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Entrevista

Sergi Bastidas: «Se están perdiendo los sistemas constructivos tradicionales y es un patrimonio valiosísimo»

El ganador del Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional aboga por «respetar las huellas del paso del tiempo»

Sergi Bastidas, especializado en reformar grandes fincas rústicas. Guillem Bosch

El proyectista Sergi Bastidas es el ganador de este año del Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional, el premio del sector dotado con una mayor cuantía económica a nivel estatal, 50.000 euros, que pretende revertir en el patrimonio autóctono. Comparte su estudio del Molinar, Bastidas Architecture, con sus hijos, Boris y Gerard, responsable de ventas y arquitecto, respectivamente, y con ellos y el resto del equipo pone en práctica su filosofía: «Que la arquitectura sea práctica, confortable, sencilla, atemporal; y que cuando el proyecto haya concluido, ni siquiera se sepa que hemos estado allí».

Hay una concienciación cada vez mayor hacia el patrimonio arquitectónico. ¿Es promovida sobre todo por los profesionales o por los clientes?

En nuestro caso, hay un interés mutuo. Los clientes que escogen este estudio ya conocen nuestra trayectoria y tienen sensibilidad hacia el patrimonio tradicional. En Mallorca tenemos la suerte de que es muy rico y de que existen promotores con capacidad para invertir en una rehabilitación de gran nivel, que es lo que requiere este tipo de arquitectura con el fin de llevar a cabo una reforma con la calidad que merece.

¿Cómo actúa si un promotor quiere quitar, por ejemplo, las baldosas hidráulicas de una casa u otro elemento de valor?

En primer lugar, le explicamos la importancia y singularidad de los elementos arquitectónicos y huellas del pasado. Partimos de la premisa de recuperarlo todo, aunque no esté protegido, y lo clasificamos según su antigüedad y valor patrimonial. Intentamos convencerle, pero si vemos que el esfuerzo es estéril, preferimos no continuar. No merece la pena discutir por unos honorarios.

¿Ha llegado a rechazar algún proyecto por algo así?

Sí, cuando hay un cliente que no respeta el patrimonio ni lo que proponemos. Hemos redactado incluso proyectos de ejecución de grandes reformas y luego no hemos llevado la dirección por este motivo. Nos hemos retirado por discrepancias insalvables.

Fachada del hotel rural de lujo Finca Serena.

Usted procede del ámbito del diseño y no es arquitecto, sino proyectista. ¿Cómo derivó este interés hacia el patrimonio?

Porque me gusta muchísimo y me implico con todo el alma. A lo largo de mi dilatada trayectoria profesional, me he convertido en un arquitecto autodidacta. En Barcelona tuve como mentor al diseñador Enrique Franch y en esa época empecé a trabajar con los mejores artesanos, entre ellos carpinteros, herreros, pintores y constructores. Aprendí sobre los usos, límites y variaciones de los materiales y las posibilidades de la artesanía. Me encantaba, me involucré totalmente y me dio una lectura muy clara de cómo debía actuar. Eran los años 90 y adquirí un pequeño palacio en la calle Montcada, que reformé para hacer lofts recuperando los arcos góticos que estaban escondidos y unos artesonados preciosos, casi destruidos por completo.

¿De ahí viene su apuesta por los materiales locales y técnicas constructivas artesanales?

Así se inició mi conocimiento. Usamos sistemas tradicionales y materiales autóctonos siempre que podemos. Sin embargo, este valiosísimo patrimonio se está perdiendo y es una pena porque será irreversible. Por ejemplo, solo conocemos a una persona que ponga cañizo, cuando antes era muy típico como estructura y aislamiento debajo de los tejados. Tampoco se usa apenas colocar las tejas del revés en los porches y esto es arquitectura vernácula que no se debería olvidar.

Gerard Bastidas: Hay muchos trabajos artesanales importantes, como los canteros, los tejeros, los encaladores, que pintan sin usar químicos, quienes pavimentan con cantos rodados, los herreros de forja, los carpinteros... Una idea para que el premio revierta en el patrimonio tradicional es crear una entidad de artesanos o un concurso arquitectónico para jóvenes centrado en un proyecto de recuperación patrimonial.

Can Ferrereta y Finca Serena, reformadas por su estudio, son ejemplos del auge del turismo de lujo en este tipo de inmuebles. ¿Es el único destino viable de grandes casas de pueblo y possessions?

La mayoría de los proyectos que realizamos son en fincas para albergar una vivienda unifamiliar, aunque es verdad que el turismo de calidad también se está desarrollando en este ámbito. Creo que el camino es llevar el sector turístico hacia la sostenibilidad, como hacen otras islas y países, que preservan su patrimonio arquitectónico y defienden la calidad frente a la masificación. Estos visitantes buscan experiencias más allá del sol y playa, como la cultura local, el paisaje y la gastronomía.

Interior del casal palmesano Can O’Ryan, del siglo XVIII, donde ahora se ubica Rialto Living.

¿Quiénes son los particulares que reforman grandes fincas para destinarlas a viviendas?

Suelen ser familias extranjeras para vivir todo el año o buena parte de él. No son inversores que luego venden, sino particulares de nivel internacional que vienen con sus hijos, quieren discreción y son muy respetuosos con este tipo de patrimonio. Buscan algo único, irrepetible y excelente, y además pueden asumir el alto coste que requiere una reforma de estas características.

¿Las familias mallorquinas con dinero no quieren este tipo de inmuebles?

El problema en la isla es que las grandes familias tradicionales, las propietarias de possessions, son cada vez más grandes y hay más personas a repartir, por lo que cuando se muere el titular de la finca, los herederos la venden porque no tienen dinero o ganas de quedársela y rehabilitarla. No solo es el coste, sino también la ilusión. Para ellos es una carga. Cuando una cosa es tuya o de tu familia, no te das cuenta de lo que tienes y quien más lo valora es el que viene de fuera, en este caso destacadas familias en el ámbito internacional con dinero, ilusión y sensibilidad por el patrimonio. Además, también tienen interés en recuperar la parte agrícola e invierten en viñedos y cultivos, que revierten en el paisaje.

Patio de una possessió particular de la isla.

En su estudio otorgan una gran importancia al paisajismo. ¿Qué porcentaje supone en un proyecto arquitectónico?

G. B.: Puede alcanzar el 50% y es la recepción, la bienvenida a la casa. Para nosotros, una fachada está acabada cuando ha crecido la enredadera o la parra de un porche. Es como vestir la casa. Y a ello se añade la recuperación de la agricultura con la contratación de payeses locales por parte de los nuevos propietarios de las grandes fincas.

S. B.: El verdadero paisajismo es la agricultura, ya que gracias al trabajo de los payeses tenemos el paisaje que tenemos en Mallorca. Hemos empezado a valorarlos con la pandemia, así como volver a la naturaleza. Después de tanta destrucción, nos hemos dado cuenta de lo bonito que es lo que ya teníamos.

Vista aérea del hotel Can Ferrereta.

Suele afirmar que «hay que escuchar lo que la casa tiene que decir». ¿A qué se refiere?

Cuando visitas un inmueble que vas a rehabilitar, tienes que hacerlo con mucha sensibilidad. Allí vivieron otras personas con unos códigos que pueden ayudar a buscar soluciones cómodas y contemporáneas para la reforma, porque no se trata de comenzar de cero, sino de aprovechar lo bueno con un respeto absoluto a las huellas del paso del tiempo.

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