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Una letra que lleva cola

La primera ç: una historia alternativa de su origen

“La ç tienen un origen gráfico distinto al que se había dicho hasta ahora”, sostienen los paleógrafos Jesús Alturo y Tània Alaix

En los últimos días, impulsados por un hilo en Twitter que ha levantado pasiones, hemos intentado dar respuesta a una pregunta: ¿es cierto que los catalanes escriben hoy la ç de forma distinta a franceses o portugueses, por qué y desde cuándo? Pero aún hay otra más: ¿cuál es el origen de esta letra? Dos paleógrafos de la UAB, el catedrático Jesús Alturo y la doctora Tània Alaix, nos explican que tienen una interpretación que diverge de la que se considera comúnmente aceptada. “La ç tienen un origen gráfico distinto al que se había dicho hasta ahora”, sostienen.

En cuanto a la primera cuestión: hemos llegado a una conclusión provisional. Hasta la reintroducción generalizada de la enseñanza del catalán a finales de los años 80, los catalanes escribían la ç igual que franceses o portugueses, con una ‘cola’ por debajo de la c. Los materiales pedagógicos introducidos en ese momento modificaron esta grafía por otra más espontánea, en la que la c quedaba efectivamente ‘cortada’ por el trazo inferior. Pero esto es historia reciente, muy reciente. Sobre el origen de la ç, al menos en tierras catalanas, Alturo y Alaix fijan una fecha fundacional muy concreta: el año 1011, hace, pues, 1.011 años (ya es casualidad).

Resumiendo mucho, en general se considera, siguiendo al filólogo Ramón Menéndez Pidal, que la ç tiene como origen la modificación de la letra zeta de la caligrafía visigótica (que representaría el sonido sonoro [dz], similar al del catalán actual ‘atzar’) para que, añadiendo una c encima (una zeta ‘copetuda’) pasara a representar el sonido sordo [ts]. La zeta se iría atrofiando (hasta dar forma a una ce con cola, o cedilla) y esta innovación gráfica pasaría del castellano a otras lenguas como el portugués, el catalán, el occitano o el francés.

La explicación tradicional de la evolución hacia la ç. EPC

Una nueva versión

Alturo y Alaix discrepan. En su opinión, la ç tendría su origen en el enlace gráfico entre una c y una i (de la que la cedilla sería un resto) en la escritura minúscula cursiva utilizada en el latín, por lo menos ya en la antigüedad tardía. La letra representaría a un sonido distinto, la s sorda. Y el origen difícilmente sería castellano (sino más bien poligénico) si se considera que han identificado el primer ejemplo de uso gráfico de la ç en Catalunya ya en un manuscrito en latín del año 1011, lo que hace más bien inverosímil su importación castellana. La ç con una cedilla de trazo más elegante (como la que identifican en otro manuscrito del 1044) sería más bien el resultado de un mayor deseo de refinamiento según su parecer. Sobre esta y otras cuestiones esperan poder dar más detalles en su libro de próxima aparición sobre las primeras manifestaciones escritas del catalán (en la que indicarán un nuevo candidato a ser el texto literario más antiguo en catalán).  

Vayamos por partes. Para empezar los dos paleógrafos presentan un ejemplo ya de un manuscrito merovingio (poco anterior al año 515) de este enlace ci.

La combinación CI en un texto franco del siglo VI. EALOS@ELPERIODICO.COM

Con el tiempo la sílaba ci adquiriría un sonido sibilante cuando precedía una vocal y la i descendiente del enlace quedaría reducida a un simple apéndice de la ce a manera de una cola. Un ejemplo de esta evolución se puede ver en la palabra “conuenientia-conueniencia”, de donde procede ‘convinença’ en un documento de la biblioteca del Monasterio de Montserrat. Así, Alturo y Alaix afirman que “el apéndice de la c cedilla es el resto de la i del enlace”.

La combinación de c más i en un manuscrito de la biblioteca del Monasterio de Montserrat.

el primer ejemplo de la ç aparece en un glosario anexo a la copia de un 'Liber iudicum popularis', del año 1011, manuscrito conservado en la biblioteca de San Lorenzo de El Escorial. En este glosario que aclara el significado de palabras que eran de significado oscuro para sus contemporáneos, el juez y diácono barcelonés Bonsom (que firma como 'Bonus Homo levita') aclara que ‘innocuos’ significaba ‘inoçentes’. A estas alturas la ç ya representaría el sonido s en una palabra que en origen no incluiría la combinación ci, por lo que sería un caso de hipercorrección “lo que implicaría que este uso era muy anterior”, apunta Alturo.

La palabra 'inoçentes' en un glosario barcelonés de 1011.

La firma de Bonhom ('Bonus Homo') en un manuscrito del Arxiu de la Catedral de Barcelona ARXIU DE LA CATEDRAL DE BARCELONA

El segundo ejemplo sería de 1044. Un texto del Archivo Capitular de la Catedral de Barcelona interesante por otros motivos además del uso de la ç en la palabra ‘çabatarii’. “Es un caso insólito en Europa en el que se documenta que el obispo de Barcelona compra dos gramáticas a cambio de dos terrenos, lo que explica el alto valor que tenían los libros”, nos ilustra Alaix. Y es un ejemplo de ‘catalanada’ en un texto en latín. Un ‘sabater’ como una casa, pero escrito “revestido de falsa latinidad”.

Si miramos atentamente, esta palabra nos ofrece también un ejemplo de cómo se modifica con el tiempo la escritura de los signos gráficos. Las letras i aún no llevan un punto pero sí la doble i de 'çabatarii': un recurso para aclarar que se trata de dos vocales, y no una consonante con la que sea podrían confundir (como una n).

Çabatarii, o 'sabater' (1044)

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