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María Isabel Uribe Dussán y Sara Rivera Martorell Artista / Poeta

«Las cenicientas de hoy somos el espíritu rebelde que se descalza y apuesta por lo que quiere»

«El arte puede servir como una toma de conciencia para acabar con la violencia de género», opina Uribe u «Es un mecanismo idóneo para la denuncia y lanzar propuestas constructivas», señala Rivera

María Isabel Uribe Dussán y Sara Rivera Martorell. Aina Ferrero-Horrach

A las niñas, desde pequeñas, siempre se les han contado cuentos de princesas que, para ser felices, debían de encontrar un príncipe azul, guapo y bondadoso, que las salvara de su vida de hastío o de miseria, y así poder comer juntos las famosas perdices. Por suerte, las mujeres se han ido empoderando hasta el punto de revisar estas aparentemente inocentes fábulas infantiles que no han hecho sino contribuir a perpetuar los roles de género y la idea de que la mujer debe de ser salvada por un hombre.

La artista colombiana afincada en Mallorca María Isabel Uribe Dussán reflexiona en torno a estas cuestiones en su recién inaugurada exposición Cenicienta rompió su zapato en el Museo del Calzado y de la Industria de Inca. La poeta Sara Rivera Martorell, quien recientemente ha publicado su primer poemario, se ha inspirado en cada una de las obras de Uribe para escribir un micropoema ahondando en la lectura de género.

¿Cómo surgió la temática de la exposición?

María Uribe: La temática surgió como una propuesta específica para el espacio. Al tratarse del Museo del Calzado y de la Industria de Inca, yo tenía un proyecto a medida muy adecuado que quería proponérselo directamente a ellos. Quería trabajar los conceptos de empoderamiento femenino y su relación con el zapato, que es una de las prendas de vestir que más me gustan. Así pues, pensamos que este proyecto sería ideal para inaugurarse en el museo durante la semana contra la violencia de género.

¿Qué hay de autobiográfico en esta exposición?

M.U.: Todas las piezas tienen algo de autobiográfico. En todas ellas está la necesidad de expresar diferentes cuestiones que me inquietan. Cada obra responde a una reflexión singular, de utilidad del material y su relación con el concepto que vertebra la exposición.

¿Cómo ha sido el proceso de «poemar» las obras de esta exposición?

Sara Rivera: Había material sugerente y muchas referencias simbólicas que me han facilitado para tirar del hilo de las palabras. Además, es un tema que me toca de cerca y siempre es bueno recurrir a la propia experiencia, a hablar de sí misma, en este caso desde mi condición de mujer. Dentro de la poesía hablar desde tu verdad acerca.

¿Qué relación hay entre poesía y artes plásticas?

S.R.: Lo único que cambia es el vehículo, la poesía utiliza palabras allí donde las artes plásticas emplean otros soportes, pero en ambas realidades hay una puesta en orden del mundo interno de quien manufactura, una manifestación subjetiva que interpela, un diálogo, una cabria, una locura.

¿Querrían destacar alguna obra en especial de la exposición?

M.U.: Es muy difícil, todas las obras me encantan. Cada una es como un hijo mío, y es muy difícil elegir el hijo preferido. En cualquier caso, si tuviera que elegir una, destacaría Amigo fiel y Pulsión.

Sara Rivera: Destacaría como resumen de toda la exposición la pieza Danzarina ligera, ya que para danzar de forma ligera en esta vida hay que quitarse de encima muchos lastres, entre ellos, el peso de la tradición y sus patrones e introyectos; hay que romper muchos moldes y pisar firme, tal y como refleja Uribe con el zapato desgajando el techo de cristal.

María Uribe, ¿qué destacaría de su trabajo en general?

M.U.: Como artista destacaría la constancia. Como diríamos en Colombia, el luchar contra viento y marea para poder dedicarme a lo que me apasiona.

¿Quiénes son las cenicientas del siglo XXI?

M.U.: Son mujeres empoderadas, con mucha sororidad, mujeres que acompañan, que ayudan, que luchan por lo que quieren y por lo que están dispuestas a hacer por ellas mismas.

S.R.: Herederas de una tradición que nos ha querido sumisas, creo que las cenicientas de hoy somos todas las personas que nos atrevemos a cuestionar lo que nos viene impuesto, a proponer nuevas formas de vivir, a reivindicar nuestras necesidades, a posicionarnos sin tener en cuenta los juicios. Somos el espíritu rebelde que se descalza y apuesta por lo que quiere.

¿Qué es para ustedes el feminismo?

M.U.: Es un movimiento social que quiere devolver esas herramientas que hasta ahora solo ostentaban los hombres a las mujeres. Las mujeres podemos hacer lo que nos venga en gana, tanto dentro como fuera de casa. Soportamos mucha carga familiar y social. Fíjate, parece que solo se habla de malas madres, pero nunca de malos padres. Tenemos la necesidad de no dejarnos pisar.

S.R.: Es un posicionamiento, una manera de vivir, es el cobijo que me ampara. Es inclusión, red, acción, respuesta. Son mis amigas, es mi madre, mi madrina y todas las voces robadas que hoy resuenan. Es justicia, mirada, necesidad, espíritu crítico, trabajo. Es sanación, sororidad, marco, presencia. El feminismo es predisposición.

¿Qué les dirían a las personas que se consideran antifeministas?

M.U.: Les diría que se pusieran en los pies de las personas que sufren el machismo a todos los niveles.

S.R.: Que no han entendido nada.

Uribe, ¿cree que su obra se puede etiquetar como feminista?

M.U.: No toda mi obra se puede considerar como feminismo en cuanto a abanderamiento único. Eso sería demasiado reduccionista. También me interesan otros temas ya que mi obra gira a 360 grados.

¿Qué creen que puede aportar el arte a la lucha contra la violencia de género?

M.U.: El arte puede aportar muchas cosas porque es un grito silencioso que puede ayudar a que la gente se dé cuenta de que tiene que parar estas situaciones machistas. Conozco a mucha gente que está siendo maltratada y no quiere denunciar a su maltratador. El arte puede servir como una toma de conciencia para acabar con estas situaciones.

S.R: Como lenguaje, el arte emite posicionamientos y sin duda genera un impacto como agente generador de conciencia. Creo que es un mecanismo idóneo para la denuncia, el escarnio y, más allá de la queja, para lanzar propuestas constructivas.

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