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Dos mallorquines colaboran con el hallazgo de antiguas tumbas en Egipto

Bernat Burgaya y Margalida Munar trabajan desde hace años en el yacimiento arqueológico de Oxirrinco, donde se ha descubierto una sepultura sellada e intacta de la época saíta - En Mallorca, les espera la elaboración de los informes

Margalida Munar y Bernat Burgaya posan en la ciudad romana de Pollentia, donde están trabajando esta semana. Guillem Bosch

Los restauradores mallorquines Bernat Burgaya y Margalida Munar han formado parte de la campaña arqueológica en Oxirrinco (Egipto) que ha descubierto dos tumbas de época saíta (664-525 a.C.), una de ellas intacta, al encontrarla cerrada y sellada. Para ellos ha sido «una maravilla» poder participar en esta misión que ha posibilitado este descubrimiento, «una alegría» por lo inesperado.

En esta campaña, Burgaya y Munar han trabajado como restauradores en el grupo dirigido por el Instituto de Oriente Próximo Antiguo de la Universitat de Barcelona (UB), en el que también ha participado la arqueóloga menorquina Irene Riudavets, consolidando estructuras y objetos que se iban extrayendo para estabilizarlos y que pudieran ser almacenados posteriormente. Los isleños son veteranos en este tipo de campañas y en este yacimiento.

Por muchos estudios e información sobre el yacimiento, «al fin y al cabo se trata de ir excavando y no sabes muy bien lo que te encontrarás debajo. Habíamos utilizado otras tecnologías para otros puntos de la ciudad, pero aquí no nos servía de mucho. Íbamos un poco a ciegas», explica Burgaya, durante un descanso de su jornada en Pollentia, pocos días después de regresar de Egipto.

La superposición de estructuras en el mismo yacimiento complica el trabajo en Oxirrinco, una tarea arqueológica «ingente», señala Munar, quien recuerda que sobre una de las criptas se halló otra con 60 cuerpos momificados, que hubo que extraer para seguir avanzando.

«Cuando ves que empiezan a salir cosas más antiguas, la alegría es máxima. Lo que pasa es que habíamos encontrado una serie de tumbas de época persa, algunas abiertas, y estábamos en una zona ‘tocada’. Salió la primera tumba, que ya estaba abierta, con las estructuras rotas y el sarcófago abierto. Sí que nos encontramos el cuerpo de la momificación dentro, pero estaba completamente removido por haber buscado los amuletos. Después, al lado, bajo una tumba grecorromana nos salió esta otra sellada y que tenía muy buena pinta, por lo que fue una alegría muy grande», continúa Burgaya. «Hasta que no abrimos y confirmamos que todo estaba en su sitio, había mucha emoción, no nos lo creíamos», prosigue el arqueólogo.

Biel Ferragut, Toni Puig, Margalida Munar y Bernat Burgaya. | GUILLEM BOSCH

En esta última campaña en Egipto han dedicado larguísimas jornadas al trabajo, para aprovechar al máximo su estancia allí, conviviendo con expertos en diversas especialidades de diferentes lugares. «Estábamos mañana y tarde restaurando piezas», explica Burgaya, porque una vez finalizada la campaña allí, necesitan contar con el máximo de información para continuar con su tarea desde aquí, que será redactar los respectivos informes sobre la gran cantidad de material.

«El año que viene nos encargaremos de parte de los materiales que han salido este año», comenta Munar. De lo que les espera allí, la restauradora tiene claro qué es lo prioritario: «Los papiros, porque además dan muchísima información y son muy difíciles de tratar y dan mucho trabajo. Creo que es lo más urgente, los papiros y los cartonajes».

«Al ser un ambiente desértico tenemos una serie de materiales que no suelen salir en una excavación normal, que son de tipo orgánico. Los más evidentes son las momificaciones, pero es verdad que encontramos papiros, tejidos, madera, huesos de fruta, dátiles, melocotones, cestería... Está en un relativo buen estado, pero necesitan estabilizarse. Y evidentemente los materiales que tienen más información documental también suelen ser prioritarios, como los papiros, que no siempre están escritos, las monedas y todo el material que como restauradores tenemos que hacer lo más rápido posible para procesar toda esta información y traerla a casa, para trabajar desde aquí», relata Burgaya.

«Todo son hallazgos, desde el primer día. Son cosas que aquí es imposible encontrar», apunta Munar, quien estuvo en la primera parte de la campaña. «Y cualquier cosa te da una información espectacular», añade al respecto su compañero.

El trabajo del grupo de la Universitat de Barcelona se desarrolla bajo la colaboración y supervisión del ministerio de Antigüedades egipcio. «El mismo día de la apertura de la tumba teníamos a todas las autoridades egipcias», cuenta Bernat Burgaya, aunque no fue hasta unos días después en que se les autorizó divulgar su hallazgo.

Sobre la época de las dos tumbas descubiertas, el mallorquín menciona que «la saíta es una de las últimas dinastías autóctonas, porque conservan esta línea histórica faraónica y a nivel artístico, intentan recuperar las antiguas imágenes, los dibujos... Recuperar las raíces culturales».

Burgaya lleva desde 2005 trabajando en Oxirrinco, yendo todos los años excepto dos (uno por la revolución de 2011 y otra por la falta de financiación debido a la crisis económica). Además, trabaja en otro proyecto en Egipto, este coordinado por la Universitat Autònoma de Barcelona.

Volviendo al yacimiento de Oxirrinco, Burgaya destaca que «es una ciudad que tiene una cronología que dura más o menos 1.000 años, desde el 500 antes de Cristo, en números redondos, hasta 500 d.C. y abarca desde la dinastía saíta, que corresponde a los primeros 200 años hasta la época bizantina y la llegada de los árabes, con la conquista de todo Egipto». Fue después de la batalla de El Bahnasa, nombre del pueblo que se construyó posteriormente a la destrucción de Oxirrinco, cuando la ciudad se abandonó, explica el restaurador.

Pollentia Continúa el trabajo de restauración

Tras regresar de Egipto, Margalida Munar y Bernat Burgaya trabajan ahora en la antigua ciudad de Pollentia, junto con Antoni Puig y Biel Ferragut. En estos días preparan parte de la restauración de las estructuras del macellum, el mercado.

El trabajo no se acaba en Pollentia. Sobre qué queda por hacer, Munar recuerda que se trata de un yacimiento «enorme, es una ciudad».

Antoni Puig, Premi Ciutat de Manacor d’Assaig por Mallorca i la conquesta romana de les Gimnèsies, incide en que es importante divulgar lo que van descubriendo los arqueólogos en este lugar. «Se ha revolucionado todo lo que se conoce», asegura. «Los arqueólogos descubrimos cosas interesantísimas, pero a la mañana siguiente, llega alguien neófito y puede que solo vea una piedra. Y para nosotros eso es la clave para entender medio yacimiento. Es una parte de nuestro trabajo, que esto que se encuentra se entienda mejor para explicarlo en las escuelas». «Y que se conserve», apunta Munar.

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