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El Amplificador

Productores del mundo, presten atención a Enrique Oxandabarat

Buena voz, buen gusto, una gorra y un sueño. La calle fue su escuela y Serrat, su mayor influencia. El guitarrista y cantante uruguayo afincado en Mallorca desde 1985 sigue persiguiendo una ilusión: ·«Que mi música vuele»

El Amplificador: Enrique Oxandabarat

Productores del mundo: presten atención B. Ramon

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Productores del mundo: presten atención Gabi Rodas

Maldita sea la industria. ¡Cuánto músico brillante se echa a perder! ¿Qué fue de los cazatalentos? Se dice que B.B. King empezó en la calle, pidiendo dinero a cambio antes de convertirse en el artista célebre que llegó a ser; igual que Rod Stewart, que durmió bajo puentes y plazas y llegó a ser acusado de «vago» en la España de principios de los 60. La lista es interminable e incluye a ilustres como Janis Joplin, Beck o Tracy Chapman. Una gorra y un sueño, todos la tienen y unos pocos lo consiguen. Productores del mundo, presten atención y apunten este nombre: Enrique Oxandabarat. Darán con él a cualquier hora del día en el carrer de Sant Nicolau, en Palma. Escuchen con atención y háganle un hueco en su catálogo. 

Salto, ciudad uruguaya situada al noroeste del país sudamericano, «del tamaño de Inca», que toma su nombre de los múltiples saltos de agua que provoca el río Uruguay en esa zona, le vio nacer en 1956. Su padre, que regentaba una cafetería en la que en un rincón se podían adquirir discos, marcaría su futuro musical. «En mi casa se respiraba mucha música y a mi padre le gustaba mucho el arte. Siempre había algún artista por casa, pero no era un ambiente bohemio», aclara. El jazz fue el primer lenguaje que abrazó, a través de vinilos de grandes genios como el pianista Duke Ellington o el trombonista y director de orquesta Glenn Miller. 

La percusión, que cuenta con una larga tradición en el país de los charrúas, fue el primer instrumento que cayó en sus manos. «Siempre tuve facilidad con el golpeo de manos en cajones y muebles», confiesa. Ya en el instituto se reveló el Enrique Oxandabarat cantante, tímido, reservado, normalmente situado, de pie, en una esquina del centro, metido en la piel de un catalán universal: «Era como si yo fuera Serrat, un músico que siempre ha sido mi gran influencia».

Enrique Oxandabarat, músico uruguayo instalado en Mallorca desde los años 80 B.RAMON

Su idilio con Serrat no tiene fecha de caducidad y se sustenta «en la calidad de su voz y de su música, en su trascendencia». Asistió a cuatro de sus conciertos en Uruguay y no se perdió su memorable actuación en la plaza de toros de Palma, en el 86, y otros dos bolos que el ‘noi del Poble Sec’ dio en el Auditorium. De su vasta discografía destaca dos títulos, por la inyección de inspiración que encontró en ellos: Per al meu amic, en el que figuran temas como Helena o Menuda; y Miguel Hernández, el álbum de Menos tu vientre, Nanas de la cebolla o Para la libertad, entre otras joyas, un disco que, al estar prohibido en Uruguay tuvo que comprárselo en la vecina Argentina. 

La guitarra la maneja desde que tenía 20 añitos. Le bastaron dos clases con un profesor para aprender tres acordes, con los que se entregó a la composición. «La primera estaba dedicada a los niños pobres del mundo», recuerda un músico que siempre se ha situado del lado de la canción de denuncia y la crítica social. «También cosas más psicodélicas», apunta. 

Su desembarco en Mallorca se produjo en 1985. «Quería salir de mi país y conocer mundo. Me sentía atraído por Europa y llegué a Mallorca a través de un amigo pianista. Estoy muy agradecido a esta isla, en la que siempre me he sentido a gusto y he podido hacer lo que quiero, dedicarme a la música. El primer día que pasé el plato y recibí dinero me sentí realizado». 

El country rock, el samba (en masculino), la rumba, la bossa nova y el reggae son estilos que le definen. También la pasión que siente hacia Bob Dylan, a quien pudo ver en directo hace tres años, en Murcia. «Fue un regalo de mi mujer y tengo que decir que me gustó más Murcia que Dylan», de quien prefiere sus primeros trabajos y no tanto los últimos. Enrique cuenta con ocho discos propios y tres de versiones, el último, titulado Country Side, con temas de Glen Gamble y Neil Young, entre otros. «Siempre he sido libre y aun sigo con la ilusión de que mi música pueda respirar y vuele un poquito, eso sí, sin ningún aire de grandeza», señala.

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