Diario de Mallorca

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Judith Jáuregui Pianista

«Grieg es una de las cimas de la música de su época»

La pianista actuará junto a la Simfònica este viernes en Palma y el sábado en Manacor

Jáuregui considera que «la música abre el espíritu, enseña a ser más tolerante».

La pianista Judith Jáuregui, nacida en San Sebastián, participará en el próximo programa de la Simfònica interpretando la parte solista del Concierto de Grieg, el próximo viernes en Palma y el sábado en Manacor, con la directora Lina González-Granados al frente de la formación.

En época covid dio conciertos por 'streaming' desde su casa ¿cómo fue la experiencia de tocar sin público?

Los tres primeros meses fueron terribles, pero muy pronto, afortunadamente, empecé a tocar en salas con público. Y es que tocar sin el calor de los que te escuchan es triste, nunca es lo mismo. Con los conciertos en directo los intérpretes compartimos espacio y energía con los presentes. En un concierto, el público es parte activa, ya que se crea una energía recíproca. Lo del 'streaming' valió para ayudar a pasar la soledad, pero se echaba de menos el contacto con la gente, su presencia.

Cuando actuó ya frente al público ¿cómo definiría ese reencuentro?

Muy emocionante. Es un tópico, pero debo decir que nos necesitábamos. Y es que el poder de la música en vivo es este, establecer una comunión para llegar a la emoción. Sin emoción ¿qué nos queda? Es necesaria para movernos a hacer cosas. A través de la música en directo podemos seguir alimentando el alma. Fue, sin duda, un reencuentro muy especial.

¿Cómo han vivido los artistas de música clásica la pandemia?

En España fuimos los pioneros de Europa ya que se empezaron a abrir salas muy pronto. No todas, naturalmente, algunas como las pertenecientes a muchas de las sociedades filarmónicas permanecieron cerradas, pero tuvimos la suerte de que aquí se abrió antes que en otros países. Fue como un pequeño milagro, pues en una época convulsa hubo algunas luces esperanzadoras. Por otra parte, en mi caso se alternaron algunas cancelaciones con sustituciones de última hora, ya que algunos artistas de fuera no podían venir. De todas maneras, fue todo muy raro.

No hace mucho sacó un nuevo disco ¿cómo ve la situación discográfica en esa época de la música on line?

El mundo de la discografía también está mirando a lo digital, pero en el fondo soy una romántica y pienso que un disco es como una biografía musical del intérprete. Quiero grabar para dejar constancia de un momento profesional concreto. He sacado seis discos en doce años y con ellos pretendo contar quién he sido y quién soy. Cada disco es como una historia. No vivimos una época floreciente del mundo del disco como se vivió hace años, pero sigo creyendo que es importante grabar para dejar una foto musical. Y para aprender. Yo en el estudio de grabación aprendo muchas cosas. Me conozco más. Es como si me pusiera frente a un espejo y me cuestionara a mí misma.

En este último disco alterna obras de Robert y Clara Schumann. ¿Podemos decir que la compositora, de no haber sido mujer, hubiera tenido un lugar en la historia incluso por encima de Robert?

Pero no solamente por ser mujer, que en su época era un freno, sino también por dedicarse más a la interpretación como pianista que a la composición en sí. Clara tenía una vertiente de solista que le restó su capacidad compositiva. De todas maneras, debemos reivindicar a las mujeres compositoras, como la propia Clara y otras como Fanny Mendelssohn o la americana Emy Beach, a quien admiro mucho, y que tiene un extraordinario concierto para piano.

En los conciertos en Mallorca ha elegido Grieg ¿Qué tiene de especial ese concierto para piano?

Grieg es una de las cimas de la música de su época y ese concierto es su gran obra. Si a veces relacionamos ciudades con músicos, a Grieg debemos relacionarlo con la propia naturaleza. En la obra de Grieg hay paisaje, entorno natural, incluso podemos pensar en los fiordos noruegos. Grieg es la naturaleza. Y en ese concierto hay momentos que parecen surgidos de las estrellas y otros de las auroras boreales. El segundo movimiento, por ejemplo, está escrito en la tonalidad de los sueños y toda la obra juega con el cromatismo, con las emociones, con los colores. Y parece imposible que tanta belleza surgiera en una época dura para el compositor, pues vio morir a su hija.

