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Música

Antònia Font: «Si con este nuevo disco la gente es un poco más feliz, habrá valido la pena»

El grupo se ha dividido para la promoción de ‘Un minut estroboscòpica’, ya en las tiendas y plataformas digitales. Joan Miquel Oliver y Pau Debon han hablado de él en Barcelona y, la sección rítmica, ha hecho lo propio en Palma. «Hemos resumido la esencia de Antònia Font en este trabajo», afirman

Joan Roca: "El nuevo disco resume la esencia de Antònia Font"

Joan Roca: "El nuevo disco resume la esencia de Antònia Font" Bernardo Arzayus

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Joan Roca: "El nuevo disco resume la esencia de Antònia Font" Gabi Rodas

Diez años después volvemos a tener un disco de Antònia Font entre las manos. ¿Qué sienten en un día como hoy?  

Joan Roca: La banda vuelve a estar ilusionada, con ganas de hacer lo que nos hemos propuesto. Que la criatura esté ya en la calle nos pone contentos. Sabemos que hay mucha gente que espera este disco y hoy será un poco más feliz. No tenemos grandes expectativas. Si logramos eso, que con este disco la gente sea un poco más feliz y tenga momentos agradables, habrá valido la pena.

Jaume Manresa: Hemos dormido muy bien. No hemos notado aquello del «¡ay, ay, ay!» que sí vivimos con el primer disco, hace 20 años. Todo ha sido más reposado. 

No me puedo creer que los nervios no les hayan asaltado en ningún momento.

J. R.: Teníamos una responsabilidad. Para lo bueno y lo malo, Antònia Font tiene un peso histórico, un bagaje. Hay una expectación muy grande por este disco, pero cuando ves que sale y la cosa se confita, uno se relaja un poco.

¿Qué excusas pusieron todos estos años, cuando les paraban por la calle y les rogaban: volver, volver, volver?

J. M.: Les decíamos la verdad, que el grupo no existía. 

J. R.: Nosotros siempre hemos sido muy honestos. La banda estaba disuelta. Sí, nos veíamos en cenas, pero musicalmente cada uno de nosotros tenía sus cosas. No eran excusas. «Ahora mismo es imposible», les decíamos. 

¿Cómo encajaron ustedes dos aquel adiós? 

J. R.: Cuando nos separamos fue una decisión reflexionada y consensuada. No hubo mucha disparidad de criterios. Llevábamos 17 años juntos. Pudo haber pena, pero fue una pena sana. No fue un adiós trágico.

J. M.: Hubo hasta un punto de liberación. 

J. R.: Sí, como músico yo estaba muy ubicado. Podía hacer conciertos clásicos o de jazz pero la gente siempre me ubicaba en Antònia Font. Era como si fuera un personaje. Si hacías algo distinto la gente se sorprendía. Teníamos ganas de soltar ese peso, por decirlo de alguna manera. Sé que esa condena, que no es nada chunga, al contrario, nos acompañará siempre, pero en ese momento recuperamos una vida musical que a lo mejor Antònia Font, por la exclusividad y la profesionalidad que tenía el grupo, no te permitía.

¿Quién pegó el primer telefonazo para este regreso?

J. M.: Los royalties del primer disco, Antònia Font, nos dan para poder hacer una cena cada cierto tiempo. En una de esas cenas, después de haber tocado en el Concert per la Llibertat d’Expressió [en el Palma Arena, en junio de 2018] y tomar algo en el Lórien hasta las tres de la madrugada, ya al despedirnos, frente al Teatre Principal, Pau [Debon] nos dijo: Teniu toquera, al·lots? Ahí surgió el gusanillo. Luego hubo más cenas en las que discutimos mucho la fórmula del regreso, y dimos con ella: un disco nuevo y 10 conciertos.

«Tras ocho años sin hacer nada juntos, no existe la necesidad de buscar una nueva estética, sino de experimentar otra vez qué era Antònia Font, dónde quedó su discurso». Palabra de Jaume Manresa, de hace unos meses. 

J. R.: Teníamos claro que si había que volver el disco debía resumir un poco la esencia de Antònia Font, había que ir al bessó. Joan Miquel Oliver reflexionó sobre cuáles eran los elementos que nos definían más. Antònia Font tiene una esencia, pero también tiene un inicio, una trayectoria y ahora estamos en otro punto. Hay una evolución, hay una línea y una cierta personalidad que está impregnada en cada disco.

