Un ‘ya era hora’ debería preceder al comentario sobre la apuesta, valiente y oportuna, de Toni Casares (director en la Beckett) adaptando Descripció d’un paisatge, la tragedia que Josep M. Benet i Jornet escribió en 1978 sobre el mito de Hécuba (Eurípides), y que bien pudo ser un fresco sobre la transición española y otras muchas.

La fábula nos sitúa en un país imaginario gobernado por un sátrapa en pleno proceso de lavado de cara tras una década marcada por el despotismo y los crímenes de Estado y el regreso a la patria de las hijas de una de las víctimas de la tiranía.

Esta historia de venganza, memoria histórica reciente, espejos y conexiones presentes más o menos claras destaca por una puesta en escena despojada de artificios gratuitos –tan poco común hoy en día–; por poner en valor el texto y confiar en un trabajo actoral certero y preciso, sorteando la complicación –digámosle muy brechtiana– de enfatizar la condición de personaje dentro del personaje, de apartar las emociones intensas para apelar al intelecto del público.

El resultado es muy griego, muy bello y muy político; lampedusiano por aquello de ‘que todo cambie para que no cambie nada’, como destacaba Carles Martínez (el espléndido narrador y guía de la trama) en el coloquio posfunción del sábado, muy bien moderado por la periodista Nekane Domblás.

El montaje –con talento balear (Ona Borràs y Enka Alonso) entre el magnífico elenco– ha estado un mes en Barcelona y dos noches en el Principal de Palma y nos debería recordar la necesidad de adaptar más a los autores contemporáneos de nuestro entorno, y quizá de manera especial a Benet i Jornet.

También hizo parada en Palma una adaptación más reciente, aprovechando el tirón de la novela –éxito de ventas– de Irene Solà. La versión teatral de Canto jo i la muntanya balla me parece un ejercicio de virtuosismo e imaginación; un ejemplo de cómo elevar un texto original, un universo difícil, a priori, de imaginar sobre un escenario. Puede que sea una opinión poco popular pero el resultado del trabajo de Claudia Cedó (dramaturgia) y Guillem Albà y Joan Arqué (dirección) me ha gustado más que el libro.