Susy Gómez (Pollença, 1964), artista destacada y representante mundial del arte de vanguardia de este país, inaugura esta semana su exposición Quantum. En ella reúne pinturas de gran formato y está inspirada y dedicada a la memoria de su madre, Teresa Fuster Cerdá, a quien lamentablemente perdió a finales del año pasado.
Las obras parten de su practica artística diaria y de lo que significa para ella el hecho expositivo, «de buscar el silencio, parar, explorar y dialogar en un estado meditativo, un vacío que me reconecta con la experiencia del proceso creativo matricial. Están concebidas con una energía de lo femenino, son restos de procesos mentales y emocionales, una memoria que más que enumerar, narra», comenta.
Pintura, escultura, performance, instalaciones, carteles, vídeo y cine ¿Qué le falta por hacer?
Desde mis inicios creé experiencias por medio de distintas disciplinas con las que el espectador interactuara y se relacionara como en un paisaje. El compromiso recaía en una serie de afirmaciones vitales que acaban incardinándose en la estructura artística. Descubrir y desenmascarar las contradicciones que se esconden tras las apariencias y llegar a comprender los cambios que se producen en nuestra vida. El resto de proyectos en los que me he sumergido, fuera del ámbito del arte plástico, compartían estas mismas voluntades.
No sé qué me falta por hacer. Somos una amalgama de relaciones con el mundo, dando lugar a otras relaciones, y así ad infinitum. En 1995 creé una esfera de latón del tamaño de una pelota de pilates que contenía semillas y veinte años después crecieron sobre el lecho de tierra de una cama de hospital en la exposición Entr´acte, es una metáfora de lo que está por venir.
¿En qué se ha inspirado? ¿Y cuál es la intencionalidad de su nueva propuesta pictórica?
Quantum hace referencia al título de las obras de la exposición, que reúne pinturas de gran formato. Esta exposición trata de mostrar y ofrecer un lugar para parar en el transcurso del día productivo en el contexto de la ciudad, e invitar al espectador a la experiencia del proceso creativo, en la observación de una mancha en espiral que se desplaza en la superficie del lienzo, como en la tridimensionalidad tiempo.
¿Qué nos dice el título?
Nos habla del tiempo como una duración, en oposición al concepto de tempus fugit, que muestra el tiempo como si fuera arena, Quantum nos resignifica el tiempo como un acontecer. La vida gana tiempo y espacio, duración y amplitud cuando recupera la capacidad contemplativa. Se concede amplitud al ser y apunta a una nueva conceptualización del cosmos, el espacio, el tiempo, la naturaleza, la sociedad, nos habla de que la materia y toda nuestra realidad dejan de ser sustancias fijas, transformándose en procesos en movimiento permanente. El Quantum es una reconexión con el pensamiento ancestral, que todo lo incluye.
¿Cómo son las obras?
Se pueden entender como un action painting, instintivo, confesional, realizado con trazos en espiral que recorren el lienzo. Nacen del silencio, de parar y es una invitación al espectador a crear sus propias metáforas abiertas, el pensamiento en espiral como un movimiento para sacudir el pensamiento lineal de la dualidad de opuestos, de los patrones patriarcales.
¿Está satisfecha con su contribución a la visibilización de la mujer en el arte? ¿O falta mucho por hacer?
Desplazar el paradigma occidental patriarcal es un cambio, no es llegar a un lugar, estamos construyendo una nueva sociedad donde la mujer tenga el lugar de par, en una necesaria y urgente integración de lo femenino. Este trabajo requiere una deconstrucción de las bases de la sociedad occidental, una exigencia personal muy comprometida de autobservación. El arte tiene la capacidad de sacudirnos por dentro y deconstruir patrones de imitación. Demasiado en este sentido nunca de momento es suficiente.
Según el estudio sobre desigualdad de género en el sistema del arte en España, de la historiadora del arte Marta Pérez Ibáñez, las mujeres solo ocupan el 27 por ciento de los catálogos de las galerías y el precio de sus obras es menor. Ser mujer y dedicarse al arte es casi misión imposible. ¿Es cierto?
Pertenezco a una generación donde las mujeres irrumpimos en la escena del arte, hemos visibilizado nuestro lenguaje. En cuanto al reconocimiento institucional es un tema pendiente, es agresivo que sea noticia que en la Bienal de Venecia el 90 por cierto sean mujeres y lo es todavía más que en su en mayoría sean artistas del pasado que no tuvieron reconocimiento en su momento.
Hace tiempo comentó que el «Arte es el lenguaje más subversivo», ¿continúa sintiéndolo así?
El arte se mueve en la incertidumbre creadora, es subversivo por definición, es una acción política, está para alterar el orden establecido. Es subversivo porque no impone una respuesta, busca un diálogo y aboca al espectador a salir de su zona de confort, pone el dedo en la llaga, disecciona la realidad, señala lo que es excluido y estigmatizado.
Su próximo proyecto...
Mostrar mi nueva obra pictórica en Lisboa y, antes de ello, una exposición en la Galería Giorgio Persano en Turín.
¿Cómo le ha influido exponer desde sus inicios con la histórica galería Povera?
Entré en contacto con los Povera justo al año de mostrar por primera vez mi trabajo en una galería española. Lo viví como una señal, en ese momento las instalaciones de Calzolari de mecanismos que cubrían la obra de hielo me llevaban a entender mecanismos de mi forma de entender cierto enfriamiento necesario para abordar la realidad. También supuso un diálogo entre generaciones distintas. Pude sentir que los de mi generación tenemos el corazón formado con los movimientos sociales que ellos impulsaron en los 70.
¿Se ve trabajando hasta el final con la inquietud y provocación de cuándo se es muy joven?
La juventud es cíclica. En la cultura occidental la juventud está valorada muy superficialmente, pero la juventud es un estado del alma. El arte es una forma de vida, un proceso hasta el final.