J. M.: El último disco [antes de la disolución], el Vostè és aquí (2012), fue como una experimentación, en los límites de Antònia Font. Aquí sí teníamos claro que queríamos ir a la esencia de Antònia Font. Y encontrar eso no es tan fácil, desde la composición, las letras, los arreglos, las melodías… Creo que lo hemos conseguido, pero el proceso ha sido incierto, en este sentido.

¿Cuál es la esencia de Antònia Font?

J. M.: Aun no lo sabemos (risas). No lo sé explicar con palabras. Cuando Joan Miquel Oliver nos pasó cuatro temas, todos muy embrionarios, le llamé y le dije: esto es Antònia Font. Y cuando Pau las cantó: aun lo era más. Cuando ibas a meter un arreglo había algo que ya te marcaba mucho. Supongo que la esencia es esa mezcla de melodía, letra, imagen y la voz de Pau.

Sumado a una aparente sencillez, nada de pomposidades. 

J. R.: Cuando uno escucha a Pau ve a alguien cercano, alguien que podría estar sentado junto a ti, a quien invitarías a un café. Todo el cúmulo de frecuencias de su voz hace que la letra entre muy bien. Pau no es un frontman pero transmite mucho, sobre todo una proximidad que hace que la gente pueda asimilar fácilmente el mensaje. Además es un tipo que se cuida, no grita mucho, habla flojo, vida sana…

J. M.: Tiene una voz privilegiada. Tiene un muy buen instrumento. En las sesiones de grabación me sorprendió el control que tenía de la voz. Hacía diez años que no grababa y pensé que igual estaría desentrenado. ¡Qué va! Al contrario.

La máquina estaba engrasada, como ya demostraron en el Concert per la Llibertat d’Expressió.

J. R.: Cierto. Para aquel concierto no hubo ensayos, tampoco para grabar el disco. Diría que es el disco que hemos hecho con más tiempo y dedicación, y con menos presión del timing. La lentitud que haya podido tener ha sido para disfrutarlo y llegar a la conclusión correcta cuando añadíamos algo. Hemos montado el puzle con tranquilidad. 

La pandemia, la guerra, la amenaza nuclear. «És sa vida que és una puta merda i és món que se’ls està acabant». ¿Qué viaje proponen para evadirnos?

J. M.: En el caso de esta canción, Amants perfectes, sería el amor. El amor puede estar por encima de todo eso, también la música, el arte en general, la estética... Eso es lo que de hecho Antònia Font siempre ha aportado. No te dará una solución concreta a una guerra, porque no la sabemos, pero sí que te puede aportar una experiencia, una sensación. Y a partir de aquí, en el mejor de los casos, te puede hacer mejor persona.

J. R.: El mundo de Antònia Font es muy accesible. Joan Miquel dota a lo trascendental de una visión doméstica, y al revés, a lo doméstico le da una visión trascendental. Su mensaje es universal, toca los grandes temas: el amor, la tristeza, la felicidad, el sentido de la vida... Cuestiones que todos nos planteamos en algún momento.

Joan Roca y Jaume Manresa, de Antònia Font, con un 'siurell', otro icono de Mallorca B.RAMON

Un minut estroboscòpica ve la luz en digital, vinilo y cedé. ¿Dónde lo podré escuchar mejor? 

J. R.: En vinilo, si tienes un plato.

J. M.: Tenemos la intención de reeditar todos los discos anteriores de Antònia Font en este formato. Un minut estroboscòpica es nuestro primer disco en vinilo.

¿Qué les sugiere la portada de Un minut estroboscòpica

J. M.: La portada es de Petra Pericàs, una artista mallorquina. Cuando vimos su obra vimos que tiene algo muy Antònia Font. No sé qué es pero nos pasó a todos. Nos entró a la primera.

¿Tienen mono de escenario?

J. R.: Sí. Ahora que estamos ensayando hemos recuperado sensaciones. Creo que todos estamos en un muy buen momento, tanto personal como de grupo. Revivir todo esto es un regalo.