¿Qué le interesa a la hora de afrontar una partitura?

La honestidad. Ser lo más honesta posible para transmitir la idea del compositor. Cuando toco una obra, mi deseo es ir a la esencia y encontrarla es el máximo a lo que podemos llegar. Somos intérpretes y por lo tanto transmisores y por eso debemos ser respetuosos con el autor.

La crítica especializada destaca en usted su refinamiento.

La verdad es que no controlo demasiado lo que dicen de mí. Y si refinamiento es intentar interpretar las emociones y trasladarlas, pues sí, soy refinada. Pero piense que, en la música para piano, que llena tres siglos, hay una amplia gama de momentos, algunos refinados, otros llenos de pasión. Vamos de lo sutil a lo descarnado. Por eso merecen la pena el arte y la vida. Si el arte sale de dentro entonces hay comunión.

Usted ha alternado los conciertos de la llamada música clásica con otras formas de arte como el jazz y el teatro. Con el pianista cubano Pepe Rivero versionó a Chopin y junto a José Sacristán se acercó a Machado. Háblenos de esos proyectos.

Me han dado mucha felicidad. Soy curiosa y me inspiro en la vida. Me siento muy bien cerca de la naturaleza y del mar. Hay arte en muchas cosas de la vida y juntarme con otros estilos me ha enriquecido. Fue una joya trabajar con Sacristán. Y lo de Chopin tocado al estilo de jazz latino me ayudó, pues de Pepe y su trío aprendí mucho sobre improvisación y dinamismo. La improvisación nos desencorseta y el dinamismo, en la música, es necesario para avanzar. Sin dinamismo la música se estanca.

Mientras que en otros países europeos se han aprobado medidas para los artistas en época de pandemia ¿es la cultura la gran olvidada de nuestros gobiernos?

La cultura en general y la música clásica en particular es tristemente minoritaria, sobre ella no tenemos el foco que tienen otras disciplinas como el deporte. Falta música en la educación, en las escuelas. La música abre el espíritu, enseña a ser más tolerante, más empático, más sensible. La música en las escuelas es la gran asignatura pendiente. Y desde la infancia.

¿Qué significó tener como maestro a Vadim Suchanov?

Muchísimo, pues lo conocí en unos años cruciales para mi formación y me enseñó a estudiar. Con él, durante tres años, trabajé tres horas diarias. Y es que siempre he tenido mucha suerte con mis profesores. No tengo palabras para agradecerles a todos lo que me han enseñado. Laurentino Gómez vio en mí las ganas de compartir y, a los ocho años, me hizo crecer. Cristina Navajas, de la escuela francesa, me educó en el sonido, en el refinamiento que hablábamos antes, en la pulcritud. Claudio Martínez Mehner me enseñó a estructurarme cuando yo era un volcán de sentimientos. Todos me han aportado algo y ahora, como profesional, a veces toco para ellos para que me asesoren.

Empezó a los cinco años y ahora a los treinta y pocos ya toca las grandes obras del repertorio ¿Cuándo se consigue la madurez musical?

Nunca se sabe. Y en la vida ¿cuándo se es maduro? Hago mía la sentencia socrática de «solo sé que no sé nada».

En los conciertos en Mallorca trabajará junto a la directora Lina González-Granados ¿Por qué, si hay muchas pianistas mujeres, hay en cambio tan pocas directoras?

Pues porque es una deuda histórica que tenemos, no era habitual que las mujeres dirigieran orquestas y ahora, por fin y demasiado despacio se les da su espacio, el que les corresponde. Lina me consta que realiza un gran trabajo en Estados Unidos y ahora también en Europa. Estoy encantada de trabajar con ella, de descubrir su energía.

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