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El emérito y el precio de la luz no se libran de la 'Adoració de Reis'

Las morcillas de actualidad en la obra de Llorenç Moyà también incidieron en la peatonalización de Palma y hubo algunos olvidos y equivocaciones

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Representación de la 'Adoració dels Reis' en Palma

Los Reyes Magos tuvieron que compartir el protagonismo con Juan Carlos I en la obra teatral de la Adoració dels tres Reis d’Orient, que finalmente pudo celebrarse en Ses Voltes porque este jueves lució un sol radiante. La que no apareció fue la estrella que debía guiarles a Belén, ya que «se la habrá llevado Bárbara Rey emérito», apuntó Gaspar, interpretado por Andreu Serra, el conseller de Turismo del Consell. «¿Qué es del rey, el que tiene tantas amigas?», preguntó Herodes, representado con gran acierto por el barítono y profesor de instituto Miquel Company, que quiso contratar a «Villarejo dándole una gran paga para saber dónde el rey se esconde», añadió con doble sentido refiriéndose al niño Jesús y al emérito.

Las morcillas de actualidad en la 37 edición de la representación teatral del texto de Llorenç Moyà también lanzaron dardos contra el coste de la energía eléctrica, que «sube y sube el kilovatio hora» mientras que «la bajada de la luz es una profecía», como dijeron el secretario (el historiador del Arte Joan Contestí) y el personaje de la regidora de Ciudadanos en Calvià Consuelo Fernández, en el papel de uno de los criados. Aunque a Herodes le pareció estupendo que la Sibil·la (la cantante Cecilia Giménez) anunciase la oscuridad en el mundo: «Es bueno para mis amigos, y las puertas giratorias, porque hacen aumentar el precio de la luz». Tras estas palabras, se acercó y tocó libidinosamente a quien advirtió del Juicio Final, pero ella le respondió: «Si no es sí, es no», y arrancó los aplausos del público. Giménez, conocida por ser la Fada Despistada, también hizo un guiño al rapero mallorquín condenado. Fue al recordar que se halla en esta vida «para contar la verdad, aunque acabe como Valtònyc».

El texto tradicional rimado se alternó con las morcillas, lo que realmente querían escuchar los asistentes, según la espectacular maestra de ceremonias, que fue interpretada por Josep Orfila, el único actor profesional de la obra. Advirtió al inicio que «este año no hay ninguna cara conocida y aún menos talento». Y parece que lo veía venir, debido a que varios de los intérpretes amateurs tuvieron olvidos y equivocaciones. Pese a ello, siguieron adelante con sus guiones y morcillas de actualidad local, muchas relacionadas con la ciudad y la gestión del alcalde, José Hila. Hubo alabanzas a las peatonalizaciones y críticas a los polémicos cambios de nombre de siete calles, «el hotel pintado con muchos colorines», la suciedad y la falta de un proyecto de reforma para la plaza Major. Y también otras puyas a nivel estatal contra la LGTBIfobia, las sucesivas leyes educativas y que ya tenemos «tres vacunas en cada vena».

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