Ha muerto Elvira Sureda Cañellas después de una larga enfermedad que encaró con tanta dignidad como sentido del humor. El humor –fino, disparatado, mediterráneo con matices anglo–, la imaginación y el talento artístico siempre fueron rasgos esenciales de la familia Sureda de Valldemossa, antiguos propietarios del Palau del Rei Sanxo y del predio Son Mossenya.

Elvira, junto con su hermana Catalina, escultora y pintora, han sido dos fines de raza: sin hijos que las sucedan se han dedicado a cuidar del pasado de su familia y en el caso de Elvira, del legado pictórico y biográfico de su abuela Pilar Montaner Maturana. No sólo: también su padre, hermano de Jacobo y Pazzis Sureda y autor de los recordados Coverbos d’en Pep Mindano –aún se encuentran sus Nadales con pavos desplumados y payeses ocurrentes– ha sido otra de sus razones de vida: que no se perdiera en la habitual desmemoria.

Siempre que un investigador o curioso del arte ha querido saber de cualquiera de ellos, ha tenido las puertas de la casa de Elvira abiertas de par en par. Vivía junto al molino que ahora es el Museu del Fang de Sa Cabaneta, donde se instaló su familia al irse de Valldemossa. Allí creció rodeada de animales, artistas, visitas de familia y recuerdos. Todo lo ha sabido conservar y todo lo ha sabido compartir con quien quisiera hacerlo. Quedan trabajos, ediciones, conferencias, documentales y biografías que sin el afecto y respeto de Elvira y su hermana por los suyos, no tendríamos ahora, ni nunca.

Desde el pasado domingo ya forma parte de la corte Sureda –se oyen los aplausos en el recibimiento– en esa Otra Parte donde descansan todos juntos.