ESQUIRLAS
¿Cuántas veces hemos visto una película filmada por una niña? Natalia Garayalde utiliza el archivo familiar, grabado por ella en la infancia, para contar como la tragedia entra en la vida de una familia normal de repente, con la violencia de una guerra que transfigura el paisaje cotidiano hasta volverlo irreconocible y amenazador. Esquirlas cuenta en primera persona uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de Argentina, la explosión de la fábrica de armamentos de Río Tercero, ocurrida el 3 de noviembre de 1995. En la película vemos como la pequeña Natalia Garayalde filma el paisaje de la destrucción con una preciosa e inédita mirada infantil, que puede jugar e ilusionarse incluso entre las ruinas; en paralelo la voz de la realizadora, ya adulta, nos guía a través de las imágenes de archivo para darles un sentido todavía más violento, a medida que nos desvela las gravísimas responsabilidades políticas del gobierno de Menem detrás del accidente. El aspecto más perturbador de este diálogo entre la Natalia de 1995 y la de hoy reside en el descubrimiento de que, invisible como el olor a amoniaco de las bombas, la muerte ha penetrado en la vida familiar marcándola para siempre. El ímpetu vital de la niña cineasta que filma el “day after” se encuentra de forma desgarradora con la realizadora que ha vivido en toda su gravedad los presagios de muerte acumulados en esas imágenes de infancia.
Margot Mecca
Programadora MajorDocs
FANTASÍA
El cineasta Aitor Merino filma con frecuencia a su familia. A sus padres Kontxi e Iñaki, a su hermana Amaia y, también, a sí mismo. Con la cámara en la palma de la mano, graba las instantáneas de su alrededor, apuntes de un diario frágil que vuela de la improvisación al desenfado, de la discusión al humor y viceversa. Briznas de aire fresco de la cotidianeidad que transmiten la intensidad de las personas que le rodean. La de Aitor es una familia directa, sin tapujos, si es necesario, de pelota picada. Una familia de sonrisas y lágrimas, de emociones a flor de piel, de un constante y fogoso entusiasmo solo comparable a su sinceridad.
El director convence a los familiares para realizar un retrato coral. Los cuatro se embarcan en un film y en un buque turístico, cuyo nombre da pie al título de la película. En ese viaje emergen las herencias del pasado, las siempre complejas relaciones presentes, el acechante futuro: vejez, memoria, muerte. Merino ofrece un documental, un drama y una comedia, todo a la vez. Una travesía conmovedora que recorre el periplo vital, un relato chaplinesco sin decorados de cartón piedra, de almas que viven apasionadamente y, a través de ellas, nos hacen sentir en cada momento que estamos muy vivos.
Miquel Martí Freixas
Programador MajorDocs
