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Miquel Àngel Lladó: «Busco un equilibrio entre el dolor inevitable y el agradecimiento»

El escritor acaba de publicar ‘Sota l’esqueix, la tanyada’, un poemario dedicado por completo a su hijo fallecido hace años y que ganó el XLI Premi de Poesia 25 d’abril Vila de Benissa en 2021

Miquel Àngel Lladó ha recopilado una parte de los poemas que escribió a lo largo de varios años recordando a su hijo Lluís. | Guillem Bosch

En Sota l’esqueix, la tanyada, Miquel Àngel Lladó Ribas (Palma, 1958) ha recopilado algunos de sus poemas con los que recuerda a su hijo fallecido años atrás. Los escribió en un lugar que él considera como «sagrado» en foravila, allí donde durante siglos estuvo el Pi Gros, en Santa Maria, al que iba con Lluís y al que ha seguido yendo después de su muerte. Ese entorno y la naturaleza le transmitían la serenidad con la que ha escrito estos versos. En el poemario ha buscado un «equilibrio» entre «el dolor inevitable» y «el agradecimiento por haber tenido a es menut» en su vida.

La obra ganó el XLI Premi de Poesia 25 d’abril Vila de Benissa (Alicante) en 2021 y ahora ha sido publicada por Viena Edicions. El libro ve la luz cuando Lladó está a punto de comenzar la fase de mantenimiento para recuperarse de una leucemia, contento por la efectividad del tratamiento y por el trato recibido en la sanidad pública, de la que se declara defensor. Él considera tanto su enfermedad como el fallecimiento de su hijo como «paréntesis» de la vida que le hacen «reordenar la escala de prioridades» e insiste en huir del victimismo.

Tras la pérdida de su hijo, Miquel Àngel Lladó sentía la necesidad de retornar a ese Pi Gros, que también acabó muriendo por los daños causados por un rayo y del que solo quedó el tronco. «Lo concebía como un espacio de meditación, y cada vez iba con una libreta y escribía, un poema, dos… Y lo hacía al menos una vez al mes. El murió el 7 de febrero y procuraba ir, si era posible, cada día 7. Como resultado, recordaba momentos, ratos en los que iba con el niño. Empecé a escribir estos poemas con la idea de la serenidad que me transmitía la naturaleza, el entorno, que es básicamente rural, y fui escribiendo estos poemas que finalmente fui agrupando en las cuatro estaciones del año», explica el escritor sobre el origen del poemario. La cita de Oscar Wilde que abre el libro, «Donde sea que haya tristeza, hay tierra sagrada», resume esa idea de lugar especial que para Lladó es la tierra donde estuvo el Pi Gros.

Lladó no considera que este sea un recopilatorio «dramático», sino poemas con los que ha tratado de «buscar una cierta calma en medio de la tormenta de emociones que supone un hecho como este». Y asegura que «metafóricamente, predomina la idea de una resurrección» ligada al ciclo de la naturaleza, a la que ha observado e incluye en sus versos. «Un buen día me di cuenta de que al lado del tronco del pino viejo, que es como un tótem, una columna, comenzaba a crecer un pino pequeño. Es muy probable que sea una semilla del Pi Gros y, sí, tenía muy a mano la idea de la resurrección. Y de ahí viene el título, Sota l’esqueix, la tanyada, el árbol joven que nace», ahonda el escritor sobre su obra.

Durante los años siguientes a la muerte de su hijo iba escribiendo en función del estado de ánimo, de pena, de añoranza, pero «sobre todo de agradecimiento» por haberlo conocido. «Porque lo que siempre trato de expresar con mi poesía es un equilibrio entre lo que es el dolor inevitable que causa la pérdida, pero al mismo tiempo el agradecimiento por el hecho de que haya formado parte de mi vida», añade.

El autor de Bagdad, un conte desfet, Tocar mare o Mai no caminaràs sol no solo no oculta sino que remarca las referencias a la obra de Joan Alcover (una cita suya también encabeza el poemario). Igualmente las destaca el escritor Lluís Servera Sitjar en la presentación de este recopilatorio, y añade las alusiones a Costa i Llobera: «Al primero se le acerca desde la calidez humana de compartir el dolor de la partida, desde el sentido anhelo de búsqueda de consuelo. Al segundo, desde la elegancia de la palabra, desde el espacio sanador del árbol amigo», declara. Servera también cree que Sota l’esqueix, la tanyada es «un canto de amor extraordinario de un padre a un hijo, Lluís, muy querido».

Miquel Àngel Lladó reconoce que por su carácter ha sido capaz de imprimir de esa serenidad los versos que recuerdan el tiempo junto a su hijo. «Es un duelo que tienes que vivir, forma parte de la vida, unas circunstancias extraordinarias, pero que también existen y hay que asumir, como lo que estoy pasando ahora», señala.

Referencias y nuevos proyectos

El autor tampoco oculta que otros escritores que también perdieron a sus hijos le han servido de referencia. Es el caso de Paco Umbral, con Mortal y rosa -«una maravilla»- o Joan Margarit, con Joana, poemario dedicado a su hija. Y también le ha influido la visión del budismo sobre la muerte que ofrece El libro tibetano de la vida y la muerte, «bastante más natural de que lo que vivimos en Occidente, que es como una tragedia, incluso un poco morboso...», analiza Lladó.

Ahora, este escritor trabaja en una especie de dietario sobre lo que ha vivido en los últimos meses en Son Llàtzer, durante el tratamiento de la leucemia. «Lo que es una sonrisa en un contexto ordinario es solo eso, pero en dentro de un hospital es más que una sonrisa», menciona como ejemplo de esas vivencias.

También tiene entre manos un relato sobre la historia del Pont d’Inca, lugar que es su «pueblo», con el que quiere ir más allá del topónimo y reflejar que era un lugar donde hacer una parada en el trayecto. «En esta vida necesitamos cada vez más puentes, lugares que unan», reflexiona sobre esa idea.

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