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Entrevista

Jordi Amat: «Cela normaliza la presencia del catalán en la alta cultura»

Jordi Amat (Barcelona, 1978) sentenció al independentismo en ‘Largo proceso, amargo sueño’, radiografió a Cataluña en el libro ya célebre ‘El hijo del chófer’ y ahora ha biografiado a un mito culto y de culto en ‘Vencer el miedo, Vida de Gabriel Ferrater’. Siguiente etapa, los oligarcas.

Jordi Amat DM

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Por qué no tituló ‘Gabriel Ferrater, el mejor lector’?»

Ferrater fue el mejor lector español del siglo XX, capaz de leer a Gombrowicz en polaco, el descubridor de Kavafis en los cuarenta, el primero en llegar a Susan Sontag. A mí me interesaba su dimensión íntima.

¿Ha creado conversos al morbo de Ferrater?

Algún comentario de la cárcel intelectual de Twitter me ha acusado de incidir en exceso en su alcoholismo, pero mi voluntad era desmitificar al poeta romántico que se suicida y no me parecía justo centrarme en las numerosas anécdotas que conocía del Ferrater bebido.

Personalidades geniales en tareas veniales.La pandilla de Ferrater en torno a Seix Barral construye un mito muy seductor. Son los más brillantes, los más cultos, inteligentes y liberales. Y dada la miseria intelectual de la dictadura, han de malvivir con trabajos menores. ¿Los mallorquines son los catalanes de provincias?

No creo que Ferrater compartiera esa visión, él también llega de provincias a la capital. Y se cruza con escritores mallorquines fundamentales en la segunda mitad del siglo XX, además de ambiciosos. Los simboliza Baltasar Porcel, que llega a Barcelona para ganar.

¿Ferrater celoso de Blai Bonet?

Lo leí en Valentí Puig, pero no hay evidencia documental. Publicaron en tiempos similares y con repercusión muy alta en el caso de Blai Bonet.

¿Qué lugar ocupa Blai Bonet en el canon?

Asistimos a una recuperación de su narrativa. Es un escritor muy brillante, con campos a explorar tras el cambio de sensibilidad con las otras sexualidades. Albert Roig sitúa en Posseït como centro del canon a Bonet, Miquel Bauçà y Gabriel Ferrater, considera que no ocupan el lugar que merecen.

No todos saben en Mallorca que hubo otro Miquel Barceló.

Un ejemplo más de universitario talentoso, muy próximo a Gil de Biedma y que coincide en un momento dado con Francisco Rico, Rosa Regàs y Ferrater. Es uno de esos boixos felanitxers que arrancó como poeta antes de convertirse en un historiador totémico, un personajón para un libro.

Nuestro Robert Graves también influyó a Ferrater.

Es clarísimo. Ferrater incorpora la lírica de Graves para proyectar cómo vive un hombre el amor y el deseo.

¿Hubo un tiempo en que el también felanitxer Miquel Bauçà no fue un escritor maldito?

Hay un respeto claro entre ambos, y ahora sabemos que trabajaron conjuntamente en una enciclopedia de la literatura universal. Bauçà necesita una biografía

Cela publica a Ferrater en ‘Papeles de Son Armadans’.

Edité la correspondencia de Cela con los exiliados, donde se ve la ambición del proyecto de Papeles incorporando a dichos autores y normalizando la presencia de la literatura catalana en una revista de alta cultura, gracias a la figura de Josep Maria Llompart.

Ferrater reniega de los «sacerdotes mallorquines» que habían asfixiado el catalán.

Es divertidísimo. Milagrosamente se conserva la grabación de una conferencia en la que arremete contra los «reaccionarios obispos mallorquines», que en el primer Congreso de la Cultura Catalana abogaron por el idioma estándar.

¿Qué hubiera votado Ferrater en el referéndum?

No puedo contestar, porque ya veo el titular. No supe decirlo de Josep Benet, todavía menos de un militante antinacionalista fundamental en el catalanismo cultural. Ferrater era muy lúcido, no se hubiera dejado engañar.

¿Quién era el Bartomeu Oliver del Institut Técnic Eulàlia?

Un prestigioso pedagogo mallorquín, que dirigía este centro donde los hermanos Ferraté estudiaron y robaron los libros que allí guardaba Josep Maria de Sagarra.

Ferrater fue fiel al Premio Formentor, que siempre acaba alejado de Mallorca.

Muy mal. Un amigo mallorquín me comparaba la actividad cultural en Mallorca y Málaga. Mientras la segunda se ha convertido en un potente foco cultural, la primera sufre un repliegue que él ejemplificaba en la pérdida del Premio Formentor.

¿El Formentor quería competir con el Nobel?

En las crónicas de la época ni se nombra al Nobel como referencia. Eran la élite de los editores de moda, se sentían los mejores a la hora de proclamar a los vencedores.

¿Ferrater es adictivo?

¿Adicto o adictivo? He escrito algunas biografías, y ninguna había sido tan esperada como esta. Hay un enorme interés por Gabriel Ferrater, gente que empezó a leer con su poesía, parejas que recuerdan el inicio de su relación por la lectura compartida de su obra.

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