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Música

¿El heavy metal vive su clímax o su ocaso?

Bandas veteranísimas como Iron Maiden o Scorpions, con integrantes septuagenarios, volverán a ocupar grandes recintos este verano en España, mientras artefactos más jóvenes, como Ghost, invitan a soñar con el relevo generacional

El líder de Ghost.

El heavy metal sigue siendo aquel género musical caricaturizable, que hay que mirar por encima del hombro, poco presente en los medios y carne de sketch para cómicos como José Mota (vean en YouTube su gag ‘El juramento del heavy’). Pero sus titanes volverán a llenar grandes recintos este verano: Iron Maiden en el Estadi Olímpic, o Judas Priest, Kiss y Alice Cooper en el Rock Fest. Figuras venerables, situadas entre la sesentena y la setentena, que invitan a preguntarnos si todo este sector del ‘show business’ apura su fiebre del oro al límite de la caducidad.

Si a estos nombres del metal o el hard rock añadimos otros, como Metallica, AC/DC, Ozzy Osbourne, Aerosmith o Deep Purple, crece la sensación de estancamiento flagrante del ‘star system’, un poco más si cabe que el del rock en su conjunto. Salen nuevas bandas, pero les cuesta romper el techo de cristal. Una de las mejor situadas es la sueca Ghost, con sus máscaras de almas torturadas y dirigida por el autoproclamado Papa Emeritus IV (Tobias Forge), que este sábado actuará en el Palau Olímpic de Badalona, subiendo un escalón en convocatoria respecto a visitas anteriores. “¿Será Ghost la próxima banda en llenar estadios?”, se preguntaban semanas atrás en el ‘podcast’ de ‘RockZone’.

Regeneración lenta

El subdirector de esta publicación, y promotor de conciertos, Richard Royuela, tiene sus dudas. “Hace años que van saliendo bandas: Nightwish, Avenged Sevenfold, Sabaton, Volbeat, Ghost…, y nunca llegan a dar el salto, especialmente en España”, reflexiona. Por ello, y aunque valora a estas formaciones (“o a Enforcer, la mejor de esta generación”), cree que “en el futuro no veremos bandas al nivel de las grandes”, y estima que la naturaleza misma del sello sonoro metalero dificulta que puedan producirse grandes sorpresas. El metal se acelerado y se ha ralentizado, se ha fundido con el rock progresivo o con musculosos ‘grooves’, se ha hecho más distópico, gótico o vikingo, y llega un momento en que ya se ha inventado todo y no es posible evolucionar más”.

Pero no hay consenso en ese pronóstico sombrío: el activista metalero Ricard Altadill sostiene que “hoy se vive una regeneración total de la escena, con nuevas propuestas y sonidos, y Ghost es un ejemplo de lo que viene”, asegura este director de festivales (Metal Cat Fest, Can Mercader), mánager del histórico grupo Legion y coordinador de la web y redactor de la edición española de ‘Metal Hammer’. En su opinión, “el relevo existe, pero es lento”, si bien se manifiesta más en algunos festivales que en otros, y sobre todo en plazas de otros países europeos.

El relevo acecha

Así, mientras el Rock Fest, de Can Zam, mantiene un perfil clásico, el francés Hellfest o, más todavía, el gallego Resurrection Fest (en Viveiro, Lugo), “ponen más en primer plano a los artistas de las nuevas generaciones”, observa Altadill, que ve novedades en “el empoderamiento de las mujeres” de grupos como Jinjer, de Ucrania, o Nervosa, de Brasil (el imaginario hoy trasciende el tradicional núcleo británico-estadounidense), y mira a la escena autóctona a propósito de los catalanes Crisix y Aerial Blacked. Está convencido de que “los grandes seguirán ocupando por un tiempo las franjas altas de los carteles, pero los que vienen detrás acabarán liderándolos”. La oferta de festivales en España ha crecido y no parece que le falte público: añadamos marcas potentes como Metal Paradise Fest (Fuengirola), Leyendas del Rock (Villena, Alicante) o Rock Imperium Festival (Cartagena), que este verano se reparten nombres como Helloween, Sabaton, Blind Guardian, Scorpions o Whitesnake.

Es cierto que la quinta que inventó el género y lo desarrolló en los años 70 se acerca al fundido. “¿En qué condiciones están cantantes como Rob Halford (Judas Priest) o David Coverdale (Whitesnake)? ¿Y Kiss?”, pregunta (retóricamente) Altadill. Pero el del metal es un imaginario resistente, con claves propias, medios temáticos que siguen cultivándolo y expandiéndolo (de las publicaciones sectoriales a una radio como Rock FM) y generador de iconos incrustados en la cultura popular.

El asombroso ’caso Maiden’

Sorprende lo de Iron Maiden, grupo que a estas alturas afronta los recintos de mayor aforo de su vida para presentar concienzudamente un álbum (‘Senjutsu’) de temas largos e intrincados. “Es una banda que ha creído siempre en sí misma, con su mascota transgeneracional Eddie, y que se ha convertido en transversal”, apunta Royuela. Y publicaciones secularmente desinteresadas en el heavy metal, como ‘Pitchfork’ y ‘Rockdelux’, han reseñado el disco (y en términos positivos).

Podría ser que el metal acabara “como el jazz o el blues, en forma de nicho con una gran historia detrás”, vaticina Richard Royuela, que vislumbra, pese a todo, un “escenario futuro muy interesante, porque nadie sabe qué pasará”. A todo esto, sigue llamando la atención el bajo perfil informativo, en la prensa diaria y medios generalistas, respecto al universo ‘heavy’ en comparación con otras estéticas musicales. Y cierta mirada condescendiente o burlesca. “Es fácil meterse con el ‘heavy’. Es una música de corazón, del pueblo”, estima Royuela. “Pero hoy está más trasnochada la burla al heavy metal que el propio heavy metal”. 

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