La guerra contra la droga está politizada. En Francia y en cualquier otro país. Esta es la tesis que sostiene Un escándalo de Estado, un filme didáctico, pero sin el maniqueísmo que acostumbraba a tener el cine político europeo de los años 70. La película se basa en el libro escrito por un periodista de Libération y un antiguo infiltrado de la policía en la red del narcotráfico. El primero se sirve de las experiencias del segundo para cuestionar el funcionamiento del sistema. ¿Vale todo para combatir el negocio de la droga? ¿Es el máximo responsable de las operaciones alguien que se beneficia de ese mismo negocio?
No hay respuestas rotundas, por supuesto, como tampoco las había en Todos los hombres del presidente, pero las dudas están bien sembradas y se esparcen a muchos otros ámbitos, como la creación del GAL durante el Gobierno de Felipe González para combatir a ETA, eje de una significativa secuencia de la película. Hay otra larga secuencia de juicio, pero está tan centrada en la declaración del responsable de la lucha contra el narcotráfico, y el actor que lo interpreta es tan bueno como Vincent Lindon, que aquí el planteamiento tampoco es el convencional y la tensión llega por otros derroteros. Un escándalo de Estado indaga, propone y deja muchas dudas bastante lógicas. Ese es su mérito, que no es poco.
