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ARTE CRÍTICA

Galería Pelaires, 'A l'ombra del Tomir': El paisaje de la forma humana

El paisaje de la forma humana

Caminando por Palma, la ciudad está llena de rincones que me recuerdan a determinados momentos de mi vida. El local ahora cerrado que un tiempo fue el escenario de mis primeras salidas al cine con amigas, la ventana de un hotel, la cafetería donde merendábamos los sábados, la tienda a la que acompañaba a mi madre a comprar telas para hacer vestidos, el portal del primer beso… Si pudiéramos coger un plano de la ciudad o el pueblo en el que hemos crecido y marcar los puntos importantes que nos vinculan con los momentos especiales de nuestra vida, trazaríamos las coordenadas emocionales que representan una parte esencial de nuestra historia personal.

Algo así ha hecho, salvando las distancias, Nicholas Woods (Virginia, 1971). El artista ha trabajado a lo largo de su carrera con la idea del significado emocional y cultural, pero no de la ciudad, sino del paisaje, con el que ha tenido a lo largo de su vida una vinculación muy estrecha desde que acompañara a su abuelo a diversas excavaciones por tierras españolas.

Pero la pandemia, el confinamiento, el coronavirus, ha dejado huella también –como en todos los artistas, como en todos nosotros– en su obra. Woods comenzó a explorar el paisaje desde otra perspectiva: desde la visión del «paisaje de la forma humana».

Para la propuesta que este artista norteamericano hace para la galería Pelaires, las obras expuestas son el resultado de la acumulación intencionada de múltiples capas que revelan el proceso creativo del artista, reutilizando telas pintadas anteriormente, en las que las figuras humanas toman ahora el protagonismo entre otras telas de paisajes floreados.

No voy a ser yo quien estropee las intenciones del artista, quien espera que el espectador sea el que interprete de manera libre y personal el significado de sus cuadros. Con lo dicho hasta ahora basta para alentar la curiosidad de aquellos que deseen enfrentarse de manera libre y sin perversiones condicionadas a la contemplación de las obras.

Que no haya más condicionantes que la experiencia personal proyectada a partir de lo representado. Que ahora cada uno intente entender lo que quiere decir hacer de la figura humana el paisaje del cuadro.

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