentando encontrar un poco de justicia, de humanidad por esa pérdida, que hasta el día de hoy me está siendo negada. Un día, hecha trizas y llorando, pensé que la escritura sería mi salvación, un refugio que me daría un poco de consuelo. Entonces retomé el manuscrito de Una secuestrada ejemplar y terminé la novela Territorio covid, pero esta última la acabé con el final que le correspondía. Y decidí enviarlas a concurso, las dos. Ganar este premio ha sido un alivio enorme a mi tristeza y me ha dado la esperanza de saber que en el mundo todavía tengo ilusiones y no solo el trato cruel, injusto e inhumano de un juzgado, de un guardia civil, que ven la muerte de mi marido no como si se tratara de un ser humano sino de un ser insignificante que murió en la carretera. Ese es el significado del premio para mí. Territorio covid no ha ganado ningún premio pero ha sido finalista en otro certamen y también me ha dado ánimo para seguir escribiendo y revivir en medio de la tragedia. 

¿Qué convierte a Manuela, la protagonista, en una secuestrada ejemplar?

Inspirada en la frase coloquial «es un estudiante ejemplar» o «es un niño ejemplar», tomé esta expresión, la de «secuestrada ejemplar». La protagonista es la secuestrada que cualquier grupo de insurgentes desea tener, una joven que supo adaptarse a una travesía extenuante por los campos abruptos, los parajes desérticos de la provincia del Sumapaz, superando las inclemencias del tiempo. Al ser una muchacha amable, sencilla y colaboradora con los guerrilleros, y al no causarles ningún tipo de problema, estos fueron recíprocos con su trato, y aprendieron a apreciarla. De este modo, Manuela, la protagonista de este relato, supo ganarse su respeto y su afecto, y para ellos evidentemente fue una secuestrada ejemplar.

¿Qué espera de Gustavo Petro, el primer presidente de izquierdas en la historia de su país? 

Espero que en unos años podamos mirar atrás y estar orgullosos de nuestro país. De su cultura, de sus paisajes, de sus tradiciones, pero sobre todo de la humanidad, empatía y dignidad de su gente. Después de más de cincuenta años de conflicto armado, por desgracia la violencia en mi país se ha normalizado hasta tal punto de formar parte de él y de su identidad, y no nos permite ver y mostrar al mundo la belleza de un país en el que también hierve la vida. Confío en que se continúen dando pasos adelante, acercándonos cada vez más a la idea de la paz.

¿Se puede confiar en la clase política de un país marcado por el horror y la violencia?

Es difícil confiar, pero debemos tener la esperanza de que habrá buenos dirigentes que buscarán de forma genuina lo mejor para Colombia.

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