300 crits: Lilí Rossell

Canciones propias, como La gavina que tanto éxito tuvo y tiene todavía, junto a versiones de otros cantautores, como Le métèque de Moustaki y a adaptaciones de temas del repertorio revolucionario como Grândola, Vila Morena de José Alfonso, llenaron, el pasado viernes, el Teatre de Porreres, hora y media de buena música y de buen hacer. Fue a través de la voz y la guitarra de Marina Rossell, acompañada al piano, nada menos que por Xavi Lloses, uno de los músicos y productores catalanes más interesantes del momento y que ha trabajado junto a Gerard Quintana o Jaume Sisa, entre otros. Lloses es quien firma las versiones de esos temas, para las que, en algunos momentos y sin abusar, añade técnicas electrónicas, que simulan ecos y otros sonidos.

Rossell tiene su público, que conoce y canta sus canciones y que espera de ella ese toque íntimo e incluso algo melancólico que inyecta en cada uno de los temas que interpreta.

Rossell tiene tablas, cosa que le lleva a dosificar muy bien el orden del programa, alternando obras, estilos y maneras de forma muy inteligente. Ahora una melodía popular, ahora un canto revolucionario, ahora un tema en el cual hace participar al público. Poco importa si la afinación no es la perfecta y si los susurros no suenan como antes, pues el poder de seducción de la artista está por encima de todo ello.

Y, al final, aplausos muy merecidos; lo que llevó a los dos artistas a cantar algunos pluses y algún bis, como Lili Marlen, una de las «canciones más hermosas jamás escritas», como la definió la artista catalana.