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Escritor
Entrevista

Daniel Gascón: «Todos nos hemos vuelto 'hipsters'»

«Pensé en rebajar ciertos disparates del libro, pero la realidad ha llegado a superarlos»

El escritor y columnista Daniel Gascón presenta en Palma ‘La muerte del hipster’ Archivo PI

El escritor y columnista Daniel Gascón presenta este jueves La muerte del hipster en la librería La Biblioteca de Babel, en Palma, tras el éxito de Un hipster en la España vacía. En la continuación de su irónica novela, el protagonista tiene que gestionar la pandemia y lidiar con los urbanitas.    

¿Dónde están los hipsters?

Como todos los movimientos que tienen un gran éxito, se han dispersado por cualquier parte y por eso tenemos la sensación de que han desaparecido. Todo se hipsteriza, incluso cuando vas a los pueblos pequeños, como el del libro. Hace poco estuve en los de mi infancia y solo hay talleres de yoga y leche de soja. Pides un café en el bar de siempre, el del teleclub, y la tienen. Me imagino que será porque también toman leche de soja los del pueblo. Si no, dejarían de ofrecerla. Todos nos hemos vuelto hipsters. Parece que nos hemos adaptado.

¿Por qué muchos urbanitas trasladan sus costumbres a la España vacía?

Ahora es más fácil hacerlo, por lo que la gente prefiere cambiar lo menos posible muchas cosas, para que su ruptura con la ciudad no sea tan abrupta. A ello se suma algo que se ha puesto de moda durante los últimos años, pensar que lo personal es político. Si uno decide que su estilo de vida es una declaración política, es decir, que aquello que coincide con sus gustos es precisamente lo bueno, qué menos que evangelizar un poco a los demás. Si me apetece tomar leche de soja o el poliamor o lo que sea, hago proselitismo de eso allá por donde voy.

¿Por qué regresan a la ciudad quienes huyeron al campo en la pandemia, es difícil adaptarse?

En muchas profesiones sí es complicado y también cuando tienes una familia con hijos que con el tiempo deberán estudiar fuera y tendrán que marcharse. Durante el confinamiento y los meses posteriores, quizás hubo más mito que realidad. No creo que hubiese tantos traslados al campo, sino más bien fantasías de muchas personas que querían vivir de otro modo.

¿Debido al encierro?

Sí, porque no tenían ninguna de las ventajas de la ciudad, como los restaurantes, espectáculos y vida social, por ejemplo, ya que todo había sido interrumpido de forma radical; y de repente uno se encontraba en un piso carísimo desde el que no se veía el cielo. Muchos pensaron que la vida en el campo haría más fácil tanto el confinamiento como las muchas restricciones que hubo después debido a la prolongación de la pandemia. Sonaba muy atractiva esta visión desde la ciudad de los neorrománticos, aunque ha sido idealizada en exceso.

En Mallorca el problema es de sobrepoblación y los hipsters conviven con los nórdicos. ¿Le daría para la tercera entrega?

Jaja. Las zonas que conozco de la isla están poco pobladas, pero con épocas de sobreexplotación turística, como la Tramuntana. Me pareció curioso que había cierta similitud de la orografía con la del Maestrazgo [donde se ambientan sus dos novelas].

Escribió el último libro tras el confinamiento. ¿Lo ocurrido después con la prolongación de la pandemia supera la ficción?

La novela es muy disparatada y algunas veces pensé en rebajar ciertas cosas para no pasarme, aunque después me encontraba con la realidad del momento y era tan caricaturesca que ha llegado incluso a superar el texto. Había medidas que seguramente tenían sentido en las ciudades, pero no en las zonas rurales.

¿Por eso el protagonista, que es el alcalde, dicta un bando contra la distancia social?

Este es un ejemplo extremo que busca el humor, pero es que un amigo me contó que la Policía Local paró a su tío hasta cuatro veces por ir a su huerto. Este tipo de cosas las teníamos cada día.

¿El nombre del pueblo, La Cañada de Azcón, es un guiño al humor surrealista de Azcona?

Podría ser, porque me encanta Azcona, pero lo puse porque mi abuelo nació en una masía que se llamaba Masada de Azcón, que está en un pueblecito de Teruel llamado Ejulve. De todos modos, soy un gran admirador de los guiones y novelas de Azcona, que me han influido mucho. Siempre me ha hecho ilusión proceder de un lugar que evoca su cine rural.

También recuerda a Amanece que no es poco.

José Luis Cuerda es otro de los cineastas que han introducido el surrealismo en el campo. Esta mezcla con el costumbrismo me atrae y se encuentra en ambos. De hecho, trabajaron juntos en numerosas películas, entre ellas El bosque animado. Pese a que no ha sido de forma premeditada, son influencias que he tenido y me gusta que mis libros tengan cierto poso de ellos.

¿El pueblo es extrapolable a «la realidad de nuestro país», tal como dice un crítico literario?

Cuando lo escribía, pensaba en crear un pueblo como la aldea de Astérix, un pequeño lugar en el que podía pasar de todo, con unos personajes exagerados y muy característicos que servían para ir reflejando los temas de la política y la cultura española que me interesaban en ese momento.

Antes escribió el polémico ensayo El golpe posmoderno, sobre el procés. ¿Habrá más?

Me gustaría. Estoy contento con aquel libro, me lo pasé bien haciéndolo, aprendí mucho y me parece que la idea central del tema se sostiene, tal como se ha comprobado con el tiempo, pese a que siempre matizarías algo.

Podremos ver en la pantalla Un hipster en la España vacía. ¿Le sorprendió que Netflix la quiera convertir en serie?

Me hizo mucha ilusión, ya que tiene posibilidades audiovisuales y porque el humor en la pantalla es diferente al literario cuando lo ven varias personas a la vez. La risa es contagiosa y sería bonito contribuir a que se produzca una carcajada común con la historia.

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