El director de 'Las leyes de la frontera' asegura que recrear la Girona de 1978 en pleno 2021 "ha sido un trabajo complejo y apasionante porque ahora el barrio chino es un barrio de postal".

-¿Había estado en Girona?

-La primera vez que visité Girona fue con Edmon Roch como guía, cuando estrenamos El niño. Nos paseamos por la noche, con toda la carga de misterio y belleza. Y la ciudad se me puso en los huesos. Tuve un presentimiento, pensé: aquí he de rodar algo. Y cuando leí la novela de Javier Cercas, todo me cuadró.

-¿Como es recrear la Girona de 1978 a 2021?

-Complejo y apasionante a la vez. Hacer una recreación de la Edad Media es más sencillo, pero cuando recreas un escenario cercano en el tiempo tienes la sensación de que tienes que ser más preciso. Hemos buscado una Girona que ya no existe. El 'barrio chino' se ha transformado completamente y ahora es un barrio de postal, donde es muy difícil encontrar rastros de lo que fue. Hemos partido de mucha documentación fotográfica, libros y testimonios reales que nos han servido para completar el puzzle de la Girona marginal de 1978.

-¿Y como lo han costumizado?

-Los lugares siempre están contaminados de otras épocas. En cada espacio en el que hemos rodado hemos hecho una intervención, que ha ido desde sacar farolas repintar fachadas, pasando por construir bares y prostíbulos. Y es muy emocionante sentir que estás en el 2021 y que, de golpe, hay pequeñas esquinas o calles que te transportan al pasado, como un pequeño túnel del tiempo dentro de la contemporaneidad.

-Ha querido huir de la recreación gris de la Transición con una mirada más colorista.

-Quería que llegara a un espectador joven, que pudiera llegar a quedar fascinado con una explosión de color, ritmo y energía. No recuerdo una Transición gris, sino más bien una etapa llena de vida. Y la película está contada a ojos del protagonista, que lo recuerda como la etapa más intensa de su vida. Además, contiene una crónica de las dos caras, la clase media y los quinquis.

-¿El verano de 1978 tenía 10 años y los tres protagonistas ni habían nacido. Como han sumergido, en la atmósfera de la película?

-De hecho, las pulsiones emocionales que movían los adolescentes de la Transición son las mismas que ahora. Las ganas de revelarse contra las normas, el enamoramiento desbocado, la adrenalina, la búsqueda de uno mismo, nada ha cambiado. Y eso los actores lo entendieron enseguida porque forma parte de su anhelo cotidiano. La preparación del rodaje nos cogió en pleno confinamiento. Aproveché aquel tiempo extra para ponerlos deberes. Los enviaba películas de la época, como La escopeta nacional de Berlanga; canciones, desde Los Chunguitos a Fiebre del sábado noche, documentales, nodos y noticias. Y preparé un glosario de más de 300 palabras de términos quinquis, para que se familiarizaran y se divirtieran con las palabras cotidianas.

-El género quinqui tenía un apunte de documental, porque estaba interpretado por «quinquis» de verdad. ¿Como lo ha plasmado, en sus personajes?

-Les prohibí cortarse el pelo durante el confinamiento [risas]. La verdad es que estas películas son irrepetibles, su mayor fuerza era que estaban interpretadas por quinquis de verdad, pero todos ellos han muerto, fuera en manos de la heroína o de la policía. Es un acercamiento estilizado al género, una reinterpretación de aquello en el tiempo presente. Y lo que he hecho es recuperar la frescura de aquellas interpretaciones de finales de los setenta recurriendo a gente de la calle que aportara regusto a barrio. Más allá de los tres protagonistas, por el resto del grupo esta es su primera película. Cogí tres amigos de Terrassa, uno de ellos era DJ y cocinero, el otro rapero y el otro asistente de hospital.

-¿Hay leyes, en la frontera?

-¿Sí, son leyes no dictadas pero que determinan la vida de las personas. Un chico de clase media siempre será visto con más simpatía por parte de la sociedad, pero a todos los que han nacido en el agujero, la sociedad les dedica una mano en el cuello.

-Ha firmado filmes como Celda 211 o El niño. ¿La cara oscura de la sociedad crea adicción?

-Lo que me interesa son los seres humanos, conocer al otro, porque cuando lo conoces ya no es ajeno.

-¿Qué tenía la novela de Javier Cercas para llevarla al cine?

-Sin lugar a dudas, lo que más me atrapó fue la historia de amor, pero también había apuntes autobiográficos. Cuando era pequeño, desde la ventana veía los quinquis el descampado, e incluso alguna vez me atracaron a golpe de navaja. Lo vivía con un sentimiento entre miedo y fascinación, estaban unidos, eran libres, salvajes y se saltaban las convenciones. Significaban algo que no era lo que yo vivía.

-El cine y la literatura son dos lenguajes muy diferentes. ¿Cuál era el reto en mayúsculas?

-Teníamos que encontrar la manera de sintetizarla, de encontrar la esencia y de transmitirla al espectador. Para ser fiel al espíritu de la novela, tienes que ser infiel a la letra. Si coges la letra palabra por palabra, fracasarás. Nos tomamos a la emoción que sentimos al leer la novela. Y eso es lo que hemos querido transmitir al espectador.

-¿En algún momento se ha sentido prisionero de la novela?

-No, porque cuando adaptas, quieres transmitir lo que te ha transmitido la novela. Y gracias a la generosidad de Javier Cercas, que nos dio absoluta libertad y nunca nos dictó ninguna directriz, hemos podido volar con libertad. Pero nada sale de otro sitio que del propio universo de la novela. Es la fuente de inspiración completa.

-¿Qué ha dicho Javier Cercas, después de ver la película?

-Mientras la veía, debo confesar que experimenté cierto vértigo. Pero al terminar, me abrazó. Me dijo que tenía la esencia del libro y que al ver actuar a los personajes, sentía que los tres protagonistas eran los que él había hecho nacer.

-Empezaron el rodaje en agosto del 2020. ¿Cómo es hacer una película en pandemia?

-Hacer una película ya es un ejercicio de funambulismo, y con la pandemia es como si alguien te estuviera tirando piedras desde abajo. Un suplemento extra de problemas y angustia. Pero eran las circunstancias en las que teníamos que rodar y, de hecho, fuimos una de las primeras producciones que arrancó. Tuvimos que compensar la complicación con mucha energía e ilusión. Y también nos aportó cosas positivas, como la oportunidad de poder hacer una buena inmersión de los actores en la época.

-Su filme es una de las grandes esperanzas del cine español. ¿Hará volver al gran público en las salas?

-Ojalá. Es mi pequeño granito de arena para que el cine siga vivo.

-¿Competirá en las taquillas con la nueva película de Pedro Almodóvar. Duelo de titanes?

-Que haya películas atractivas es lo que puede hacer que la gente recupere el hábito de volver al cine. Estoy encantado de que hayan coincidido. Son propuestas muy diferentes y hay espacio para todos.