La escritora y académica Carme Riera vuelve a las librerías con la recopilación en un único volumen de Epitelis tendríssims y Contra l’amor en companyia i altres relats, unos cuentos de carácter humorístico y erótico y en torno al placer de la escritura y la lectura que escribió hace años.

Publicados por primera vez en 1981 y en 1991, respectivamente, Riera confesó ayer que no los ha vuelto ni a releer porque le «impresiona mucho» enfrentarse a sus antiguos textos y defendió este género, que ve «muy difícil».

«Escribir un buen cuento es muy difícil, es unidad de intención y de atención. Es como un buen chiste, puesto que los malos los imaginas enseguida, pero los buenos te hacen estar pendiente y acaban explicando aquello que tu no pensabas», argumentó.

«La novela -reconoció- es mucho más tiempo y las utilizo para pequeñas venganzas, como poner un restaurante que no me ha gustado o mentar a una persona que te cae mal, aunque le cambies el nombre, mientras que en el cuento esto no lo puedes hacer».

A su juicio, en la narrativa «es como subir una escalera, donde hay un rellano y allí puedes descansar y divagar, pero en el cuento es mucho más complicado porque no existe el rellano, es una escalera con un par de peldaños y ya se ha acabado. Los buenos cuentos y los buenos cuentistas son extraordinarios», concluyó.

Preguntada por futuros proyectos, avanzó que está terminando una biografía sobre Carmen Balcells, que saldrá en marzo, y no escondió que está «en el peor momento, horrorizada con las galeradas».

Además, tiene la primera versión acabada de una nueva novela, sobre la que ha comentado: «Nada tiene que ver con todo lo hecho hasta ahora y como la tengo que volver a escribir, me irá muy bien hacer ahora la versión castellana, porque siempre me lleva a modificar el original, me da distancia y ves los disparates y tonterías que has incluido».

La académica ha sostenido que «las lenguas son cristales mediante los que ves el mundo y el mundo en catalán es diferente al castellano y hacer la versión en esta última lengua ayuda mucho a la versión original».

«Bernardo Atxaga -añdió- hace lo mismo con el euskera y Manuel Rivas con el gallego y cuando lo supe pensé que era una coincidencia fantástica, una manera de mejorar la lengua original».