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Música

Sondra Radvanovsky, una gran dama de la ópera, en Mallorca

La soprano norteamericana actuará este sábado 23 de julio junto a la Orquestra Simfònica en Cap Rocat

Rueda de prensa de la soprano Sondra Radvanosky GUILLEM BOSCH

A pesar de tener un apellido del este de Europa, Sondra Radvanovky es americana, de Illinois, y es considerada una top ten, o mejor, una top five entre las sopranos actuales, por lo que al repertorio italiano del siglo XIX se refiere. Sus roles como Leonora de Il Trovatore, Elisabetta de Don Carlo, Marguerite de Faust o Elvira de Ernani son, sin duda, referentes, aunque también ha cantado papeles wagnerianos, como el de Freia de El oro del Rin.

Sondra Radmanovsky empezó estudios musicales en Richmond, Indiana, para luego ampliarlos en otros conservatorios y academias, con profesoras de la categoría de Renata Scotto o Mirella Freni, entre otras. Y es que, tener solamente a esas dos maestras, grandes de la lírica de finales del siglo XX, ya indica que la joven cantante tenía una potencial musical enorme. Es por eso que tuvo fácil poder acceder al programa Lindemann Young Artists Development de New York, que, en cierto modo, garantiza un buen inicio de carrera, pues permite acceder a teatros consolidados como el Metropolitan Opera, un escenario en el que la soprano ha cantado en muchas ocasiones. De hecho en la temporada 2015/16 fue la primera cantante que asumió el reto de cantar, allí, las tres óperas del conocido como Ciclo Tudor de Donizzetti: Anna Bolena, Maria Stuarda y Roberto Devereux. Actuaciones que, para el New York Times, fueron «emocionalmente vulnerables y vocalmente atrevidas, un hito en la carrera de una artista imprescindible».

Pero no solamente en la ciudad americana ha cosechado triunfos, también ha sido aplaudida en la Scala de Milán, el Covent Garden de Londres o la Ópera de París. Con todo ese bagaje de éxitos, Sondra Radvanovsky afirma que «no sería humano si no reconociera mis inseguridades; la empatía y la humanidad en lo que hacemos es demasiado importante».

Entre los compromisos próximos están el de cantar Medea en el Metropolitan, un recital en el Carnegie Hall, y Tosca en Zúrich, Berlín y Barcelona, teatro en el que también tiene previsto cantar Macbeth a inicios del año próximo. Lo más cerca, geográficamente, que hemos tenido, hasta este sábado 23, a la gran diva norteamericana ha sido Barcelona, pues el gran teatro del Liceu la ha invitado en algunas ocasiones, entre las que destaca la de hace cuatro años, cuando, después de varios minutos de aplausos, tuvo que bisar la famosa aria La mamma morta, que canta Maddalena de Coigny en la ópera Andrea Chenier de Umberto Giordano. 

Pues bien, este sábado 23 de julio los seguidores de la ilustre cantante tendrán ocasión de poderla escuchar en directo sin necesidad de desplazarse fuera de la isla, ya que será la estrella invitada de la sesión que titulada genéricamente Noche de los sentidos ofrecerá la Simfònica, bajo la dirección de su titular Pablo Mielgo, en Cap Rocat, el hotel que, en la bahía de Palma, ocupa un edificio declarado Bien de Interés Cultural y catalogado como Monumento Nacional. Este lugar, situado en un Área Natural Protegida, ha sido totalmente renovado por el equipo de Antonio Obrador, manteniendo la fusión del edificio con el entorno natural, un trabajo que ha sido reconocido, entre otros galardones, con el premio Europa Nostra.

Para la sesión de este sábado, que empezará a las 21.30 horas y que se presentó ayer en la sede del mismo Cap Rocat, la soprano cantará Vissi d’arte de Tosca y O mio babbino caro de Gianni Schicchi, ambas óperas de Puccini, la Canción de la Luna de la ópera Rusalka de Dvorak, Io son l’umile ancella de Adriana Lecouvreur de Cilea, Merce dilette amiche de I vespri siciliani y Pace, pace de La forza del destino, las dos de Verdi y, como no podía ser de otra manera, La mamma morta de Andrea Chenier de Giordano, alternando esas arias con momentos instrumentales como las oberturas de Las alegres comadres de Windsor de Nicolai, de La Forza del destino y Nabucco de Verdi, así como el Intermezzo del acto tercero de Manon Lescaut de Puccini.

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