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TEATRO CRÍTICA | Escenas de la vida conyugal

Darín y Pietra se casan... con el público

Andrea Pietra y Ricardo Darín. | ANDRÉS CRUZ

Hay un teatro, digámosle all’antica, más allá del circuito transitado por los habituales. Propuestas presuntamente ‘comerciales’ – no tengo muy claro que implica el término – que llena las salas con nombres que brillan en los carteles. Escenas de la vida conyugal, programada estos días por el Auditórium de Palma, acumula años de bolos y premios y es un buen ejemplo de ello.

La adaptación del texto de Bergman a cargo de Federico González del Pino y Fernando Masllorens y dirigida por Norma Leandro tiene un gancho insuperable: Ricardo Darín; un animal de la escena que de vez en cuando se aparta del cine para subirse a las tablas; un profesional mayúsculo que lo demuestra interpretando o gestionando al respetable (tuvo que parar la representación del jueves ante la protesta de algún espectador con problemas auditivos, y lo hizo metiéndose a los presentes en el bolsillo). Aquí lo borda en el papel de marido que transita de lo racional (compañero compresivo y dialogante) a lo irresponsable (padre ausente y borracho) que exhibe humor más o menos fino para descomprimir y edulcorar su machismo y que combina, bien modulado todo, ternura, pulsiones e inseguridades. En frente, Andrea Pietra - que está tan bien como su colega, o mejor – en el papel de esposa en evolución contrapuesta al hombre: empieza nadando en sus propias dudas y, a lo largo de los 25 años que recorren la trama, camina hacia una determinación que acaba anulando al macho. Todo dentro de una sólida historia que se mete en la alcoba de un matrimonio a través de un efectivo despiece en escenas muy marcadas, que alterna tensiones y gags, amor, amargura, frustraciones y momentos de cierta felicidad.

El resultado es un montaje que te enfrenta al espejo de las relaciones sentimentales, que entretiene y divierte – a veces emociona – y que convence a un amplio abanico de público – en este caso ovacionó a los actores antes de que pronunciaran la primera línea de guion, aplaudió al final de cada escena y se puso en pie al final de la función.

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