Gervasio Sánchez advierte primero de todo que el fracaso con Afganistán no debe imputarse únicamente a EE UU, «sino que también a otros países de la UE que estaban allí», señala.

El periodista y fotógrafo especializado en conflictos armados pronunció ayer una conferencia en la UIB sobre el país afgano, un terreno que conoce muy bien después de haber cubierto información a lo largo de muchos años.

«¿Cuál ha sido el problema en Afganistán? Pues que por parte de la comunidad internacional ha habido una gran permisividad con la corrupción generalizada del país y una incapacidad para evitar unas elecciones fraudulentas», explica.

«Voy a usar un refrán afgano para resumirlo: un edificio que se construye con un primer ladrillo torcido se acaba derrumbando. Y eso es lo que se construyó desde el principio en 2001. En la Conferencia de Berlín, donde se decidió el futuro del país, se sentaron a pactar con los testaferros de los señores de la guerra. No lo hicieron con mujeres o gente joven nueva. Entonces se adoptaron medidas que fueron permisivas con la corrupción de los señores de la guerra, que se enriquecieron muchísimo, y no hubo un proyecto real de democracia», argumenta Sánchez, que hoy impartirá un taller también en la universidad balear.

«Al principio, con la llegada de la comunidad internacional, la gente quería una democracia, que las mujeres fueran a la universidad, que se tomaran medidas modernizadoras, pero todo lo que se decidió después sirvió para apuntalar el poder de los señores de la guerra. ¿Por qué? Pues porque era más fácil eso que buscar gente joven nueva. Son cosas que suelen suceder en las transiciones», considera.

Uno de los temas del país afgano que más impacto ha causado en Sánchez es el de las mujeres. «Estuve seis años junto a Mónica Bernabé trabajando la cuestión de las niñas menores y las mujeres que son forzosamente casadas. De todo aquello salió un libro. Muchas huyeron de sus hogares para irse a vivir a casas de acogida. Si las encontraban, se enfrentaban a durísimas condenas», relata. «Esto estaba sucediendo muy cerca de las bases militares occidentales, de la comunidad internacional. Era increíble», denuncia.

«Lo de Afganistán es un fracaso de la comunidad internacional y de su diplomacia. Las leyes que se hicieron para resolver la situación de las mujeres fueron papel mojado porque por encima seguían estando vigentes las normas obsoletas más retrógradas de la Edad Media», concluye.