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Armas en los rodajes: la experiencia de los profesionales en la isla

"En el rodaje de 'Kleo' en Mallorca usamos ocho armas distintas, todas de aire comprimido"

La armera Esther Ballesteros, que trabajó este pasado agosto en la grabación de la serie de Netflix, asegura que en España "por normativa, es imposible que haya munición real en una filmación"

El personaje de Haase se verá envuelto en una intriga ambientada entre Berlín y Mallorca. | NETFLIX

La armera Esther Ballesteros Mories, que se ocupó en Mallorca de las pistolas que se usaron en el rodaje de la serie alemana de Netflix Kleo, es tajante: «Es imposible, por normativa, que en España haya munición real durante una filmación», sostiene firme a este periódico la especialista de la empresa barcelonesa In Extremis Film Services, cuyo campo son sobre todo los efectos especiales. «La tenencia de armas está muy regulada y sólo se puede acceder a ellas por un motivo muy concreto. O porque estés en un campo de tiro, practiques tiro olímpico o pertenezcas a algún cuerpo de seguridad del Estado», señala.

El trabajo de un armero consiste, primero de todo, en «poner en época las armas que están en la película. Luego se consiguen los modelos que buscas en fogueo o airsoft (aire comprimido). Estos últimos hacen el mismo movimiento que haría un revólver real, pero sin el fogonazo típico. Eso luego se añade en digital», comenta. «En un rodaje en España ni se usa un arma real ni munición real, nunca. Sino que todo son réplicas decorativas que emplean las técnicas que antes he explicado», cuenta. «El resultado final es el mismo que si fuera real, y encima eliminas el riesgo», apostilla.

En Kleo, rodada el pasado agosto en Mallorca, «no hubo nada de fogueo, todo fueron pistolas de aire comprimido», indica. En total, se emplearon unos ocho o nueve modelos. «Son las menos peligrosas. En un espacio pequeño y cerrado, cuando el arma interactúa con personas, hay que evitar las de fogueo. Porque éstas sí hacen una pequeña deflagración que quema un poco en la punta», advierte.

Antes de la escena, Ballesteros revisa que el arma esté totalmente vacía. «Luego le enseño el funcionamiento al actor o actriz. Y les dejo que practiquen un poco estando yo siempre a su lado. Luego me llevo el arma y cuando hay que rodar la escena la cargo y se la paso al actor y le digo ‘arma cargada’ o ‘arma caliente’, que es el argot en el audiovisual», apunta. «Si es de fogueo, como tienen una pequeña deflagración, les pedimos que apunten a la derecha o a la izquierda de la persona».

La armera Esther Ballesteros Moris, en un rodaje.

Si hay algún problema durante la escena, como que la pistola se encasquille, «les pedimos que la suban mirando al cielo o que la pongan al suelo, luego me acerco, la recojo, miro qué ha sucedido, controlo la situación y le digo que se la voy a dar de nuevo con la expresión ‘arma caliente’».

La armera lleva ocho años trabajando en este campo y jamás ha tenido un accidente ni ha conocido ninguno en España. «No entiendo cómo en Estados Unidos puede entrar munición en una grabación. No tiene ningún sentido, la finalidad de un arma real es matar», considera. «Baldwin debió usar una pistola de verdad porque las de atrezo que utilizamos no soportarían una bala real, explotarían con la deflagración».

Más que las escenas de disparos, Ballesteros recuerda una secuencia mucho más peligrosa rodada en Mallorca. «Tuvimos que provocar unas explosiones en un chalé que estaba cerca de una zona boscosa y era pleno mes de agosto, hacía muchísmo calor. Para reducir riesgos de incendio, decidimos que la explosión no tuviera tanta combustión como nos pedía la productora. Hay que ser responsables y profesionales a la vez», explica la especialista en cine y también project manager. «Nosotros, en In Extremis, nos dedicamos a hacer todos los efectos físicos de una película: las lluvias, la nieve, los fuegos, las explosiones, las caídas o los accidentes», comenta. Por su trabajo en las películas Los últimos días (2014) y Rec 4 (2015) se llevaron dos premios Goya.

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