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MÚSICA CRÍTICA

Orquestra Simfònica de Balears: Valiente concierto

Orquestra Simfònica de Balears

Lugar: Teatre Principal de Palma (31-03-22)

Valoración: ★★★★

Orquestra Simfònica de Balears

  • Alexandra Dovgan, Piano
  • Pablo Mielgo, director 
  • Obras de Valent, Chopin y Borodin

Borodin crea su Segunda Sinfonía a partir de pequeños elementos temáticos en los que puede intuirse la tradición musical rusa. Y es que el compositor era químico de profesión, con lo que es fácil imaginar que, como en el laboratorio, mezcla dosis pequeñas de substancias y las transforma en elementos nuevos. Del laboratorio a la sala de conciertos. De la reacción química a la reacción sonora.

Pues bien, así lo entendió Pablo Mielgo que, con nuestra Simfònica, llenó la sala del Teatre Principal de Palma de esa obra grande (en sonido, no en duración), de buena música y que cerró el concierto del pasado jueves. Muy bien la grandeza del primer movimiento, enérgico, elegante, explosivo incluso. Interesante la manera de conducir el Scherzo, con ese primer tema algo juguetón, para llegar al Allegro final, lleno de motivos temáticos y que contrasta con un Andante casi cantabile. La versión que hizo el director titular de nuestra formación fue valiente, pues intentó sacar todos los matices de la partitura, algo difícil si se juega con una acústica tan poco dada a ello como es la del Teatro Principal. Pero bien, muy bien el resultado.

Y si Borodin llenó toda la segunda parte de la sesión, en la primera, un estreno y una joya de los conciertos para piano solista. Nos referimos a la obra Simplicity de Joan Valent y el Concierto número 2 de Chopin.

Para el concierto se contó con una solista joven, muy joven, de apenas quince años y que, con esa juventud, puede afrontar esa partitura que es toda ella sensibilidad musical. Valiente ella, pues Chopin, como gran maestro del piano que es, adorna continuamente las aportaciones melódicas que hace el solista con cantidad de complicados arpegios y trinos, que hacen que la obra sea muy personal, inconfundible. Chopin en estado puro. El compositor tenía diecinueve años cuando la compuso, Dvogan algunos menos cuando la recreó de manera muy notable en Palma. Enhorabuena a esa joven realidad que tiene, si todo sigue su curso, un mundo por conquistar.

Sobre la obra de Joan Valent, podemos decir que es muy audible por el oyente, puesto que no juega con experimentaciones sonoras, pero a su vez tiene un toque de modernidad fuera de toda duda y que, pese a su título, no es nada simple para los intérpretes, todas las cuerdas más piano, pues está llena de divisiones entre las secciones que hacen que suenen diferente dentro de un todo compacto. Valent conjuga muy bien esa manera de hacer música llamada minimalismo, pues a partir de un motivo musical de unas pocas notas construye una partitura que, desde un pianísimo inicial, llega a un éxtasis sonoro espectacular, que envuelve y seduce. Buena versión y buena idea la de ir proponiendo a nuestros músicos que creen, que compongan. Es ese uno de los motivos que justifican tener una orquesta como la que tenemos.

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