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Joyería

El amor de Fernando Garfella y María Mantecón por el mar, hecho joya

Ambos crearon la firma Coralviu, cuyas piezas reproducen coralinas, gorgonias y tortugas que fotografiaron durante sus inmersiones

El amor de Fernando Garfella y María Mantecón por el mar, hecho joya | B. RAMON

Detrás de cada joya que María Mantecón realiza con su firma Coralviu hay horas y horas de trabajo y de amor por el mar, el que compartían ella y Fernando Garfella, su pareja, experimentado submarinista y documentalista marino que falleció en 2020 mientras buceaba. Juntos realizaron numerosas inmersiones y fotografiaron seres vivos marinos que hoy protagonizan las colecciones de esta firma.

El amor de Fernando Garfella y María Mantecón por el mar, hecho joya | B. RAMON

La gorgonia, la coralina y la conocida tortuga boba, o cayume, son los patrones con los que se han creado colecciones de pendientes, anillos y colgantes en oro o plata. La intención de María Mantecón no es solo convertir en joya esos seres vivos estáticos que fotografió junto a Garfella. También quiere trasmitir su preocupación y concienciar sobre el estado del mar. «Por ejemplo de la gorgonia. Cada vez la encuentras a más profundidad por el calentamiento del agua del mar», expone la joyera.

El amor de Fernando Garfella y María Mantecón por el mar, hecho joya | ARCHIVO M. MANTECÓN

El proceso de creación de cada joya parte de las inmersiones que ella y Garfella realizaron. En cada una de esas salidas fotografiaron a seres vivos estáticos (y a la tortuga boba) cubriendo 360 grados para poder realizar una fotogrametría y luego una impresión 3D, para después pasarlo al proceso de fundición. El proyecto comenzó en 2018 pero hasta hace un año no se ha lanzado al mercado.

El amor de Fernando Garfella y María Mantecón por el mar, hecho joya | B. RAMON

«La colección de gorgonia es mi favorita, no solo por la de inmersiones que implicó, sino porque es muy elegante y también era la primera vez que bucee a tanta profundidad», comenta Mantecón. El ejemplar que ha dado forma a sus joyas lo fotografiaron a unos 42 metros de profundidad aproximadamente, sobre un fondo rocoso en la Cala Sant Vicenç, y requirió varias inmersiones. «Son muchísimas, porque si, por las corrientes del mar, la gorgonia se movía, ya no servía», recuerda Mantecón sobre las horas dedicadas a ese trabajo y que le resulta imposible cuantificar.

En el caso de la tortuga, utilizando un dron para fotografiarla mientras estaba descansando.

Con su pareja comenzaron el proyecto decididos a encargarse de cada paso del proceso de creación de las joyas, pero tras el accidente de Garfella, Mantecón decidió buscar a un fundidor que la ayudara con este trabajo. Ella acaba cada pieza en casa, donde tiene su mesa y herramientas de trabajo.

Antes de lanzar Coralviu, María Mantecón ya diseñaba joyas, utilizando elementos del mar, como alguna concha, una caracola... pero no dejaba de tener esa sensación de «hipócrita» por estar creando algo bello pero arrebatándole cosas al mar. Y con la decisión de ser «más consecuente» con su amor por el medio marino, surgió este proyecto, con el que respeta el estado natural de cada ser vivo que fotografía.

Tras el fallecimiento de su pareja, ella ha vuelto a realizar inmersiones. «Me encanta el mar y me da respeto», puntualiza. Tiene en mente muchas más cosas y otras piezas que aún no ha sacado: «Tengo muchísimas ganas de hacer nuevas colecciones. Cuando buceo, se me ocurren ideas», dice al respecto.

En este año de andadura comercial de Coralviu le está yendo «bastante bien». De los pedidos de sus personas más cercanas ha pasado a atender peticiones de diferentes puntos de la península y de otros países, como Italia.

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