El exministro de Cultura y Deporte José Guirao ha fallecido a los 63 años a consecuencia de un cáncer. Guirao ha sido uno de los grandes gestores culturales que ha tenido este país en las últimas décadas. Un profesional de prestigio reconocido y espíritu dialogante reconocido por todos que ha estado vinculado fundamentalmente con el mundo del arte, aunque nunca dejó de estar atento a todas las disciplinas de la cultura.

Entre otras instituciones, estuvo al mando del Museo Reina Sofía y fundó y consolidó La Casa Encendida. Después de su salida del Gobierno de Pedro Sánchez, en enero de 2020, Guirao regresó a dirigir la Fundación Montemadrid, donde dejó su cargo voluntariamente el pasado mes de marzo, cuando su enfermedad ya se encontraba avanzada, para ser reemplazado por Amaya de Miguel.

Nacido en Pulpí, Almería, en 1959, y licenciado en Filología Hispánica, Guirao se inició muy joven en la gestión cultural, una labor que pudo conocer a todos los niveles. A los 24 años ya era responsable de cultura de la Diputación de Almería, y en 1988 fue nombrado director general de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía. En 1993 llegó a la capital para convertirse en director general de Bellas Artes y Archivos, un cargo breve porque enseguida fue nombrado director del Museo Reina Sofía.

En el Reina Sofía permaneció entre 1993 y 2001, bajo el mando tanto de ministros socialistas como del PP. Fue nombrado por Carmen Alborch, y con él llegó la estabilidad a un museo que había estado sometido a tensiones durante años. Sus principales logros fueron que el museo pasase a producir la mayor parte de sus exposiciones y dar un discurso más sólido a la colección permanente, contextualizando a los artistas españoles dentro del arte internacional del siglo XX. Él fue también el encargado de licitar su ampliación, que luego se plasmaría en la creación del edificio Nouvel.

De allí pasó a La Casa Encendida, un centro cultural que él inauguró en 2002 y que se situaba tan solo unos cientos de metros más al sur de su anterior despacho. Lo construyó a su medida, a la vez riguroso en su propuesta y hedonista en su tratamiento de la cultura, abierto a los creadores y abierto también a la ciudadanía, convirtiéndolo en un importante polo en un barrio modesto y multicultural como es el de Lavapiés, y que es desde entonces un referente de la creación joven y contemporánea. En 2014, dejó la gestión directa del centro para ponerse al mando de la Fundación Cajamadrid, en la que este se integraba.

La propuesta de ser Ministro de Cultura le llegó de la mano de su amiga, la vicepresidenta Carmen Calvo, y en plena polémica por la crisis abierta por el caso Máxim Huerta. Como gestor veterano, Guirao se arremangó y desde el primer momento se puso a resolver los diferentes retos que tenía en marcha el ministerio, como la Ley de Mecenazgo, la negociación para la permanencia de la colección Carmen Thyssen en España, el conflicto abierto con la SGAE o el malestar de los trabajadores del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela.

Guirao recibió con sorpresa la decisión del gobierno de Pedro Sánchez de no seguir contando con él tan solo año y medio después de su nombramiento. El presidente le dijo entonces que buscaba un perfil más vinculado con el deporte, y Guirao abandonó su despacho de la plaza del Rey con el pesar de los muchos proyectos que dejaba sin terminar. Encontró nuevo destino en una vieja conocida, la fundación Montemadrid, heredera de la Fundación Cajamadrid para la que tantos años había trabajado. Allí le sorprendió la crisis del covid, que le tocó gestionar mientras se perfilaban otros proyectos de futuro como el del Palacio de la Música, el edificio de la Gran Vía madrileña destinado a convertirse en un importante espacio escénico de la capital.

El exministro también había sido designado por Cultura comisionado para el año Picasso, un puesto sin remuneración desde el que debía supervisar las diferentes conmemoraciones que rodearán al 50 aniversario de la muerte del pintor en 2023.

Amante del flamenco y de la poesía, afable, irónico y elegante, Guirao tuvo siempre fama de dialogador incansable, capaz de hablar con todas y con todos y alérgico a los conflictos que constituyen el día a día de la política. Un territorio que, si bien abordó desde muy joven, no le llevó a tener carné de partido (el Socialista) hasta hace unos pocos años.

Tras conocerse la noticia de su fallecimiento, han sido innumerables las muestras de cariño de compañeros y amigos en redes y medios, pero también de muchos periodistas y gestores culturales que no han dudado en calificarle como el mejor ministro del ramo que ha tenido España en tiempos recientes.

Te puede interesar:

El exministro de cultura será despedido con un velatorio que permanecerá abierto de las 16:00 de este lunes en el tanatorio San Isidro. El martes, a las 12 de la mañana, se oficiará un responso para familiares y amigos, tras el cual será incinerado.