En Inca compartirán escenario con Miquel Serra, en Valencia con Maria Jaume y en Barcelona, con el grupo Da Souza. ¿Quién ha hecho la selección?

J. M.: Nosotros. Buscábamos músicos que nos gustaran. Los tres nos son cercanos, a nivel de amistad. Nos entusiasman sus propuestas y otra cosa importante: siempre hemos defendido que en Mallorca hay grandes artistas en el mundo de la música. Así que es una pequeña manera de reivindicar la escena mallorquina.

Lástima que la mayoría de los grupos musicales estén en el paro. ¿Por qué los músicos no salen a la calle para protestar, como hacen los transportistas o los taxistas?

J. R.: El sector musical es muy complejo. No hay una cultura de consumo de música en directo, a la gente a veces le cuesta pagar una entrada... Eso para empezar. Y hay más: hay gente que tiene un bar o una sala de conciertos y también le cuesta pagar a los músicos. Y a los músicos, en general, les cuesta asociarse, a diferencia de los transportistas o taxistas. Además, está el intrusismo, gente que tiene ilusión por tocar, que tiene otro trabajo, y acepta tocar sin cobrar. U otros, más necesitados, que lo que quieren es tocar y para ello se bajan el caché. El problema es poliédrico. Muchas cosas están en contra y pocas, a favor. Es un problema de base cultural. El musical es un sector que da muchas alegrías a la gente pero está poco valorado en la sociedad. De todas maneras la música es un complemento muy interesante para afrontar esta realidad tan difícil que vivimos actualmente.

J. M.: La música te da un componente de pensamiento abstracto muy interesante. Yo recomendaría que la música se aprenda ya de pequeño. Eso se debería potenciar más.

¿De qué puede presumir Toni Pastor, el sexto Antònia Font, que ha participado en este disco con su ‘llaüt’ y también grabando las baterías en el Teatre de Santa Mònica?

J. R.: Toni Pastor es un referente de nuestra isla musical. Hasta hecho tanto por la música... Yo ya le admiraba cuando aprendía a tocar el bajo.

J. M.: Puede presumir de muchas cosas como músico y como técnico. Con Antònia Font lo hemos tenido más como técnico y hemos aprendido muchísimo de él. Cuando le vi tocar por primera vez, con Daniel Higiénico, en un bar de Porto Cristo, hace mil años, flipé. 

El arsenal poético de Joan Miquel Oliver incluye algunos dardos. «I què mos donen? No mos donen res. I què mos deixen? No mos deixen res», canta Pau Debon en Cultura silenci. ¿Qué le reprochan a Mallorca?

J. M.: El conformismo. El carácter mallorquín tiene algo muy bueno, y es que acepta. Y eso para la vida te ayuda, porque no te queda otra. Pero una cosa es aceptar y otra, conformarse. Y creo que a veces somos muy conformistas y nos comemos cierta mierda que no tenemos por qué tragar.

¿Ya han definido el ‘set list’ de los conciertos de este año?

J. M.: Ha costado pero sí, ya lo tenemos. Tenemos tantos temas... Hicimos una primera selección y nos salieron unas 50 canciones. Hubo que pulir. En el set list están representados todos los discos, del primero al último, incluido A Rússia.

J. R.: También hemos pensado en un buen show, queremos ofrecer una experiencia que marque al público.

Alguno dirá: tanto trabajo para solo cuatro conciertos.

J. M.: Ya... (risas).

J. R.: Bueno, en 2023 haremos seis más. Ese es el pacto y Antònia Font suele cumplirlos.

Un consejo: despidan al responsable de márketing. El lanzamiento de Un minut estroboscòpia coincide con lo nuevo de Rosalía.

J. R.: A mí me gusta mucho Rosalía. Me gustan los artistas que reconoces solo con dos segundos de escucha. Tiene personalidad y desparpajo.

J. M.: Nuestro técnico era el técnico de sonido de El Guincho [músico canario que está detrás del éxito de Rosalía] y llegó un momento que no pudo compaginar El Guinxo y Antònia Font, y se quedó con nosotros. Yo siempre le digo: si hubieras seguido con El Guinxo ahora estarías con Rosalía.

¿Y él qué responde?.

J. M.: Que está mejor con Antònia Font.

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