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Arte

Un Velázquez oculto durante 350 años

El Centre d’Art d’Època Moderna de Lleida, dirigido por Ximo Company, descubre una versión inédita de 'Príncipe Felipe Próspero'

El retrato del príncipe Felipe Próspero, antes y después de su restauración.

El Centre d’Art d’Època Moderna (CAEM) de la Universitat de Lleida, dirigido por el valenciano Ximo Company, acaba de publicar 'Velázquez'. El fluir expresivo de su pintura, libro póstumo de Carmen Garrido, directora del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado entre 1980 y 2015. Entre sus 375 páginas destaca un "feliz descubrimiento", en palabras de Company: una versión inédita del 'Príncipe Felipe Próspero' de colección particular, pintado hacia 1659 por Diego Velázquez.

"Todos los estudios de este libro sorprenden y son fascinantes", pero para Company destaca el descubrimiento "o redescubrimiento" de este retrato que es "una versión idéntica a la que se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena", explica el catedrático de Historia del Arte de la Universitat de Lleida.

Camuflado por su yerno

"Se sabe que el profesor Diego Angulo (1901-1986) ya vio, a principio de los años 70, esta espléndida obra, completamente travestida de Carlos II, y ya entonces le pareció intuir que la mayor parte de los estilemas de Velázquez habían sido camuflados (presumiblemente por su yerno y pintor Juan Bautista Martínez del Mazo), quien a los pocos años de fallecer el príncipe Felipe Próspero, ya sin un rey con criterio artístico (Felipe IV), y tampoco sin Velázquez, repolicromó la obra y la convirtió, de un modo inmisericorde, en un extraño retrato a medio camino entre el fallecido Felipe Próspero y su hermano y nuevo heredero, Carlos II, a la edad de 5 años. Un verdadero e incomprensible pastiche", lamenta Company.

Tras la investigación de Garrido, el catedrático recuerda que la obra recaló en junio de 2021 el CAEM, donde pudo ser examinada con medios oculares y técnicos de alta precisión analítica, especialmente las pruebas de la fotografía infrarroja y "una penetrante radiografía que proporcionaba una información única". "Gracias al buen olfato de Garrido y a su singular percepción de la pintura, se ha rescatado un eslabón, hasta ahora desconocido, que contribuye a una mejor comprensión de un oculto, y por tanto inédito príncipe Felipe Próspero, una obra que a fecha de hoy enriquece el rico catálogo pictórico de Velázquez", asegura Company.

Agresión a la obra original

"El repolicromado agredió, mitigó y disminuyó la rutilante frescura y algunas sutilezas de los acabados de la primigenia versión velazqueña, pero ha sido enormemente gratificante descubrir y comprobar que se nos ha permitido eliminar ese repolicromado y culminar un interesante descubrimiento para la Historia del Arte". Las restauradoras del CAEM, Ana Villalba y Salut Díez, ambas licenciada en Bellas Artes por la Universitat Politècnica de València, "rescataron y devolvieron a la vida un precioso príncipe Felipe Próspero, pintado por Velázquez, el cual había permanecido incomprensiblemente semioculto durante más de 350 años. Descubrieron la posición absurda e inverosímil del brazo y mano izquierdos en jarra del errático Carlos II, a la vez que comprobaban que debajo de un amplio y rígido casacón de ejecución excesivamente dura y hierática, emergía el delgado y sutil cuerpecito del príncipe, tal cual fue concebido por Velázquez. Es muy posible, incluso, que la versión descubierta por Garrido sea anterior a la de Viena", asegura el historiador.

Al ir retirando el repolicromado, se redescubría un Velázquez "increíblemente fascinante". "El gracioso príncipe Felipe permanecía incólume debajo del Carlos II y pedía a gritos volver a formar parte de la densa historia de la monarquía española del siglo XVII, y, sobre todo, de la apasionante historia de la pintura universal del siglo XXI".

Recuperación "milagrosa"

Company recuerda que fueron más de 10 meses de trabajo. Se recuperó, por ejemplo, "el elegante y sinuoso faldón de seda blanca del príncipe, repleto de cadencias, transiciones y volumetrías plásticas que superaban la rigidez de los calzones y las botas que le habían repolicromado a nuestro principito, unas botazas más propias de la Ronda de Noche de Rembrandt que de nuestro delicado y frágil príncipe Felipe". Poco a poco, continúa, se recuperaron "hasta los diminutos amuletos de azabache o la campanilla de oro que ahora podemos observar colgando de la fina indumentaria de nuestro tierno principito" para "ahuyentar a los malos espíritus que se cernían sobre el frágil estado de salud de los niños enclenque»". Todos estos elementos han emergido "milagrosamente, amén de los elocuentes y vidriosos ojos de la tierna y peluda perrita que aparece sobre una silla, a la izquierda, de nombre Isa, y que ahora se exhibe con la verdadera enjundia y magia creativa del pincel de Velázquez".

De este modo, aplaude Company, "se ha recuperado el esplendor del príncipe Felipe Próspero tal cual lo pensó y ejecutó Velázquez. Esto permite reconocer y apreciar una de las cabecitas infantiles más primorosas de la historia de la pintura occidental".

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