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CON CIENCIA

Cromañones

Un equipo de paleoantropólogos y arquéologos especializados en el Paleolítico Superior acaba de aportar nuevas evidencias acerca de la cuestión harto debatida de la primera presencia de seres de nuestra especie —humanos modernos, Homo sapiens— en Europa. Las fechas han ido yendo hacia atrás a medida que se suman los indicios y, en términos generales, se aceptaba ya que los cromañones podrían haber alcanzado el sur de Francia hace cerca de 45.000 años.

Ludivoc Slimak, investigador del CNRS (el equivalente francés de nuestro Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en la universidad de Toulouse, es el primer firmante de un trabajo aparecido en la revista Science Advances que da cuenta del hallazgo de instrumentos líticos asociados a un diente infantil en la cueva Mandrin (valle del Ródano, Francia). Son muy numerosas las tallas de piedra en la cueva, con la mayoría de ellas similar a los artefactos encontrados en yacimientos de neandertales. Pero un grupo de útiles, cuchillas y puntas afiladas, con tecnología que corresponde a la de las primeras tallas de los humanos modernos, ha sido encontrada junto al diente infantil en un nivel sedimentario cuya datación ha sido establecida entre 56.800 y 51.700 años. Ese nivel se encuentra encajado a caballo entre los musterienses (propios de neandertales) más antiguos y más modernos. Lo que lleva a los autores a afirmar que neandertales y Homo sapiens fueron alternándose en la ocupación de la cueva Mandrin, con una presencia de humanos modernos que adelanta la entrada de los cromañones en Europa hasta unas fechas entre 5.000 y 10.000 años más antiguas que las que se daban por buenas hasta ahora.

El debate no es trivial porque algunos de los primeros hallazgos de simbología artística en las cuevas del sur de Francia y del norte de España se instalan en esos cerca de 50.000 años durante los que, hasta ahora, se suponía que sólo estaban presentes los neandertales. Eran, pues, evidencias que defendían la posesión por parte de la especie más cerca a la nuestra de una mente capaz de realizar símbolos, es decir, similar a la nuestra. El hallazgo de la cueva Mandrin habla en contra de esa interpretación.

Sin embargo, para dar por buenos los esquemas que aportan Slimak y colaboradores es necesario confirmar la presencia de Homo sapiens en el nivel que corresponde a los artefactos avanzados y el diente infantil. La pertenencia de éste a un humano moderno se ha establecido sólo mediante estudios morfológicos que en restos infantiles siempre dejan dudas. Como han expresado otros arqueólogos consultados por la revista Nature, contar con el ADN del diente supondría un dato esencial pero no se ha obtenido todavía. De todas formas, y en mi opinión, la presencia de humanos modernos en Europa en el entorno de los 50.000 años no permitiría descartar que los símbolos de las cuevas cantábricas los hicieron los neandertales.

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