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ARTE CRÍTICA

Faraón. Rey de Egipto: La exposición rompetaquillas

‘Faraón. Rey de Egipto’ se puede ver en el CaixaForum. Aina Ferrero Horrach

Faraón. Rey de Egipto

Lugar: CaixaForum Palma. (Plaza de Weyler, 3).

Valoración: ★★★

Cada año, en el primer día de clase de la asignatura Museología y Museografía de la UIB, me gusta preguntar a los alumnos cuál ha sido la última exposición que han visitado. El objetivo de este simple pero efectivo ejercicio reflexivo introductorio es llamarles la atención sobre su desconocimiento acerca de la oferta expositiva en Mallorca (Palma es de las ciudades españolas con mayor número de galerías por habitante, amén de la gran cantidad de museos repartidos por toda la isla) y la necesidad de que mejoren sus hábitos culturales teniendo en cuenta que han elegido precisamente la carrera de Historia del Arte. ¿Entenderíais que estudiantes de periodismo no leyeran el periódico cada día? ¿O que estudiantes de lengua no tuvieran siempre un libro a mano? —les pregunto—, para hacerles ver de manera dramática lo inaceptable que resulta su falta de interés. Se supone que si estudias una carrera como historia del arte, que no es precisamente una carrera con una gran cantidad de salidas profesionales, es porque lo haces por vocación y porque te interesa el arte. ¿No?

Este año, sin embargo, no he podido escenificar mi impostada indignación ante su pasotismo expositivo. De hecho, la indignación se ha convertido en relativa sorpresa ante los resultados inesperados del ejercicio. Si tuviera que cifrar en números sus respuestas, diría que 3 de cada 4 alumnos me contestaron que su última visita a una exposición había sido en el CaixaForum, en concreto, para ver Faraón. Rey de Egipto. Claro, no podía ser de otra manera. Debo reconocer que también había sido la última exposición para mí, y cuando estaba en ella, lo que más me llamó la atención fue el gran número de personas en las salas —niños, jóvenes y adultos— en un lunes tarde cualquiera.

No fue difícil redirigir la reflexión de clase entorno a este tipo de exposiciones, las que en el mundillo llamamos Blockbuster o Rompetaquillas, caracterizadas por proponer temáticas de mucha aceptación entre el gran público, de las que se sabe que van a funcionar a la perfección aunque su discurso expositivo no sea precisamente innovador, ni contengan obras maestras, ni se trate de manera revolucionaria el tema, o si quiera se presente una museografía especialmente original. En realidad, el único componente que garantiza el éxito de la muestra es la temática en sí, y Egipto, es un tema que funciona, y mucho. A mí también me fascina, lo reconozco.

El origen de este tipo de exposiciones se remonta a los años 60, cuando los museos empezaron a depender más del aumento de visitantes para incrementar los ingresos y así garantizar su sostenibilidad. De hecho, la que se considera la primera exposición rompetaquillas es Los tesoros de Tutankamon, instalada por primera vez en el museo Británico de Londres en 1972, y que se convirtió, gracias también a una machacona publicidad y a una efectista escenografía en la que los visitantes tenían la sensación de entrar en la tumba del faraón, en un fenómeno internacional en su gira por varios museos europeos.

Como se puede intuir, el debate generado entorno a estas exposiciones radica en si con ellas se banalizan en exceso los contenidos de los museos que pasan a convertirse en parques de atracciones más que en centros de conservación, investigación y divulgación científica de prestigio.

En mi opinión, creo que como en todo, la harmonía reside en el equilibrio y una exposición lúdica puede a la vez ser seria a nivel de conocimientos. En el caso que nos ocupa del CaixaForum, creo que han hecho una buena labor divulgativa y lo que creo más importante, contribuyen a fomentar los hábitos culturales relativos a la visita de exposiciones, incluso los de mis alumnos.

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