MÚSICA CRÍTICA | Orquestra Simfònica de Balears

Un concierto de Oscar

Pere Estelrich i Massutí

Pere Estelrich i Massutí

El amigo y siempre atento Joan Roca, una de las personas más cultas que conozco, me hizo ver, justo antes de empezar la sesión que comentamos, la influencia de la Obertura La bella Melusina de Mendelssohn en el inicio de El Oro del Rin de Wagner. Y en efecto, esa manera de crear un ambiente que simula las profundidades de las aguas es la misma. Mendelssohn profetiza Wagner. Casi nada.

Pues bien, de profundidades va la cosa, pues la lectura de esa primera obra por parte de ese gran director alemán que es Marcus Bosch (que según me dice Cristina Martínez tiene casa en Mallorca) fue profunda y a la vez nítida. No es que la obra dé para mucho, pero nuestra Simfònica la sacó notablemente.

Mendelssohn dio paso a Korngold, el compositor checo que emigró a los Estados Unidos para probar y conseguir fortuna a través del mundo de las bandas sonoras. De hecho ganó un Óscar con la música de Las aventuras de Robin Hood de Michael Curtiz y con Olivia de Havilland y Errol Flynn como protagonistas (Flynn también visitó Mallorca, por cierto). Y si Mendelssohn y Wagner están relacionados a través de La Bella Melusina, Mendelssohn y Korngold también lo están a través de Shakesperare, ya que el primero compuso una música incidental para El sueño de una noche de verno y el segundo hizo lo propio para el film del mismo título que en 1935 contó con Dick Powell, James Cagney y otra vez la Havilland. El mundo es un pañuelo.

De Erich Wolfgang Korngold pudimos escuchar su Concierto para violín y orquesta, para el cual se contó con un muy joven y talentoso solista: Stephen Waarts, que a su edad (tiene veintiséis años) ya ha trabajado junto a András Schiff y Christoph Eschenbach. Y no por casualidad, sino por su valor como intérprete, pues posee un gran sonido, una afinación perfecta y una técnica que le permite tocar esa obra, sin duda llena de dificultad, de forma brillante. La orquesta siguió los pasos del violinista acompañando con solidez y soltura. El público agradeció la audición lo que motivó un plus por parte de Waarts, que optó por una obra para violín de Eugene Yasaÿe, extremadamente difícil.

Y, sin movernos de Hollywood, en la segunda parte, la Suite de El caballero de la rosa de Strauss, Richard, naturalmente. Y es que uno de esos momentos tan elegantes fue utilizado por Spielberg en su película A. I.

Y aquí nuestra Simfònica con Bosch al frente volvieron a rozar la perfección. Enorme esa combinación de lirismo y éxtasis siempre al ritmo de vals. Elegancia, decadencia aristocrática, belleza en estado puro. Todo eso y más esconden las notas straussianas. Música pura, enormemente inspirada y llena de pequeños detalles, que nuestros músicos desvelaron de forma excelente.

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