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Juan Antonio Sanabria: "Actuar en el Teatre Principal es un sueño cumplido"

El tenor interpreta a Nemorino en 'L'elisir d'amore', cuya acción es trasladada a la Mallorca de los años 60. El título inaugura este miércoles la nueva Temporada de Ópera del Teatre Principal

El tenor Juan Antonio Sanabria, en el escenario del Principal, decorado con la escenografía de 'L'elisir d'amore'.

El tenor canario Juan Antonio Sanabria interpreta en L'elisir d'amore a Nemorino, el botones del hotel que en esta ópera, amena y sugerente, se enamora perdidamente de la directora del establecimiento, Adina, interpretada por Veronica Granatiero. Es una historia de amor en la que Nemorino creerá en los poderes de un elixir para enamorar a Adina. En esta nueva producción del Teatre Principal, el director teatral mallorquín José Martret hace una revisión contemporánea de la ópera de Donizetti y la sitúa en un hall de un hotel ubicado en Mallorca. Para la ambientación cuenta con un aliado de lujo, Lorenzo Caprile, que ha diseñado el vestuario. 

¿Cuáles son sus impresiones sobre la obra?

En esta ópera todos los personajes están muy bien diseñados, y el elenco tiene una química y complicidad impresionantes. Eso en el escenario se nota mucho. Es una ópera difícil y muy dinámica y sin esa conexión no podría funcionar. La puesta en escena además es muy colorista y dinámica y nosotros mismos nos divertimos mucho.

¿Qué es lo que más le gusta de su personaje?

Me gustó el enfoque que acordamos con el director, el de un personaje muy fuerte y a la vez muy inocente. Dentro de su bondad, no ve dificultad en esa distancia social entre él y Adina, porque lo único que le mueve es el amor. A través de ese sentimiento, se la está jugando durante toda la ópera. La evolución del personaje es espectacular.

¿En qué momento decidió convertirse en uno de los tenores más prometedores de España?

No fue una decisión mía, la música me eligió a mí. Soy canario con sangre andaluza y en las fiestas familiares todo el mundo canta. Empecé a estudiar en el conservatorio a los 19 años y cantaba en orquestas de baile, solo porque lo disfrutaba, tenía intuición musical, no lo tomaba como trabajo. Al terminar mi carrera empecé trabajando de profesor de canto en una escuela. Luego debuté en 2006 cuando gané mi primer concurso en Canarias concediéndome el Premio de Música María Orán. Desde entonces no pararon de llamarme para proyectos en todo el mundo, a la vez que seguía formándome por el nivel de exigencia profesional. Al final somos un instrumento transmisor de emociones dirigido al público.

¿Cuántas veces ha dado el do de pecho?

Bastantes veces (risas). Yo soy tenor lírico ligero y cantamos repertorios muy comprometidos al estar en una zona de la voz medio aguda. Nemorino es muy difícil porque siempre está en esa zona. También he dado muchos do de pecho en conciertos sinfónicos, oratorios y obras de compositores.

¿En que momento se encuentra la ópera?

Hace unos 10 años que la ópera ya no es tan elitista como antes. Hay programas conjuntos con las universidades y, dentro de programas pedagógicos, se hacen funciones para los jóvenes en secundaria. En Madrid, donde yo vivo, la gente va a al teatro vestida de forma casual. Pero sí que tienen que crearse más herramientas para "normalizar” acudir a una ópera. En Alemania por ejemplo se hacen funciones todos los días.

¿Cómo se puede llegar a gente que no ha escuchado ópera?

En los talent show de televisión, cuando sale una voz lírica, la gente se emociona. Les encanta escuchar Una furtiva lágrima o un Nessun Dorma pero no saben que pertenece a una ópera. Lo que falta es la formación, es una cuestión cultural.

Cuando era muy joven, ¿habría apreciado un espectáculo como el que usted hace ahora aquí en el Teatre Principal?

Muchísimo. Incluso siendo niño. Siempre recordaré una ocasión en Ginebra, trabajando en una ópera de Rossini llamada La italiana en Argel, donde todas las funciones eran para niños y estaban entusiasmados.

¿Por qué en este país la educación musical es una asignatura menor?

Cada vez que cambiamos de Gobierno se cambian los planes de estudio y la música es una de las asignaturas afectadas. Como profesor de pedagogía del canto, creo que se debería fomentar más la cultura musical con un plan de estudios en que los niños se diviertan y donde al mismo tiempo eduquen el oído y mejoren la interactuación entre ellos.

¿Hay que darle la vuelta a los clásicos?

Si se vulnera o falsifica por el ego de un autor, no estoy a favor de faltar al libreto original. En el caso de L'elisir d'amore, José Martret ha logrado una adaptación en la que el espectador va a salir satisfecho.

¿Es la Scala de Milán el sueño de todo tenor?

El mío no. Yo soy el mismo cantante y estoy tan capacitado para cantar en el Teatre Principal como en la Scala de Milán. Para mí estar aquí ya es un sueño, porque lo que disfruto es de trabajar. No me dejo llevar por las etiquetas.

Cuenta con el Premio María Orán (2006) y con el Jacinto Gerrero (2008) en España y con el Clermont- Ferrand (2009) en Francia. ¿Se siente más reconocido por los premios o por la respuesta del público?

El premio para mí es tener la suerte de dedicarme a lo que me gusta. Ser artista es una apuesta muy sacrificada y arriesgada por la incertidumbre de nuestro trabajo. La satisfacción es estar en casa y que te llamen del Teatre Principal de Palma para hacer un Nemorino. Eso es un regalo. Es mi primer trabajo aquí y estoy feliz por lo bien que me han acogido los mallorquines y lo amables que son. Palma es una ciudad en la podría quedarme por mucho tiempo. Incluso el mallorquín es un idioma tan musical que lo estoy aprendiendo fácilmente.

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