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Historia

Chris Ealham: «La de García Oliver es una vida de película»

El discípulo de Paul Preston presentó ayer en Llibres Ramon Llull la nueva edición de ‘El eco de los pasos’, las memorias del anarquista que fue ministro de Justicia en la Segunda República

El historiador e hispanista británico Chris Ealham, ayer en llibres Ramon Llull GUILLEM BOSCH

«García Oliver tuvo una vida de película», afirma el historiador e hispanista británico Chris Ealham. El prologuista y discípulo de Paul Preston, especializado en el anarquismo ibérico, conocido por trabajos como La lucha por Barcelona, presentó ayer en Llibres Ramon Llull, acompañado por la doctora en Historia Dolors Marín, la nueva edición de El eco de los pasos (Virus Editorial), las memorias de Juan García Oliver (1901-80), uno de los cuatro ministros libertarios en la Guerra Civil.

Camarero, anarquista, cenetista, miembro de los grupos de autodefensa formados en la CNT tras el asesinato de Salvador Seguí (‘el noi del Sucre’), inventor de la bandera roji-negra, cofundador junto a Durruti del grupo Los Solidarios y ministro de Justicia de la Segunda República, García Oliver es el autor de El eco de los pasos, «un libro maravilloso que, como toda obra autobiográfica, presenta la posibilidad de cierta mitología del autor», señaló ayer en Palma Ealham.

En cualquier caso, el volumen de García Oliver «va al corazón de la CNT» y cuenta la historia de esta confederación de sindicatos de ideología anarcosindicalista «desde dentro», si bien peca de algunas contradicciones. 

«Una de las contradicciones más llamativas es el hecho de que García Oliver es un militante, un revolucionario profesional que para muchos es un ejemplo vivo del extremismo del anarquismo, de sus facciones más revolucionarias, y luego, cuando llegamos a la revolución del 36, al mitificado corto verano de la anarquía, apuesta por un frentepopulismo y es un revolucionario que en gran medida deja de ser el revolucionario que era antes de la Guerra Civil», argumentó el hispanista.

Ealham señala que García Oliver, que dejó la escuela con 11 años, encontró en «la cárcel su universidad» y llegó a alcanzar «un nivel cultural descomunal. Es más que un buen escritor».

«Es fascinante ver cómo un movimiento proletario llega a crear ‘intelectuales’ de este tipo. Su vida, más lejos de eso, era la de un hombre de acción y en algunas épocas su vida era digna de una película. Defendía el sindicato con la pistola en el bolsillo y muchas veces en la mano, arriesgándolo todo. Era un hombre valiente», subrayó.

En la defensa de Barcelona jugó «un papel muy destacado», «estuvo en las luchas callejeras», y como ministro de Justicia «quizá su medida más importante fue la creación de un nuevo sistema de tribunales con el que intentó terminar con la represión más desmedida».

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