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Antoni Lliteres: «Quiero cantar en los teatros más importantes y creo que voy por buen camino»

A finales de enero debutará en el Liceu con una ópera

Antoni Lliteres posa junto a la soprano Sofía Esparza, que interpreta a Marola en la zarzuela que estrenarán el sábado. | DIDIER OTAOLA

El tenor mallorquín Antoni Lliteres estrena el próximo sábado la pieza zarzuelística La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal, en el Teatro de la Zarzuela, con dirección escénica de Mario Gas y la musical a cargo de Óliver Díaz. Para el rol principal de Leandro lleva un mes y medio preparándose, con clases de dicción y arte dramático, además de los ensayos diarios desde el pasado 25 de octubre. En esta preparación han colaborado artistas reconocidos como Vicky Penya, Pep Molina o Ángel Ruiz, que forman parte del elenco. «Siento que he crecido muchísimo, sin haber llegado nunca. No se llega nunca, siempre hacemos camino», comenta sobre esta experiencia profesional.

Lliteres, nacido en Artà, debutó en el Teatro de la Zarzuela en 2019 con Sueño de una noche de verano. Ahora vuelve a este escenario con la «romanza de zarzuela más importante, por lo menos en cuanto al tenor», apunta. Una huelga de técnicos y maquinistas el viernes provocará que su elenco sea el que estrene el montaje el sábado próximo.

Desde hace varias semanas ensaya a diario, excepto los domingos, combinando la parte musical y la de escena, la que para él lleva más complejidad. Sobre trabajar con Mario Gas, el director, «un señor que impone respeto por su nombre y trayectoria ya antes de conocerlo», asegura que es «muy exigente e inteligente, que pide entrega y sacrificio al artista, que exprime cada recurso y posibilidad para llegar al mejor resultado posible».

«Todo esto en un ambiente serio, profesional y de trabajo, dándonos las herramientas necesarias, enseñándonos para que encontremos nuestro camino, generando un espacio para el debate constructivo», añade.

Pero no solo destaca la experiencia de trabajar con Mario Gas, Lliteres aprecia estar arropado por «un excelente equipo de trabajo», en el que además de la asistente del director y la coreógrafa, hay actores «de alto nivel nacional» como los antes mencionados Vicky Penya, Pep Molina y Ángel Ruiz. «Ellos nos han hecho clases particulares y concretas a cada uno, en paralelo a los ensayo conjuntos. Un 10», remata el tenor.

A la pregunta de si ante un estreno en el Teatro de la Zarzuela siente nervios, Antoni Lliteres recuerda lo que le explicó su profesor de la Juilliard School of Music de Nueva York: «Antes de salir a cantar, me pega por bostezar y una especie de sueño. Y Darrell [Babidge] me dijo que era un síntoma muy bueno, porque significaba que mi cuerpo estaba ahorrando energía para luego tenerla a la hora de la acción».

Otros proyectos

A estas alturas de su carrera, el tenor artanenc se declara satisfecho de lo logrado. «Soy muy ambicioso. Siempre digo que tengo muchas ganas de cantar en los teatros más importantes del mundo y con los roles más importantes y creo que voy por buen camino», asegura.

Tras La Zarzuela le espera el Liceu, a finales de enero. «Me hace mucha ilusión, porque es uno de los teatros más importantes del mundo, sin ninguna duda». En esa ocasión representará Pikovaia dama, de Chaikovski, en el papel de Txaplitski. «No es un rol principal, pero de alguna manera hay que entrar en los teatros y apostar para que nos hagan caso, para que nos oigan y confíen en nosotros», comenta.

Y ya en primavera estrenará Rigoletto, de Verdi, para la Fundació Òpera Catalunya, en Sabadell, desde donde iniciará una gira por territorio catalán. En esa ocasión interpretará otro papel principal, Il Duca di Mantova: «Para un tenor lírico como yo, es uno de los papeles más importantes que pueda hacer en mi carrera y me hace muchísima ilusión», señala. En esa gira por Cataluña también pisará el escenario del Palau de la Música.

Pero volviendo a La tabernera del puerto, Lliteres comenta que su estreno estaba previsto para junio de 2020, pero tuvo que aplazarse por culpa de la pandemia de covid. Ahora, con aforos de nuevo completos en los teatros, el mundo lírico parece haber recuperado la normalidad. En este tiempo, el tenor mallorquín se ha visto obligado a renunciar a proyectos de su agenda, pero ha ganado otros: «A nivel internacional, hemos perdido un año, pero, en mi caso y en el de la mayoría, se ha hecho mucho trabajo de km 0». En este último año y medio, cree que «los artistas locales han estado más valorados» y a él se le presentó la oportunidad de debutar en el Teatre Principal de Palma, en un papel principal, Tamino, de La flauta mágica, de Mozart. «Si no hubiera habido una pandemia, creo que no hubiera sido posible, porque mi agenda no cuadraba con el calendario del teatro», explica.

Debido a las restricciones, Lliteres ha llegado a hacer recitales para solo 16 personas, como ocurrió en el Casal Balaguer. «Todos con mascarilla, todo el mundo separado... era una cosa muy fría y muy dura para el artista, porque no ves las facciones del público, y estás cantando y no sabes si gusta, si esa persona está contenta, aunque te aplaudan, no ves la fisonomía de la gente. Es lo más duro que he vivido», rememora de las consecuencias de la crisis sanitaria en los teatros.

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